Secciones
Servicios
Destacamos
Durante meses no quiso saber nada de la Policía. Ya había sobrevivido a un tiro en el pecho y nada le garantizaba que fuera a correr la misma suerte si los autores del disparo volvían en busca de represalias. El ataque con armas de fuego ... sucedió en un piso de Ciudad Jardín, al que la víctima acudió junto a otro individuo para «hacer un negocio», como contó al cabo del tiempo a los investigadores. Allí le esperaban otros dos hombres (hermanos entre ellos), quienes, puestos de común acuerdo con la persona que concertó la cita con el perjudicado, pretendían acabar con su vida.
Los hechos sucedieron el 21 de febrero de 2020 y, aunque en el juicio no se llegó a aclarar el motivo de aquel encuentro, los agentes del Grupo de Homicidios que llevaron el caso estaban convencidos de que en esa casa se iba a producir una «transacción de droga». De esta manera, los sospechosos podrían quedarse con la mercancía y con el dinero. Y, además, eliminarían de un plumazo al único testigo de aquel 'vuelco' (así se denominan en el argot policial a los robos de sustancias estupefacientes entre organizaciones criminales). El plan no salió como esperaban.
El día de autos, la víctima se trasladó a la dirección que le habían facilitado por teléfono. En la calle le esperaba uno de los investigados, que fue quien le condujo bajo engaño hasta aquel piso. En cuanto entró a la casa recibió una patada por la espalda que le hizo caer de bruces sobre un sofá. En ese instante se percató de que en el domicilio había dos individuos -hermanos entre ellos, a los que, según el perjudicado, no conocía de nada, igual que al anterior- y que ambos portaban armas de fuego. A continuación, uno de ellos le disparó en el pecho desde una distancia inferior a un metro. «Esto es lo que hay», le dijo.
Así se expone en la sentencia que ha dictado la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Málaga, a la que SUR ha tenido acceso. De acuerdo con la misma, estos hechos quedaron probados en el plenario, por lo que los tres responsables de intentar matar al hombre han sido condenados a nueve años de cárcel en total como autores de un delito de homicidio en grado de tentativa y de otro de tenencia ilícita de armas. Además, tendrán que indemnizar al perjudicado -quien ha estado representado por el letrado Javier Muriel, que ha ejercido de acusación particular- en la cantidad de 6.000 euros.
Como señala la resolución, a ese primer disparo le siguió una ráfaga de detonaciones efectuadas con -al menos- dos armas de fuego, aunque solo una de las balas alcanzó al hombre en el pecho. La víctima se salvó por su gran corpulencia física, que le ayudó a zafarse de sus atacantes y a huir a la carrera del piso en el que le habían tendido la emboscada. Y, sobre todo, por la rapidez con la que fue trasladado al Hospital Regional Universitario, ya que su novia y un amigo le estaban esperando en las inmediaciones a bordo de un vehículo.
La víctima ingresó en urgencias con una herida contusa en la zona torácica izquierda, la cual presentaba un orificio de entrada y otro de salida. A pesar de la rapidez con la que ingresó en el centro hospitalario, había perdido tanta sangre que necesitó varias transfusiones para conseguir su estabilización. Además, la bala le provocó una afectación pulmonar.
Como determinaron los médicos forenses, las lesiones a causa del tiroteo supusieron un «riesgo vital evidente que podría haber desembocado en su muerte», lo que habría pasado de no haber sido por la pronta actuación de los facultativos. Precisó de un tratamiento médico-quirúrgico y 45 días para curar sus heridas. De ellos, cinco los pasó en estado muy grave en la UCI, y su estado continuó siendo delicado durante otros ocho días.
El perjudicado tardó meses en acceder a hablar con la Policía Nacional, pero durante ese tiempo los agentes del Grupo de Homicidios continuaron avanzando en las pesquisas para identificar a los autores del ataque con armas de fuego. Antes de que la víctima lo hiciera, los implicados ya habían sido delatados por sus propias huellas. Las mismas, como apunta la sentencia, fueron halladas en la inspección técnico ocular que llevó a cabo la Policía Científica en el piso en el que se produjo el suceso.
Los agentes contrastaron los ADN hallados en la vivienda en los archivos policiales y así accedieron a sus nombres y apellidos. Todos contaban con antecedentes penales, aunque estos no han sido computables en la causa a efectos de reincidencia. El acusado que preparó la encerrona y que se citó con la víctima había dejado impresa su huella en una botella de agua que los policías localizaron sobre una mesita. Los dos hermanos, en la puerta del inmueble, uno de ellos en la cara interna y el otro en la que daba al exterior.
Las defensas intentaron explicar que aquel domicilio se había convertido en un 'narcopiso' y que los acusados solían acudir al mismo porque eran toxicómanos, lo que justificaría que hubieran dejado su rastro en el inmueble. Una versión que se desmoronó por completo en el plenario con las declaraciones de los vecinos, quienes sostuvieron que se trataba de una vivienda que llevaba deshabitada desde que fallecieron sus propietarios, pero que jamás llegó a registrar ese tipo de actividad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.