Historia de una obsesión: envió una foto de sus bragas a su ex y la dejó encerrada en una terraza

La historia empieza como tantas otras. Después de tres años, ella decide ponerle fin a la relación y él no lo acepta. Pero esta historia es diferente. Es la historia de una obsesión, de una chica acosada por su ex hasta que ella le puso freno con una denuncia que se ha convertido en condena.

Los hechos, que han sido enjuiciados este año, se remontan en realidad a febrero de 2019, cuando se produjo la ruptura. Cuatro meses más tarde, él acudió al trabajo de la víctima y le quitó el móvil. Al día siguiente se lo devolvió, pero había manipulado la aplicación de WhatsApp.

Según recoge el fallo, el hombre configuró la App de manera que apareciera él como usuario, por lo que a la denunciante empezaron a llegarle mensajes de los contactos de su ex. Ella le pidió por favor que avisara a las personas de su agenda y les informara de que ese número ya no era suyo y que dejaran de molestarla. Era solo el principio.

El condenado, que acabaría reconociendo los hechos ante el juez, hizo saber a la víctima que la controlaba, «que sabía dónde y cuándo iba, que sabía todo de ella, a la hora que salía y que entraba», detalla literalmente la resolución judicial, a la que ha tenido acceso SUR.

El hombre le dijo que cada miércoles iría a verla «por la fuerza», y añadió: «Intenté hablar contigo y no quisiste, seguiré intentándolo, te doy una semana y después te llamaré, mañana te voy a llamar, si no me atiendes seguiré llamando hasta que apagues el teléfono, si no me presentaré en tu lugar de trabajo el viernes, me meteré y hackearé el wifi para cortarte la conexión que llega a tu teléfono como he hecho antes en tu casa (sic)».

El procesado siguió coaccionando a su exnovia con expresiones como: «Cada vez que cambies de idea o que me digas que no, lo vas a lamentar. Me presentaré todos los días a tu trabajo, así sabré si estás allí o si cambiaste de día libre, volveré otra vez a tu casa y pegaré la puerta o el timbre hasta que te canses y me abras».

Incluso, le dijo que no conseguiría rehacer su vida. «No estoy de acuerdo con cómo me estás tratando, cuando te llamo no me coges el teléfono. Tú crees que te vas a salir con la tuya o que te conviene, estás muy equivocada. Y te digo una cosa, no vas a tener ningún novio aquí».

La sentencia recoge que, en julio de 2019, «tras haber llamado en al menos dos ocasiones a la denunciante sin obtener respuesta», la esperó en la puerta de su domicilio, al que accedió cuando la denunciante abrió para entrar, y se inició una discusión entre ambos.

Según la resolución judicial, en un momento determinado, la víctima se dirigió a la terraza y él aprovechó para cerrar la puerta y dejarla encerrada. Después, se dirigió a la habitación de ella, de donde sustrajo unas bragas y les hizo una foto para enviársela a un exnovio de ella.

Finalmente, el hombre se marchó de la casa de la víctima, a la que dejó encerrada en la terraza. Ella tuvo que avisar a su madre y ésta, a su vez, abandonar su trabajo y acudir urgentemente en taxi a su domicilio para abrir la puerta del balcón y que su hija pudiera salir.

El juicio no llegó a celebrarse porque el acusado reconoció los hechos después de que la defensa pactara con la Fiscalía y con la acusación particular. En consecuencia, se dictó sentencia de conformidad, lo que le supuso una rebaja considerable de la pena, además del beneficio de la suspensión, de manera que ha podido eludir el ingreso en la cárcel.

Gracias a ese acuerdo, la Audiencia Provincial ha condenado al procesado a la pena de año y medio de prisión por los delitos de acoso y coacciones. También le ha impuesto una orden de alejamiento de 500 metros durante cuatro años y le obliga a pagar 3.000 euros a la víctima en concepto de indemnización por los daños morales ocasionados.

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