Historia de la extorsión a un empresario de Marbella: le apagaron cigarros en el cuerpo

La víctima, que llevaba meses regentando una discoteca, sufrió dos secuestros en una semana tras negarse a pagar 5.000 euros a sus captores

Jueves, 30 de noviembre 2023, 00:16

Todavía llevaba las bridas en los tobillos y los pantalones cubiertos de sangre, pero eso no fue lo que más impactó a los policías al verle entrar en la comisaría. Su rostro, completamente desfigurado, era la prueba palpable de la violencia tan extrema a la ... que había sido sometido. Acababa de ser liberado tras sufrir un secuestro que duró unas doce horas y en el que le apagaron cigarros en el cuerpo, entre otras torturas. Era el segundo cautiverio que sufría en apenas una semana.

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La víctima, un empresario marbellí de 37 años, se había convertido en el objetivo de una banda especializada en raptos y en robos de droga a otros narcos, lo que en el argot policial se denominan 'vuelcos'. Querían hacerse con la discoteca que regentaba desde hacía unos meses, situada entre Marbella y Estepona, pero el propietario no estaba interesado en venderla, según la versión que dio a la policía. Entonces pasaron al plan 'b', que consistía en extorsionar al hombre y exigirle el pago de 5.000 euros al principio de cada mes.

La investigación se inició precisamente el 1 de junio, cuando el perjudicado acudió por primera vez a dependencias policiales. Según contó, unos días antes había sido secuestrado por unos individuos que lo sacaron a rastras de su negocio. De acuerdo con su relato, los tipos lo amordazaron e introdujeron en un vehículo con la cara tapada para que no pudiera saber hacia dónde se dirigían.

Ese día lo llevaron a una zona de montaña, donde le exhibieron armas de fuego para amedrentarlo y le propinaron varios golpes. Los captores querían que fuese consciente de la gravedad de las amenazas porque el empresario manifestaba que no pensaba ceder a la extorsión. Fue la manera de avisarle de lo que le podría ocurrir si no hacía frente al pago, según fuentes próximas a la investigación.

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Después de unas cuatro horas fue liberado en las inmediaciones de un centro comercial, cerca de Mijas. Aunque estos hechos sucedieron el día 26 de mayo, el perjudicado no se animó a acudir a comisaría hasta el día 1 de junio, cuando se suponía que debía entregarles el dinero que exigían por el control de la discoteca. Ni siquiera fue a un hospital para que le atendieran por las heridas. Una de las pocas pistas que pudo dar a los policías era que suponía que los sospechosos eran de nacionalidad francesa.

Operación 'Tánger'

Su denuncia supuso el inicio de la operación bautizada como 'Tánger' -en referencia al origen de la víctima, nacida en Marruecos-, que fue asumida por los agentes adscritos a los Grupos de Crimen Organizado de la Comisaría Local de Marbella y la Comisaría Provincial de Málaga.

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Los policías ya habían iniciado las pesquisas para dar con los autores y esclarecer los hechos cuando tuvieron conocimiento de que el empresario había sufrido un nuevo secuestro. Ocurrió en la madrugada del sábado 3 al domingo 4 de junio, cuando recibieron la llamada de la pareja de la víctima, quien alertó de que unos tipos que portaban armas de fuego se habían llevado de la discoteca al hombre de manera muy violenta.

El aviso se produjo sobre la una y media de esa noche y los efectivos, de inmediato, activaron toda la maquinaria para tratar de dar con el perjudicado: revisaron imágenes, recorrieron los sitios a los que pensaban que podían haberlo conducido, investigaron vehículos que pudieran estar implicados... El tiempo pasaba y, a pesar de todas las gestiones y del despliegue policial, seguían sin dar con su paradero.

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Tras esas horas de infarto, el empresario se presentó por su propio pie en la comisaría marbellí. A pesar de llevar unas gafas de sol y de que tenía puesta la capucha de la sudadera, los agentes se percataron inmediatamente de que tenía los ojos completamente amoratados y de la hinchazón de su cara.

Según las fuentes, el perjudicado fue liberado a mediodía tras un cautiverio de unas doce horas en el que sus captores se ensañaron con él haciendo gala de una violencia extrema, como probaban los incontables hematomas que presentaba. Todavía llevaba las bridas puestas en los tobillos y en su cuerpo se podían apreciar las marcas de numerosas quemaduras de cigarrillos.

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Tras relatar el infierno vivido esa noche, el empresario explicó a los funcionarios que en esta segunda ocasión le habían llevado a una casa. Al igual que en el rapto anterior, le taparon la cabeza para que no pudiera identificar el camino ni el lugar al que lo llevaban.

Apenas pudo ver bien a los autores ni la vivienda, aunque sí se quedó con algunos datos que fueron cruciales para el buen desarrollo de la investigación, como el suelo de ese domicilio, que describió a los funcionarios con todos los detalles que recordaba. Un mes después, explotó la operación en la que se produjeron las detenciones.

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Registros simultáneos

Las pesquisas acabaron dando sus frutos. Los agentes, tras todas las gestiones practicadas, lograron identificar y localizar a los siete supuestos autores involucrados en las extorsiones, secuestros y palizas al empresario. Así, a principios de julio se desarrolló un importante operativo en el que intervinieron efectivos del GOES, Medios Aéreos, UPR, Policía Científica y UDYCO de distintas comisarías de la provincia de Málaga.

La macrorredada se produjo de madrugada en diseminados que estaban repartidos por la Costa del Sol. En total, los policías realizaron cinco entradas en viviendas de los municipios de Alhaurín de la Torre, Mijas, Benalmádena y Vélez-Málaga. Precisamente, fue en la casa de este último término municipal donde tuvo lugar el segundo secuestro de la víctima. Los policías la reconocieron inmediatamente por el suelo, que coincidía plenamente con la descripción que aportó el perjudicado.

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Además, hallaron otras evidencias en el inmueble, como armas de fuego, entre ellas un bolígrafo pistola, así como 22 kilogramos de marihuana y 5,93 kilos de hachís. También intervinieron varias placas denunciadas como sustraídas y dos vehículos. La operación cogió por sorpresa a los siete detenidos, a los que localizaron en los distintos inmuebles que intervinieron de manera simultánea.

Según las fuentes, los arrestados eran miembros de una organización criminal extremadamente violenta dedicada a los secuestros y a robar a otros traficantes de droga. Los sospechosos, de entre 27 y 50 años, llevaban tiempo asentados en la provincia, aunque procuraban mantener un perfil discreto. No eran personas que llamasen la atención: usaban coches de gama media -en su mayoría de alquiler-, salían de fiesta, comían en terrazas y se reunían en casas, como la mayoría de los jóvenes.

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Los investigadores les atribuyen delitos de secuestro, lesiones, pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas. De los siete detenidos, cuatro ingresaron en prisión provisional tras decidirlo así la autoridad judicial, de acuerdo con las fuentes consultadas.

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