Una hija del hombre incinerado por error: «Mi padre quería ser enterrado junto a mi abuela»
Alba y su familia tardaron cinco días en poder despedirse del difunto y lamentan no haber podido cumplir su última voluntad ·
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Alba y su familia tardaron cinco días en poder despedirse del difunto y lamentan no haber podido cumplir su última voluntad ·
Antonio González García murió el pasado fin de semana a causa de un infarto durante un viaje familiar a Cádiz. Su última voluntad, como siempre había expresado a sus hijas, era ser enterrado junto a su madre en el cementerio de Rincón de la Victoria. Al dolor de una pérdida completamente inesperada (tenía 62 años) para la familia, se une la «frustración» de no haber podido cumplir su deseo, porque lo incineraron por error al confundir su cadáver con el de una mujer.
El piloto malagueño Julio García competía el pasado fin de semana en el Mundial de superbike en Jerez de la Frontera y hasta allí se desplazaron muchos de sus familiares para apoyarlo desde la grada. Entre ellos estaba su tío Antonio González y la hija pequeña de éste, Alba, que es quien cuenta lo sucedido. «Nos alojamos en los diferentes hoteles de la zona salvo mi padre, que se quedó en casa de una prima que viven en El Puerto de Santa Maria», explica la joven, que vive en Málaga.
La noche del viernes se reunieron todos para cenar y tomar algo en casa de su prima. La última foto que se hicieron juntos es la que acompaña a este reportaje, donde se ve a la familia reunida en torno a unas pizzas y con Antonio, feliz, en el centro. «Me fui al hotel -continúa- y me dejé a mi padre allí. Estaba bien». A las 2.40 horas, recibió una llamada de su prima, que le dijo: «Alba, vente corriendo». Ella intuyó que algo malo había ocurrido: «¿Qué le ha pasado a mi padre?».
El médico de urgencias que acudió al domicilio no certificó la muerte pese a que Antonio era paciente cardiaco (le habían puesto dos 'stent' un par de años antes), por lo que el caso se judicializó y se avisó a un médico forense, quien les explicó que se le iba a realizar una autopsia, pese a que todo indicaba que había sufrido un infarto fulminante y no había indicios de otra cosa. «Nos hubiéramos evitado todo esto si lo hubiesen certificado allí, la autopsia no habría sido necesaria», se lamenta Alba.
Ahí empezó un 'vía crucis' que se prolongaría durante cinco largos días. Alba recibió la primera llamada de su funeraria y regresó a Málaga para firmar la documentación. Por la tarde, dos empleados fueron a su casa a reunirse con ella y a saber cómo querían que fuese el sepelio. Ella les expresó lo más importante para ellos: el deseo de su padre era ser enterrado, no incinerado. «Quería estar con su madre en Rincón y que le lleváramos flores, era lo único que decía», insiste Alba.
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«El domingo, sobre la una y media, me llamaron del juzgado de Cádiz y me preguntaron si tenía funeraria, que mi padre estaba allí y que nadie lo había recogido», detalla la joven, que llamó a la compañía y le pidió que llevaran a cabo los trámites.
No volvió a saber nada de ellos hasta que este lunes la llamó el director del Instituto de Medicina Legal (IML) de Cádiz y le soltó el jarro de agua fría: «Me preguntó si era la hija y me dijo que se había producido un doble error, que mi padre por equivocación había sido entregado a otra funeraria y que los familiares habían incinerado el cuerpo».
Alba se quedó en shock. «Sólo pude expresar: '¿Qué barbaridad me está diciendo? Cuando me dijo que lo habían incinerado, me bloqueé. Llevaba dos días esperando a mi padre para poder velarlo. Él insistió en que había sido un error, que lo lamentaba muchísimo y que les disculpara. Entonces le pregunté dónde estaba mi padre y me respondieron que la Guardia Civil había ido a por los restos. No daba crédito con lo que me decían».
Al parecer, a la otra familia, la de una mujer gaditana que falleció en las mismas fechas, le habían entregado una urna funeraria que en realidad contenía los restos de Antonio González e incluso, según las fuentes consultadas, celebraron el funeral creyendo que eran los de la fallecida. El error se descubrió cuando la funeraria de Málaga acudió al IML de Cádiz a recoger el cadáver del malagueño y, en su lugar, le entregaron el de la difunta.
Y así llegaron al martes, cuarto día. «Nos dijeron que ese día llegaría mi padre al Parque Cementerio de Málaga (Parcemasa), que estaban preparando una sala para él. Llamó mucha gente para saber cuál era la tanatosala porque querían ir a despedirse de él». Antonio González había regentado toda la vida una ferretería junto al puente de La Goleta, en Málaga capital. Hace unos meses cerró el negocio y estaba a punto de jubilarse.
«Una prima mía fue a hablar con el cura y le dijo que no tenía hueco, que podíamos celebrar la misa al día siguiente (miércoles, cinco días después de la muerte). Mi prima le rogó y nos hizo un hueco para un responso a las 18 horas. Aunque no iba a misa, él era católico, siempre llevaba sus estampitas en la cartera», recuerda Alba. Después del responso, los restos de Antonio fueron trasladados a Rincón de la Victoria, donde quería ser enterrado, y dejaron la urna funeraria en un columbario.
«Lo peor es no haber podido cumplir su última voluntad, es una mezcla de indignación y de impotencia, pero sólo te queda resignarte porque al menos está enterrado«. Alba asegura estar pasándolo »muy mal« por su hermana Jennifer, que está embarazada de cuatro meses. »Yo me pude despedir de mi padre, pero ella no porque se quedó sin viajar a Cádiz. Mi hermana quería que le abriésemos el ataúd para poder despedirse de él y no ha sido posible«.
La familia ha puesto el caso en manos del abogado Francisco Damián Vázquez, que estudia ya las acciones legales a emprender en el asunto, que se investigará en los juzgados de Cádiz. «Lo que queremos saber -insiste Alba- es en qué momento alguien confunde a dos personas de sexos diferentes. Un fallo humano puede tenerlo cualquiera, pero es que hay fallos y fallos. Cómo se puede cremar a un hombre en lugar de a una mujer».
El piloto Julio García compitió en superbike sin saber lo que su tío, que había ido a verlo correr, había fallecido. Quedó subcampeón en la prueba de Jerez del mundial. Cuando le contaron lo sucedido, dedicó el podio a Antonio González y a sus hijas.
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