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Se mueven con sigilo, en alerta ante cada movimiento. Mientras la ciudad duerme, el Grupo Gotham de Málaga va tras los malhechores que confían en ... la oscuridad para delinquir sin testigos. La capital ficticia en la que Batman combate contra los villanos y el crimen descontrolado da nombre a esta unidad de la Policía Nacional, especializada en la prevención y persecución de delitos patrimoniales. Sus agentes comparten con el superhéroe el sentido de la justicia, aunque para impartirla no usen ni capa ni uniforme. Van vestidos de paisanos, a bordo de un vehículo cualquiera que les permita pasar desapercibidos entre los delincuentes. No tienen poderes, pero sí un instinto casi sobrehumano para detectar y cazar a los malos de la noche.
La experiencia es la mayor fortaleza de este indicativo nocturno. Así lo resume su inspector, Javier Pérez, quien también es uno de los dos negociadores territoriales del Cuerpo. Los integrantes del Grupo Gotham conocen bien los entresijos de la calle porque llevan años curtiéndose en ella. «Somos 17 agentes y nos hemos juntado gente que venimos de distintas unidades, todas muy relacionadas con lo que hacemos aquí; yo mismo fui jefe de atracos durante cuatro años y otros compañeros vienen de robos, de trabajar como paisanos, en seguridad ciudadana o en investigación judicial», expone el inspector.
Al año pueden detener en torno a 400 sospechosos de delitos. La mayoría de estos arrestos están relacionados con los hurtos y los robos. Un buen porcentaje de los vándalos a los que persiguen los murciélagos de la policía son expertos en acorralar a sus víctimas. Lo hacen aprovechando el escaso ajetreo de personas que hay en determinadas calles a altas horas de la madrugada para, mediante la violencia e intimidación, sustraer las pertenencias que llevan encima.
Los hurtadores, en cambio, van pendientes del descuido y actúan principalmente en las zonas de bares y discotecas, siendo sus principales objetivos los turistas y quienes presentan síntomas evidentes de haber bebido alguna que otra copa de más. Otros delitos comunes en la noche malagueña son los robos en interiores de vehículos estacionados en la vía pública, así como en establecimientos.
Como recalca el inspector Pérez, los Gotham de Málaga arrancan cada turno con una parte de los deberes hechos. «No es que salgamos a la calle a lo loco a dar vueltas y a ver lo que pillamos», aclara. Cuentan con una compañera que, desde primera hora de la mañana, analiza y recoge en un informe todas las incidencias ocurridas en la madrugada anterior.
Una información que pone a los efectivos tras la pista de los delincuentes y con la que deciden los dispositivos de vigilancia que se van a establecer. «Con los datos que se nos facilitan podemos saber donde está habiendo problemas, si pueden tener que ver con delitos cometidos en días o noches anteriores y si algún testigo ha aportado algunas características que nos ayuden a identificar a los malos», manifiesta.
Aunque la unidad se centra principalmente en ilícitos de naturaleza patrimonial, sus efectivos permanecen prevenidos para intervenir ante cualquier actividad delictiva que ocurra al caer la noche, ya sea una pelea tumultuaria, una agresión sexual o un apuñalamiento. Fabián Serrano y Alejandro Monfrino forman un tándem de agentes de este grupo policial y Diario SUR los acompaña en uno de sus servicios. Circulan con las ventanillas bajadas y los sentidos afilados, atentos a cualquier movimiento y fijando la mirada en cada rostro con el que se cruzan mientras la ciudad descansa.
Si alguien levanta sospechas, rápidamente interrumpen la marcha. Saludan dando las «buenas noches», exhiben sus placas policiales y piden la identificación. Verifican los datos y comprueban qué efectos llevan encima. En tono conciliador, inician una conversación para saber qué hacen a esas horas en la calle, si tienen alguna ocupación o el barrio en el que residen.
Identificaciones
«Son muchos años de policía y a la hora de respondernos hay muchos detalles que nos indican si pueden estar escondiendo algo o no. Nos fijamos en la actitud, si es tranquila, agresiva o demasiado nerviosa; en las contracciones o en la coherencia de lo que nos están contando», apunta Serrano al respecto. El olfato no les suele fallar. De la treintena de personas a las que él y Monfrino identifican en ese turno, la aplastante mayoría cuenta con antecedentes policiales o ha pasado por prisión.
Esa madrugada están inmersos en dos dispositivos, uno de ellos por varios asaltos en una superficie comercial y el otro por una veintena de robos con fuerza en vehículos aparcados en el entorno del Hospital Civil y Ciudad Jardín. No obstante, continuamente van surgiendo nuevas actuaciones a su paso, como la identificación de un grupo de ocho jóvenes que, pasadas las dos de la madrugada de un día entre semana, camina por una calle en la que no hay ni un alma.
Todos visten prendas negras y viven en un municipio malagueño de La Axarquía. Señalan que solo están dando una vuelta, aunque no conocen a nadie por ese barrio, según dicen. Los agentes comprueban que, sin excepción, cada uno de ellos cuenta con una ristra de causas policiales. Al registrar los vehículos, localizan en uno de ellos una porra extensible, unas bridas y prismáticos, que finalmente son intervenidos. «Tiene toda la pinta de que pretendían dar un vuelco (un robo con violencia de droga, en el argot policial)», apuntan los Gotham.
Estas identificaciones cumplen un objetivo doble. Por un lado, la proximidad les permite constatar si sus características coinciden con las de algún sospechoso buscado o si entre sus efectos hay algunos de procedencia ilícita. «Cuando paramos a las personas también lo hacemos de forma preventiva, para obtener información que puede ser muy útil. Nos quedamos con los nombres, con la ropa que llevan y los localizamos a una hora en una zona determinada... si más adelante se produce algún acto delictivo y la descripción coincide, ya tenemos una pista de quien ha podido ser», detalla el indicativo.
Apoyo al resto de unidades
El Grupo Gotham también es un apoyo importante para los agentes uniformados de las radiopatrullas. Mientras van en el coche, no dejan de prestar atención a los avisos que llegan de la Sala del 091: un hombre al que han sacado una pistola en una riña de tráfico, una testigo que cree haber visto a un hombre tratando de forzar un vehículo, vecinas que llaman por un supuesto robo en casa habitada... En cuestión de instantes, Serrano coloca la sirena en el techo del automóvil y comunica a la sala que se están dirigiendo al lugar.
Monfrino pisa el acelerador como lo haría un piloto de 'rallyes', cruzando barrios a toda velocidad para llegar al sitio en cuestión de escasos minutos. Solo aminora la marcha cuando ya están cerca del punto indicado, retirando las señales acústicas y luminosas para no dar aviso de su llegada. «En estos casos nos adelantamos a los compañeros uniformados para evitar que los delincuentes huyan a la carrera o se escondan al ver el vehículo policial», puntualizan los efectivos.
La madrugada va llegando a su fin y los integrantes del Grupo Gotham se ponen de regreso a la Comisaría Provincial de la Policía Nacional. Devuelven los turismos en los que se han infiltrado de paisanos, realizan las diligencias oportunas y, finalmente, se marchan a casa a descansar. Lo hacen convencidos de que, los malos que esa noche se han librado, caerán tarde o temprano. Como indica Serrano: «Su trabajo es seguir delinquiendo y el nuestro es no parar hasta detenerlos».
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