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Francisco Jiménez Villarejo: «El modelo del fiscal instructor supondría modernizar la Justicia»

El fiscal de sala adscrito al Tribunal Supremo se convierte en el primer malagueño que ejercerá como responsable de Cooperación Internacional

Sábado, 7 de mayo 2022, 01:07

Era un crío cuando su madre, al regresar del dentista, lo dejó un rato en la Fiscalía. Lo recibió Luis Portero –asesinado por ETA–, quien le acompañó hasta la sala en la que su padre celebraba un juicio por un caso de homicidio. Allí se ... sentó, entre el público, Francisco Jiménez Villarejo. Apenas tenía 12 años cuando, «deslumbrado», observó a su padre ejercer la acusación del Ministerio Público. Nunca imaginó que aquel hombre al que solía ver encerrado en su despacho entre montañas de papel tenía «un trabajo tan apasionante y dinámico». Jiménez Villarejo quedó impresionado y entonces supo que de mayor sería fiscal. No se equivocó. Ha protagonizado una carrera meteórica. Como fiscal anticorrupción en Málaga, se ha enfrentado a casos muy exigentes como 'Minutas' –en el que se condenó a Julián Muñoz y a José María del Nido– o 'Nilo' –un asunto de estafas en masa con la lotería nigeriana en la que hubo un centenar de procesados–. Ha alcanzado la vicepresidencia de Eurojust, la agencia europea de cooperación judicial, y ahora acaba de convertirse en el primer malagueño en ser nombrado fiscal de Sala adscrito al Tribunal Supremo. Ejercerá como responsable de Cooperación Internacional, un reto «apasionante» en el que trabajará, entre otros aspectos, para modernizar la Justicia. Sobre todo, si se hace efectiva la tan ansiada reforma que relevará al juez instructor como líder de la investigación para colocar en su lugar a los fiscales.

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–Lo primero darle la enhorabuena.

–Es un sueño poder culminar mi carrera de esta manera. Soy un privilegiado y espero no defraudar a nadie. Estoy muy feliz, también por el logro que supone llegar hasta este puesto desde una provincia, ya que, normalmente, los que acceden a él suelen haber estado destinados anteriormente en el Supremo o en una Fiscalía importante de Madrid.

–Ahí le ha valido su experiencia en Eurojust.

–Fue una época muy intensa, ya que nos enfrentamos a los casos más importantes que hubo en la Unión Europea, coordinando la cooperación internacional en asuntos relacionados con el terrorismo, la corrupción, la cibercriminalidad o el crimen organizado y el tráfico de drogas.

–¿Apuntan mucho las investigaciones en Europa a la costa malagueña?

–Sí, la Costa del Sol es un punto muy atractivo para las bandas organizadas, sobre todo para que sus líderes disfruten del producto del delito. Por ello, hay muchas solicitudes internacionales relacionadas con investigaciones financieras vinculadas a delitos que han cometido en sus países de origen. En temas como la entrega de fugitivos o recuperación de activos, la Costa del Sol tiene un protagonismo indudable en Europa. Aquí tienen sus casas de lujo, sus coches de alta gama y disfrutan del buen clima mientras pasan desapercibidos en las colonias de ciudadanos de sus países. Entre ellos se sienten incluso protegidos, ya que tienen más facilidades que en otros lugares donde no cuentan con apoyos y su presencia sería advertida inmediatamente.

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–Usted conoce bien estos asuntos después de los seis años que pasó en la Fiscalía Anticorrupción de Málaga.

–En aquellos años nos enfrentamos a juicios muy exigentes como el 'caso Nilo' u otros de corrupción urbanística, como 'Minutas'. Estoy seguro de que esta experiencia, al igual que mi participación en la red de fiscales de cooperación –donde empezó en 2002 en Málaga desde su creación– me ha valido mucho para llegar al puesto para el que me acaban de designar. Siempre voy a estar muy agradecido a la Fiscalía de Málaga.

–Tras su paso por Eurojust, ha tenido la oportunidad de regresar a ella.

–A finales de 2020 me incorporé a la plaza que tenía en Málaga. Tras un cargo como el de Eurojust, ha sido una experiencia fantástica volver a ponerme la toga en la sala de vistas. Lo echaba mucho de menos, ya que no lo hacía desde octubre de 2012, cuando me fui. Si algo define a un fiscal es la investigación y el hecho de ir a juicio. Es un componente esencial que un fiscal hable en público, que sea capaz de debatir con los abogados, de defender su prueba y que sea habilidoso en los interrogatorios. Eso fue lo que me atrajo de la carrera. Un fiscal que no va a juicio está un poco reducido, no es pleno. En ese sentido, he vuelto a disfrutar.

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–Ahora tendrá que volver a colgar la toga para ejercer su nuevo cargo. ¿Qué retos se plantean?

–Entre otros aspectos, estaré al frente de la Unidad de Cooperación Internacional de la Fiscalía General del Estado (UCIF). Desde ahí me tocará dirigir a toda una red de fiscales repartidos no solo por España, sino también en otros países. Habrá que ejercer tareas de coordinación, unificar criterios, etc... Además de la colaboración con otros países cara a las diversas investigaciones que se planteen también habrá que apoyar a la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, en cuestiones institucionales.

–Toda esa labor sería aún mayor si finalmente se hace efectiva la tan ansiada reforma que relevará al juez instructor como líder de la investigación para colocar en su lugar a los fiscales.

–Sería una tarea muy bonita. El modelo del fiscal instructor sería un cambio apasionante de liderar, ya que supondría modernizar la Justicia en España. La idea no solo es que un fiscal sea el líder de la investigación, sino que en ella trabaje un equipo multidisciplinar integrado por representantes del Ministerio Público especialistas en diversos ámbitos, entre ellos, el de la cooperación internacional. De hecho, de esta forma todos podrían participar en el juicio y no, como hemos visto hasta ahora, a un solo fiscal preparando una macrocausa cuya vista oral puede extenderse durante muchos meses.

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