Un final feliz para la odisea de Agustín González

Ha pasado casi dos años en la capital de Perú, sin techo ni red familiar que le diera apoyo. Su odisea estaba destinada a llegar a su fin estas navidades, cuando fue localizado y trasladado a Madrid para luego viajar hasta su Málaga natal. Pero cuando aterrizó en el aeropuerto de Barajas volvió a desaparecer sin dejar rastro. Se activó una nueva búsqueda que finalizó a los cuatro días después, cuando una patrulla de la Policía Municipal de Madrid dio con él cerca de Avenida América. Lo acompañaron a la estación de Atocha donde puso rumbo sur acompañado de un coordinador de SOS Desaparecidos.

El martes por la noche pisó finalmente suelo malagueño. Aquí le esperaban su hermana y su hermano, a los que Agustín saludó con un alegre «¡pues ya he llegado!». El malagueño fue trasladado al Hospital Civil donde será atendido tras dos años de mala vida.

Antonio González viajó a Lima hace casi dos años, –en enero de 2019– a conocer a un amigo con el que había entablado relación a través de redes sociales. Al llegar allí descubrió que había sido engañado y comenzó su odisea. Se le perdió la pista tras abandonar un albergue municipal en el que denunció que sufrió palizas, robos y vejaciones.

Recientemente fue localizado vagando por la calle y se le identificó como desaparecido al que buscaban en España, tras lo que se activó un protocolo de repatriación. Cuando aterrizó en la terminal de Barajas debía coger otro avión hasta Málaga, pero no había nadie esperándolo y se perdió. Comenzó a seguir el rumbo de los pasajeros que abandonaron el aeropuerto y se le perdió el rastro en la calle. Según indica Joaquín Amills, de la asociación SOS Desaparecidos –que ha coordinado su traslado hasta su ciudad natal–, cuando la Policía Municipal dio con él estaban a punto de registrar los aparcamientos de una de las terminales de Barajas dentro del protocolo de búsqueda.

Una vez localizado, en SOS Desaparecidos se cercioraron de que viajase hasta Málaga acompañado para evitar nuevos sustos, hasta que finalmente fue puesto en manos de su familia, que prefiere no hacer comentarios ya que están centrados en su atención y proporcionarle los cuidados que necesita.

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