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El trabajo en equipo de bomberos, guardias civiles, voluntarios de Protección Civil y sanitarios permitió ayer por la mañana el rescate en tiempo récord de un deportista que se había roto una pierna en un abrupto paraje de Puerto Rico, en la Sierra Blanca de Marbella. En poco más de dos horas desde la llamada que alertó del accidente, la víctima ya había sido trasladada al Hospital Costa del Sol, donde le diagnosticaron y le trataron de una fractura cerrada de tibia y peroné. En la intervención fue clave, además de la profesionalidad de los participantes en el dispositivo, el papel de un dron dirigido por un piloto experto que formaba parte de los efectivos de Protección Civil. El dispositivo no tripulado supervisó y grabó toda la operación y aseguró el transporte del herido en camilla por la ruta más adecuada hasta llegar al punto donde esperaba la ambulancia.
El vídeo y las fotografías que acompañan esta noticia fueron tomados por el propio dron, a los mandos de Carlos Lozano, un policía local de Benahavís que es piloto e instructor de drones y está especializado en la búsqueda y rescate de personas desaparecidas en alta montaña y en grandes extensiones de terreno rural. Quiso el azar que ayer por la mañana Lozano, que es voluntario en Protección Civil y Cruz Roja, estuviera preparándose para realizar un simulacro de rescate con drones junto a otros voluntarios de Protección Civil de Marbella en el paraje de Puerto Rico Alto, muy cerca de donde se produjo el accidente real. «A las 8 y media me llegó un aviso de Bomberos de que había un caso real de una persona accidentada a la que había que rescatar», cuenta él mismo. Efectivamente, la llamada de auxilio al 112 (que realizaron el propio accidentado o su acompañante) se había recibido alrededor de las 8. «Como ya tenía el equipo preparado, llegué muy rápido», añade.
El herido, un varón de unos 30 años que estaba corriendo por el monte, facilitó su ubicación, así que fue rápidamente localizado por los bomberos. Entonces comenzó la expedición de rescate, en la que participaron nueve personas entre bomberos de Marbella, guardias civiles del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña y voluntarios de Protección Civil. Hubo que bajar a la víctima en una camilla por una abrupta y rocosa pendiente, lo que obligaba a los portadores de la misma a irse relevando frecuentemente. «Tenían que apoyarse en otra persona para no caerse, dada la dificultad que presentaba el terreno», explica Carlos Lozano, que mientras tanto, estaba supervisando y grabando la operación desde el punto de mayor altura de la zona para garantizar que el dron tuviera visibilidad y cobertura.
El dron se encargó de supervisar el traslado del herido para garantizar que seguían la ruta más segura y alertar de posibles incidencias. Además, avisó a la ambulancia, mediante un altavoz, de que el equipo de rescate se estaba aproximando al punto de recogida. A las 10.15, concretan desde Emergencias 112, el herido ya estaba rumbo al hospital Costa del Sol.
La utilidad de los drones en las operaciones de rescate en montaña es «muy importante», reivindica el piloto. «Tenemos un punto de vista exterior, a vista de pájaro, que da mucha seguridad», añade. En este caso no fue necesario localizar al herido porque él mismo había facilitado su ubicación, pero en situaciones en las que se desconoce dónde está la víctima, el dispositivo no tripulado es el que peina el monte para dar con ella, pudiendo recurrir a cámaras térmicas o de infrarrojos. Carlos Lozano participó, por ejemplo, en el despliegue para localizar a un excursionista ucraniano perdido en el pico de La Concha a finales del año pasado, a quien desgraciadamente, después de dos días de búsqueda encontraron fallecido. Los drones, añade el experto, también pueden encargarse de suministrar agua, comida y un teléfono móvil a las víctimas antes de que llegue el equipo de rescate, así como de trasladarles mensajes con un altavoz.
Los drones también se han vuelto imprescindibles en los incendios. Intervienen desde las labores de vigilancia y prevención (pueden revisar el estado de los cortafuegos o llevar cámaras que miden la temperatura para cuantificar el riesgo de incendio); también durante el operativo de extinción para localizar los focos, determinar la superficie quemada y la trayectoria del fuego y avisar si hay peligro para los efectivos sobre el terreno; y finalmente en la fase de sofocación, para alertar de rebrotes, entre otras tareas.
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