La policía llevaba detrás de él todo el verano. Lo apodaban El Escalador (55 años) por su extraordinaria facilidad para [presuntamente] trepar por las fachadas y colarse en las viviendas a través de los balcones para robar lo que encontrara de valor. A él también lo encontraron y rindió cara su derrota. Arremetió contra los agentes hasta en tres ocasiones blandiendo una navaja al tiempo que gritaba: «Os tengo que matar, perros». Sólo frenó cuando le dispararon a los pies. Así cayó, a tiros, El Escalador.
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Serían las cuatro y media de la tarde del 22 de octubre cuando la sala del 092 de la Policía Local de Torremolinos recibió la llamada de una persona que alertaba de la presencia del individuo en una casa okupada en la zona de La Colina. Ante la «peligrosidad» del sujeto, que además había demostrado ser muy escurridizo, la jefatura movilizó a ocho agentes para intentar localizarlo y detenerlo, según relataron las fuentes consultadas.
Al llegar, los policías locales rodearon la vivienda para asegurar cada una de las posibles salidas. No pudieron evitar que El Escalador se percatara de la presencia policial. Él reaccionó cogiendo una navaja mientras se dirigía hacia el patio de la parte posterior de la casa, por el que se adentraban ya varios de los agentes. Cuando el individuo se encontró con el primer funcionario, esgrimió la navaja contra el mismo «con clara intención de usarla», apostillan las fuentes.
El sujeto cambió de dirección y trató de escapar por la puerta principal, donde se topó con otro agente que había ganado esa posición. Fue al verse rodeado cuando el delincuente gritó «os tengo que matar, perros» y supuestamente acometió con la navaja y con un palo contra éste último funcionario, al que habría intentado apuñalar. El arma blanca quedó a «escasa distancia» de su cuerpo.
Tras esquivar el navajazo, el policía local tuvo que salir corriendo para evitar una nueva acometida, pero el delincuente lo persiguió por la vivienda, por lo que tuvo que desenfundar su arma reglamentaria y encañonar al individuo. Los agentes que ya lo rodeaban por todos los flancos le pidieron varias veces que tirara las armas y que se entregara.
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En lugar de hacerlo, el sujeto presuntamente lanzó el palo que llevaba en la mano a uno de los funcionarios mientras, con la otra, esgrimía la navaja contra él. Ante esta situación, uno de los policías locales efectuó varios disparos intimidatorios al suelo, uno de los cuales alcanzó al delincuente en el pie derecho. Ni con esas se detuvo. Según relataron las mismas fuentes, continuó gritando: «Me vais a tener que matar».
Tras recibir el disparo, el hombre cogió una pala de grandes dimensiones y se atrincheró dentro de la casa. Los agentes informaron de la situación y avisaron a la comisaría de Torremolinos-Benalmádena, aunque la situación se resolvió tras una breve negociación. Uno de los policías locales conversó con el individuo a través de una ventana y lo convenció de que lo mejor era que se entregara. Él sacó sus manos desarmadas y el funcionario, ahora sí, pudo colocarle los grilletes.
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