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Jeison tiene 22 años y se gana la vida como repartidor de Glovo. Empezó con una bicicleta prestada y, tras «muchas horas de trabajo», logró ahorrar algo más de 200 euros para costearse una mejor. El pasado viernes, según explica el joven, dejó su medio ... de transporte en la puerta de un establecimiento de Marbella al que había entrado para recoger un pedido. Esa fue la última vez que vio su vehículo.
«Me quedé muy mal porque era la herramienta que tenía para trabajar, imagínese, y que luego te la roben en un momento», señala Jeison, que atiende a SUR desde su teléfono móvil. Esa desesperación le llevó a compartir su situación en redes sociales a través de la cuenta Marbella Se Queja, desde la que pidió ayuda por si alguien localizaba su bicicleta.
Como cuenta Jeison, llegó a Marbella en agosto del año pasado tras abandonar su Venezuela natal dada la complicada situación del país. Allí dejó a sus padres para reunirse en la Costa del Sol con su hermana, dos años mayor que él, con la intención de trabajar.
Lo que no se imaginaba el joven es que con esa publicación de Instagram tocaría el corazón de una familia de Marbella. Lo explica Sara, la madre de Karim y Cayetano, de siete y doce años, quienes decidieron regalar la bicicleta del hermano mayor en cuanto supieron del robo que había sufrido el repartidor.
«Se enteraron porque yo soy muy sentida y el pequeño vio que se me saltaron las lágrimas cuando vi su historia en redes y me preguntó qué me pasaba», recuerda la mujer. Según expone, no se pudo contener al saber que habían robado su medio de trabajo a un chico «que se gana la vida humildemente», como le contó a sus hijos.
El niño casi le imploró a la madre que le diera la suya propia, a lo que ella le dijo que Jeison era «un chico grande», como su hermano, quien se sumó a la petición para que le regalaran su bicicleta. «Es una bici buena que teníamos en casa y que el niño todavía no podía usar porque la compré pensando en cuando fuera más mayor», indica la progenitora.
Sara consiguió el número del repartidor y quedaron este sábado en Nueva Andalucía, con los menores emocionados al saber que iban a ayudar al joven. «Karim me preguntaba, mami, ¿se la puedo dar yo? iba dando saltos de contento», rememora Sara, orgullosísima de los valores de sus hijos. Jeison casi no se podía creer ese gesto, gracias al que ahora cuenta de nuevo con un vehículo para seguir trabajando.
«Fue una alegría enorme, estoy muy agradecido», indica el repartidor. Como recuerda Sara, el joven no dejaba de decirle que esa bici era mucho mejor que la que tenía, casi sin poder dar crédito. «Para mí fue solo un gesto, siempre le enseñé a mis hijos a que hay que dar sin esperar nada a cambio», añade. Y los niños han aprendido bien esa lección.
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