Desalojados por el incendio de Alhaurín el Grande: «Si perdemos nuestra casa lo perdemos todo, es lo único que tenemos»

Como cada día después de trabajar, María volvió a su casa sobre el mediodía. No esperaba la escena que encontró: el fuego de la Sierra de Mijas se acercaba cada vez más a las zonas habitadas. «Poco después llegó la Guardia Civil para desalojarnos», cuenta la joven, que no ha querido alejarse mucho de su hogar y permanece con su familia en una zona controlada desde la que se ve el incendio. «Si perdemos nuestra casa lo perdemos todo, es lo único que tenemos».

María es una de las más de 1.300 personas desalojadas en Alhaurín el Grande por el fuego de la Sierra de Mijas, que se ha propagado rápidamente por la zona cercana a las urbanizaciones más altas de este municipio del Guadalhorce. Aunque se ha habilitado el pabellón municipal para los desalojados, la mayoría de vecinos ha preferido hospedarse en casas de amigos y familiares. «Aquí nos conocemos todos, y estamos para ayudar en todo lo que haga falta», cuenta Aitana, que junto a su padre Luis han ayudado a trasladar a animales y personas mayores.

El desalojo ha sido progresivo, por lo que algunos vecinos han podido coger sus pertenencias de valor. Más allá de joyas, muchos han querido llevar consigo fotografías de familiares. «He cogido un poco de ropa, pero sin duda lo que me preocupaban eran las fotos de mis sobrinos. No podía irme sin eso», relata Cristina, otra de las vecinas afectadas, que destaca la importancia de este fuego. «Es impactante, esto no lo habíamos vivido aquí nunca».

Es algo que se comenta entre los desalojados: esta zona de la Sierra de Alhaurín nunca había sido presa del fuego. «Es uno de los pocos sitios que quedaba intacto. Es una pena, ojalá que todo se solucione pronto», explica Eva, que antes de salir ha podado las plantas de su casa para poder facilitar el acceso de helicópteros en el caso de que quieran usar agua de su piscina. «Ha sido muy virulento, el incendio se ha propagado muy rápido».

Para algunos no era su primera experiencia en este tipo de situaciones: Johanne fue testigo de uno de los mayores incendios de California cuando residía allí. «Mi marido y yo sabemos lo que es esto, y en cuanto hemos visto el cariz que estaba tomando el fuego hemos cogido a nuestros perros y nuestras pertenencias básicas», cuenta mientras da de beber a una de sus mascotas en los alrededores del polideportivo municipal, espacio que se ha habilitado para la llegada de desalojados.

Aunque la hospitalidad se deja ver en cada rincón de Alhaurín el Grande hoy, muchos vecinos siguen en el mismo sitio: un descampado con vistas a sus hogares. «Queremos estar aquí y ver la evolución del fuego. Ahí está toda nuestra vida».

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