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Las restricciones horarias impuestas por la Junta de Andalucía con motivo de la pandemia de la Covid-19 han originado un enfrentamiento entre el pequeño comercio y las grandes superficies. El motivo es sencillo: mientras droguerías, perfumerías o ferreterías de barrio se ven obligadas ... a cerrar a las seis de la tarde al no distribuir productos de primera necesidad, las cadenas de supermercados pueden tener a la venta –algunas se resisten a retirarlos– artículos de perfumería, cosmética o bazar hasta su horario habitual de cierre, ya de noche.
En consecuencia, los Cuerpos de Seguridad han incrementado la vigilancia para comprobar que los comercios, grandes y pequeños, cumplen las restricciones para frenar la pandemia. Según ha podido saber SUR, desde el viernes por la tarde se ha intensificado considerablemente la labor de inspección en centros comerciales y grandes superficies, que han recibido la visita sorpresa de agentes de la Policía Local, en muchas ocasiones de paisano.
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Uno de los establecimientos denunciados ha sido el supermercado de la cadena Eroski en el centro comercial Larios. Una patrulla estuvo en las instalaciones a las 19.45 horas del viernes y comprobó que había varios pasillos accesibles al público pese a que los artículos expuestos en ellos no eran de primera necesidad.
Concretamente, estaban abiertos dos pasillos de la sección de juguetes, varios de la zona de textil y los destinados a productos de viajes y descanso. El encargado de la tienda precintó cada uno de ellos durante la visita de los policías locales, que levantaron un acta con una propuesta de sanción.
También se han visitado los establecimientos de conocidas cadenas de hamburguesería y comida rápida, como McDonald's o Burger King, y se les ha informado de que no podían permanecer abiertos después de las seis de la tarde, como en algunos casos estaba ocurriendo. En este caso, el decreto es claro: a partir de esa hora sólo pueden trabajar para repartir pedidos a domicilio y en ningún caso para atender presencialmente o en auto.
Un caso singular ha sido el vivido en Leroy Merlin, en donde la presión de los ferreteros, que denunciaron a la policía que esta gran superficie del bricolaje permanecía abierta y atendiendo con normalidad después de las seis, ha provocado que a partir de esa hora y hasta el cierre de sus instalaciones solo puedan suministrar a profesionales autónomos que lo acrediten. En superficies de este tipo, los compradores tienen que hacer una declaración responsable y adquirir solo elementos de construcción a partir de la hora fijada en el decreto.
Otro foco de conflicto se produce en las secciones de perfumería o cosmética de algunos supermercados grandes, en donde existen secciones de estos productos que permanecen abiertas, cuando las droguerías sí están cerradas desde las seis de la tarde. Sobre este aspecto, desde la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA) aseguran que ellos están autorizados a vender ese tipo de productos porque son «de higiene personal».
El enfrentamiento entre pequeños empresarios y grandes superficies comenzó al día siguiente de que la Junta publicara el decreto que obligaba a cerrar a las 18 horas los negocios considerados no esenciales. La federación Comercio Andalucía denunció entonces la «competencia desleal» que ejercían determinados establecimientos y comenzaron a circular vídeos de gente comprando calzado o piezas de bricolaje después de la hora autorizada.
Tras estas primeras quejas, la consejería responsable de Comercio informó a los denunciantes y afectados que había tomado cartas en el asunto y había obligado a dichos establecimientos a clausurar las zonas que no se corresponden con artículos de primera necesidad, aunque a tenor de las denuncias efectuadas el pasado fin de semana, no siempre se cumplen.
El presidente de la Cámara de Comercio de Málaga, Sergio Cuberos, fue de los primeros en alzar la voz y en denunciar la problemática que vive el pequeño comercio, que no sólo pierde varias horas de ventas sino que además ve cómo los grandes se aprovechan de su fuerza. «Cuando cierran, a los comercios tradicionales no les queda nada; no es como las grandes superficies que pueden vender por internet», apunta.
Este profesional del comercio entiende que el problema lo ha buscado la administración andaluza al poner en marcha unas restricciones que no contentan a nadie y que sólo provocan suponen una doble vara de medir. «A lo mejor no tendrían que controlar a las grandes superficies, sino permitirnos a todos trabajar hasta las 21.30 horas y que cada uno venda lo que pueda», razona.
Sobre este asunto también opina el presidente de la Federación de Comercio de Málaga (Fecoma) y de la asociación de ferreteros, Enrique Gil. Denuncia que los negocios que realizan estas prácticas provocan un daño muy grande al resto, ya que suelen ser ventas que pierde el comercio tradicional, «que cumple con todas las normas y exigencias de la Junta».
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