Colombia-Madrid-Málaga: rutas migratorias de las víctimas de trata

Hace unos meses que la Policía desarticuló en Málaga una de las mayores organizaciones criminales dedicadas a la trata de mujeres. Más de 500 víctimas forzadas a prostituirse, a destajo y sin protección, en cuatro casas de citas de la capital. La mayoría había partido desde Colombia con la falsa promesa de trabajar en una clínica estética en España, consolidando así las mafias una de las rutas migratorias predominantes de tráfico de personas con fines de explotación sexual.

Pero, no es la única. Destacan también las que parten de Venezuela y Brasil, pasan por Madrid y Tenerife, y terminan en Jaén y Granada. Desde Latinoamérica, la entrada al territorio español suele ser por avión. Pero, no ocurre igual cuando lo hacen desde África. El viaje entonces comienza, por lo general en embarcaciones ilegales como pateras o cayucos.

De acuerdo con el reciente informe 'Mirando a la Frontera Sur' publicado por la Federación Andalucía Acoge -que, ofrece un diagnóstico sobre perfiles, itinerarios y mecanismos de captación de víctimas de trata-, las rutas de la población africana son «más complejas» y «peligrosas», con varias etapas que pueden dilatarse meses e incluso años. Destacan en ellas la disminución de mujeres procedentes de Nigeria, Costa de Marfil y Guinea Conakry, y el aumento de las originarias de Senegal, Gambia, Mauritania y Somalia.

Asimismo, el estudio refleja algunos cambios en los últimos dos años, entre los que destaca la salida desde Senegal y Gambia hasta Marruecos, donde se ofrece una opción engañosa de trabajo; esta estancia puede prolongarse hasta dos años. Después, se les ofrecen empleos domésticos como mecanismos de persuasión en España. En la ruta desde Guinea Conakry y Costa de Marfil hasta Marruecos, las víctimas atraviesan varios países en los que suelen vivir situaciones de violencia y explotación, tales como la indigencia, explotación sexuales y agresiones. Entre los destinos finales, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Melilla.

Si bien, estos últimos suelen ser inciertos para las propias víctimas. Muchas veces no saben el punto exacto de la geografía española en el que les esperan; otras, no pueden decirlo. Si bien, en los casos de explotación sexual, destaca el estudio, es significativa su presencia en Málaga y Sevilla.

Los primeros pasos de la captación llegan a través de familiares, conocidos o amigos que conocen la situación de vulnerabilidad que rodea a las víctimas; en persona o por redes sociales. La propuesta, un trabajo vinculado, normalmente, a la hostelería, al cuidado del hogar o la estética. La promesa, altos ingresos y la regularización administrativa.

En algunas ocasiones, las organizaciones criminales emplean un mecanismo conocido como 'lover boy'; los engaños llegan de la mano de un individuo con el que la víctima mantiene una relación afectiva. En otras, la persona captadora cuenta a la víctima que se dedica a la prostitución, pero en unas condiciones «más lucrativas y menos lesivas» a las reales.

«Le invita a que realice el viaje contándole que será un esfuerzo durante un tiempo corto que le generará muchos ingresos y que se desarrollará en condiciones de libertad». En el destino, el salario se divide -yendo una mitad al prostíbulo-, es controlada incluso por cámaras y no cuenta con descansos ni durante el periodo de menstruación o embarazo.

En cuanto a perfiles, según se desprende del informe, la mayoría de las personas víctimas de trata son mujeres (93%) y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Se detecta una presencia preocupante de menores y de personas entre 18 y 25 años, que representan un 55,8 % del total de casos identificados.

Además, un 81 % de las personas se encuentra en situación administrativa irregular, lo que dificulta su acceso a derechos y recursos esenciales. Muchas de las mujeres captadas han sufrido violencia previa, incluyendo mutilación genital femenina, violencia de género o matrimonios forzados, lo que las hace especialmente vulnerables a la explotación. Otro elemento principal es la presencia de hijos a cargo que hacen que las situaciones de explotación sean aceptadas por asegurar su supervivencia.

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