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Cameron se presentó en el Registro Civil de Alhaurín el Grande al día siguiente de que se publicase en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la conocida como la 'ley trans'. El mismo jueves acudió por la mañana para hacer lo que llevaba tanto tiempo deseando: cambiar la mención de su sexo registral. «Me sentí eufórico, salí de ahí con una emoción inmensa», explica.
Nada más abandonar las instalaciones, Cameron, de 49 años, llamó a sus compañeros de la Asociación Trans-Huellas para compartir esa felicidad. También vivió ese día de alegría con sus dos hijas, a las que tuvo hace 18 y 16 años, quienes lo han estado acompañando y apoyando desde que comenzó su proceso de transición, hace dos años. «Al llegar a casa brindamos y todo», cuenta.
Fue una de las primeras personas trans en acercarse al Registro Civil en la provincia para modificar la mención del sexo registral. En Málaga capital, de hecho, hasta este miércoles solo se había producido una solicitud por parte de otro hombre trans que acudió a sus instalaciones el viernes 3 de marzo, mientras que en Torremolinos y en Fuengirola también se habían presentado hasta este pasado jueves dos casos, ambos varones trans.
Cameron, de alguna manera, volvió a nacer después de hacer este trámite, porque ahora sí siente que su identidad está correctamente representada en el ámbito administrativo.
El día que la Ley para la igualdad efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI fue publicada llamó al Registro Civil para informar de que al día siguiente, en el que la norma entraba en vigor, se presentaría para solicitar el cambio de la mención del sexo registral. «Me respondieron súper bien, que sin problema; lo único es que no tenían los formularios actualizados», expone.
«Nos sorprendió un poco que no hubieran recibido los protocolos porque esta ley llevaba en el horno ya un año, pero bueno, también estamos acostumbrados a estas cosas», apunta con cierto punto de resignación. Desde su organización se pusieron manos a la obra esa misma tarde para adaptar el formulario y que estuviera acorde.
De ahí que, cuando Cameron acudió el jueves al Registro Civil sobre las 11.00 horas, solo tuviera que manifestar su voluntad de modificar el sexo registral. Sin más trabas ni más peros. «Lo más increíble fue lo fácil que resultó todo, después de tanto camino andado y después de tanta lucha», destaca.
Nada tuvo que ver esa experiencia con la que vivió hace cosa de un año, cuando intentó cambiar su nombre. «Yo creo que fue porque había mucho más desconocimiento y, básicamente, ahí se dio el problema: me pidieron que aportase documentos que probaran que Cameron es mi nombre habitual», recuerda.
Como incide, podría parecer una cuestión sin importancia, pero ahí se veía él, teniendo que demostrar quién es a través de recibos y de papeles, cuando en su vida y en su entorno no había duda alguna de que Cameron era su nombre. «Lo que sentí aquella vez es que me veían como un problema, pero porque no sabían cómo proceder», puntualiza.
Su última visita al Registro Civil transcurrió de una forma radicalmente distinta. En todo momento percibió amabilidad y una actitud proactiva por parte de los funcionarios. Y lo más importante, que no tenía nada que probar en lo que respecta a su identidad.
Él, que es profesor de inglés en IES Jardines de Puerta Oscura y que da clases a adolescentes de entre 12 y 18 años, celebra la eliminación de requisitos y también el hecho de que ahora haya una figura para que los menores puedan solicitar la mención del sexo registral desde los 16 años en caso de que no cuenten con el consentimiento de los padres.
«Me vienen a la mente menores que son plenamente válidos, responsables y maduros que, en caso de tomar la decisión, ya no se van a encontrar con trabas», señala. Como incide, han caído algunas barreras con las que él mismo, como adulto, sí se ha encontrado y que han dificultado su proceso.
Cameron inició su transición después de que en la cuarentena, aprovechando la pausa en la que parecía sumirse el mundo, emprendiera un viaje interior para tratar de averiguar por qué, pese a su carácter alegre y su optimismo vital, nunca se había sentido del todo cómodo consigo mismo. Y lo tuvo claro. Sus hijas, dice, fueron su mayor apoyo desde el principio. «Ellas son mi mayor alegría, lo mejor que me ha pasado, y no les supuso un problema porque siempre han tenido una mentalidad muy abierta», comenta.
«Me tuve que hacer pruebas médicas para ver si era factible el tema de la hormonación, y por mis antecedentes médicos y familiares me explicaron en un primer momento que esa terapia podría no ser posible», relata él. Ahí se le vino el mundo abajo, porque sin ese tratamiento no podría llevar a cabo la modificación en el registro para constar como un hombre.
«Eso fue un jarro de agua fría», recuerda. Él, que además es una persona con cierta exposición pública, por su trato diario con estudiantes, padres y profesorado, y al estar involucrado en la Asociación Trans-Huellas, sentía que, a pesar de haber empezado a vivir conforme a su identidad, seguía teniendo a la ley en contra.
«Puede parecer una tontería, pero no lo es; que por ejemplo en clase tuviera que abrir un email y que en él apareciese mi anterior nombre, cuando mis alumnos me conocen con el mío, o el resto de compañeros, pues no era un plato de buen gusto», dice.
Pese a ese primer diagnóstico, en abril de 2021 comenzó a recibir el tratamiento, aunque con dosis de hormonas mucho más bajas a las habituales en estos casos. Todavía no lo ha finalizado y sabe que, si el cuerpo reacciona de forma negativa, tendrá que detenerlo.
En cualquier caso, como señala Cameron, es importante el cambio de la ley porque hay personas trans que, o bien no quieren emprender el proceso de hormonación, o no pueden por circunstancias médicas. También, como resalta, porque se despatologiza la transexualidad, ya que ahora no se exige un informe médico que acredite disforia de género para solicitar la modificación del sexo registral.
Como miembro activo de la Asociación Trans-Huellas, en la que defienden la igualdad y la diversidad como un derecho fundamental, Cameron tiene claro que ahora la lucha tendrá que enfocarse en reconocer el derecho a la personas no binarias -las que no se sienten representadas ni en el género femenino ni en el masculino- para que también puedan cambiar la mención de su sexo registral y seleccionar una tercera opción, que en otros países, como Dinamarca, Australia o Canadá ya es posible a través de una casilla representada con una X.
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