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Logró desatarse él mismo y salir del bosque donde lo abandonaron. Caminó por una carretera secundaria, magullado y desorientado, hasta que encontró a un vecino y le pidió ayuda. Ese fue el final de una pesadilla que duró 18 horas y 1.200 kilómetros, los ... que van desde Almancil, en el Algarve portugués, hasta Collbató, en Barcelona, donde lo dejaron amarrado a un árbol. Esta es la historia de su cautiverio y de la caída de una banda brasileña que había importado a España una nueva modalidad de secuestro exprés donde vacían las cuentas de la víctima en lugar solicitar un rescate. En Sudamérica lo llaman 'el paseo del millonario'.
El asalto ocurrió entre las 11 y las 13 horas del 24 de agosto. El objetivo, un empresario de la noche portugués de 82 años, iba camino de reunirse con unas personas que estaban interesadas en comprar una casa de su propiedad. Nunca llegó a la cita. Antes, le salieron al encuentro tres encapuchados que lo encañonaron con un arma. Uno de ellos se montó con él en los asientos de la parte posterior de su todoterreno, mientras que los otros dos ocuparon las plazas delanteras.
Empezaron por amenazarlo con buscar información sobre su familia, pero pronto pasaron a la violencia. Lo golpearon para que facilitara, primero, el número secreto de la tarjeta, con la que fueron realizando extracciones en los cajeros que hallaron en el camino, y después, para que les proporcionara sus claves de acceso a la banca digital.
Los secuestradores entraron en España y tomaron la autovía del Mediterráneo. Siguieron, prácticamente sin detenerse, el corredor de la costa, tal y como desvelarían posteriormente los posicionamientos del teléfono móvil de la víctima, que desvelaron el recorrido completo.
Lo que sí hicieron fue abrir una cuenta corriente online utilizando la identidad del empresario para transferir el dinero y apoderarse de él con mayor facilidad. Para ello, el banco les solicitó, como comprobación, una foto tipo 'selfie' del titular. Los investigadores han recuperado esa foto, en la que se ve a la víctima con la cara magullada y un ojo medio cerrado.
En total, supuestamente lograron desviar -mediante transferencias- la suma de 84.093 euros del empresario hacia cuentas corrientes controladas por la banda, a lo que habría que sumar el dinero que retiraron en efectivo. Los investigadores redondean la cifra en unos 100.000 euros.
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Juan Cano
La última parada quedó registrada a las 4.25 horas de la madrugada en la localidad de Cambrills, al sur de Tarragona, para sacar dinero. Lo intentaron hasta en seis ocasiones y finalmente consiguieron extraer unos 500 euros en efectivo.
Al llegar a Collbató, cerca del Parque Natural de la Montaña de Montserrat, fue cuando decidieron dejar a la víctima atada a un árbol. Los agentes que acudieron a auxiliar al empresario, tras ser alertados por un vecino, escucharon con escepticismo su relato. «No parecía »verosímil«, afirma el inspector jefe de la DIC de la Regió Policial Metrosud de Mossos d'Esquadra, Rafael Montes.
Sin embargo, cuando fueron a la zona boscosa que les indicó el empresario, encontraron el trozo de cuerda con el que había sido atado y una pulsera rota de su propiedad. Al contactar con la policía portuguesa, el círculo terminó de cerrarse: el hijo de la víctima había denunciado su desaparición «inquietante». Ahí comenzó la 'operación Luso'.
Los mossos d'Esquadra no tardaron en localizar el todoterreno sustraído. La banda lo había dejado aparcado en el aeropuerto de El Prat, donde tomaron un taxi, pagado con la tarjeta de la víctima, para dirigirse al centro de Barcelona y seguir desangrando económicamente al empresario. Adquirieron dos iPads y un móvil Samsung que fue activado al día siguiente por una mujer en Alicante, donde se ubicaría el receptador.
A partir de ahí se abrieron dos líneas de investigación, según explica el inspector de los Mossos Rafael Montes. «Por un lado, teníamos imágenes de la seguridad del aeropuerto y huellas de los autores en la documentación del vehículo», aclara uno de los responsables del caso. Con ayuda de Europol (tenían antecedentes por delitos menores en Francia), lograron identificarlos, aunque alguno de ellos manejaba filiaciones falsas. «Cuando vimos que estaban ubicados en Alicante, hicimos un equipo conjunto con la Udyco», añade.
El inspector de la Policía Nacional Juan Castillo remarca un «error» que cometieron los secuestradores y que no pasó inadvertido a ojos de los investigadores. En una de las tiendas que visitaron en su paseo por Barcelona, compraron un móvil y una carcasa. Los agentes dedujeron que ese teléfono, que querían proteger de una rotura, era para quedárselo ellos. Y no se equivocaron. Al rastrear el terminal, dieron con un domicilio en Alicante que compartían los tres sospechosos.
La segunda vía era el «seguimiento de las transferencias realizadas», continúa el inspector de los Mossos. Los secuestradores habían realizado tres transferencias para apoderarse del dinero de la víctima, pero luego lo repartieron en otras 52 cuentas -el segundo bosque- con la esperanza de que los investigadores se perdieran al rastrearlas. Pero los agentes tiraron de paciencia y fueron identificando uno a uno a sus titulares, que residían en Marbella, Málaga y Torremolinos. Algunas de ellas habían sido abiertas un mes antes del secuestro del empresario, lo que demostraría, a juicio de los policías, que fue un golpe planificado y preparado.
Cuando centraron a los tres objetivos en la Comunidad Valenciana, descubrieron que uno de ellos acababa de ingresar en prisión por atracar a punta de pistola un piso que operaba como un prostíbulo en Alicante para robar a clientes y trabajadores, según detalla el inspector del CNP Juan Castillo.
Los agentes diseñaron un dispositivo para arrestar a los otros dos, pese a las dificultades para ubicarlos por la extraordinaria movilidad geográfica que demostraron. Pero dos días antes del operativo, alquilaron un coche y se fueron a Setúbal, muy cerca de Lisboa.
Sucedió el 12 de diciembre. Su objetivo, esta vez, era una empresaria treintañera que se dedica al mundo de la moda. La mujer se dirigía a casa cuando se dio cuenta de que había olvidado algo en la farmacia. Eso le hizo cambiar su itinerario. Al volver a su domicilio, dos encapuchados la asaltaron e intentaron meterla dentro de su propio coche. Ella gritó, lo que hizo que su marido se asomara y acudiera a socorrerla. El hombre llegó incluso a forcejear con los delincuentes, que no lograron llevar a cabo el secuestro, pero sí sustrajeron el vehículo de alta gama de la mujer.
Ese coche, un modelo de Mercedes, se acabaría convirtiendo en su final. Ellos no lo sabían, pero el automóvil llevaba incorporado un sistema de geolocalización que indicó a la policía el lugar exacto en el que se encontraban: habían realizado una parada cerca de Málaga.
Para evitar que volvieran a escaparse, los responsables de la investigación avisaron a sus homólogos de la comisaría de Torremolinos-Benalmádena y les dieron la posición exacta en la que estaba el coche. Según el inspector Montes, los ocupantes del turismo -cinco en total- ofrecieron resistencia, por lo que fueron necesarios ocho policías para reducirlos y detenerlos.
La jueza de guardia de Torremolinos envió directamente a prisión a los dos arrestados a los que se situaba como presuntos autores materiales de los secuestros, mientras que el resto quedó en libertad con cargos. Tras ello, se inhibió a favor del Juzgado número 7 de Martorell, que es el que ha dirigido la instrucción del caso.
Esas cinco detenciones, cuenta el inspector de Mossos, precipitó los registros de la 'operación Luso', que se simultanearon en Alicante, Sucina (Murcia) y Málaga. «Encontramos bastantes indicios: la ropa utilizada en el primer secuestro, documentos falsos, una impresora (para falsificar pasaportes), dos armas simuladas y algunos de los artículos que habían sido comprados con la tarjeta de la víctima en Barcelona», resume Rafael Montes.
En total, la operación policial se cerró con nueve detenidos, todos de 24 o 25 años. Residían desde hace un tiempo con familiares o con sus parejas en Alicante, también tenían vínculos con Murcia, Málaga y Portugal. La jueza destacó su falta de arraigo laboral, ya que están en situación irregular.
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