Carolina, junto a su vecino Antonio, ante la terraza donde se originó el fuego. SALVADOR SALAS

Carolina, la heroína de Carlos Haya que evitó una tragedia: «Si no es por ella, no lo contamos»

Incendio. La mujer reaccionó de manera decisiva para evitar que las llamas iniciadas en el balcón de un vecino de 91 años se propagaran por el edificio y alertar al resto de residentes

Sábado, 20 de enero 2024, 00:19

El fuego originado en el balcón de un hombre de 91 años ha convertido a Carolina en la «heroína» de su bloque, situado en la Avenida de Carlos Haya, en Málaga capital. La mujer, en cuanto se percató del suceso, salió de casa con lo ... puesto e hizo todo lo que estuvo en su mano para sofocar las llamas. Su actuación, como aseguran sus vecinos, fue decisiva para evitar que el incendio se extendiera por el edificio, en el que reside una decena de personas en edad avanzada, y que ocurriera una tragedia mayor.

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Los hechos sucedieron el pasado miércoles, día 17 de enero, en torno a las 09.45 horas. Carolina, natural de Casarabonela y de 37 años, ya llevaba unas horas teletrabajando en su piso, aunque lo dejó todo en cuanto le avisaron de que había fuego en la terraza de la casa de su vecino. Sin pensarlo ni un instante, corrió a su cocina a buscar dos extintores que guardaba bajo el fregadero.

Salió en chanclas de la playa y calcetines, tal y como le pilló la emergencia, y se dirigió al domicilio del nonagenario, en el que también estaba Isabel, la hija del hombre. Ninguno de los dos se había dado cuenta del incendio. Carolina se encontró en el rellano con Antonio, otro vecino que acababa de llegar de la calle y que se sumó a ella para alertar a los moradores y ponerlos a salvo.

«Cuando entré a la vivienda vi que el fuego estaba en el balcón y vacié los dos extintores, pero eso ardía con mucha fuerza porque había muchos plásticos acumulados», explica la mujer. Sin detenerse ni un instante, Carolina echó un vistazo rápido a su alrededor y encontró una manta sobre un sofá, así que la empapó y la echó sobre las llamas. «Ahí es cuando el incendio se empezó a aplacar», recuerda. Pero no se detuvo ahí.

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A continuación, la mujer fue piso por piso llamando a las puertas y avisando al resto de vecinos para asegurarse de que salían de los inmuebles. «Aquí viven varias personas mayores y me preocupaba que no se hubieran enterado o que se pudieran intoxicar con el humo», dice. También pasó por cada planta y, usando sus chancletas, rompió los armarios de cristal en los que estaban los extintores, que luego vació sobre las llamas.

Cortes en el pie

Con la adrenalina del momento, ni se dio cuenta de que se había hecho unos cortes en la planta del pie al pisar unos trozos de vidrio. «Nada, son heridas pequeñas... poca cosa», dice, tratando de restar importancia a las lesiones. A pesar de que su actuación ha dejado a sus vecinos completamente admirados, como han asegurado a este periódico, la mujer insiste en que únicamente hizo lo que correspondía.

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«Yo actué normal, será que soy más de campo que una tabla», bromea. Lo cierto es que su primer pensamiento fueron las personas de avanzada edad del edificio y, aunque ya se había alertado a los servicios de Emergencias y a los Bomberos, quedarse de brazos cruzados en ningún momento fue una opción para Carolina: «Mis padres también son mayores y quiero pensar que si se vieran en una así también les ayudarían».

Los efectivos no tardaron ni diez minutos en llegar al bloque de la Avenida de Carlos Haya, aunque, para entonces, el fuego del balcón ya había amainado gracias a la rápida y decisiva reacción de la vecina. «Lo que quedaba era una parte que se había extendido a una cuba de obras que había en la calle, justo debajo del piso», explican varios de los residentes.

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Susto tremendo

Isabel todavía trata de reponerse del «susto tan tremendo» que vivió. La piel se le pone de gallina cada vez que se acuerda del momento en que vio su balcón en llamas, dice. «Si no llega a ser por mi Caro, esto no lo contamos mi padre y yo», comenta muy afectada. Ni ella ni su progenitor se habían dado cuenta del fuego. Ambos fueron evacuados por el 061 al Hospital Regional Universitario por inhalación de humo, como informó el servicio 112-Andalucía.

Según indica, ella estaba recostada en la cama con un catarro bastante fuerte cuando escuchó que golpeaban su puerta con fuerza. «Me levanté a ver quién era y escuché la palabra fuego», recuerda. Isabel, al mirar la terraza y ver el incendio fue corriendo en busca de su padre, al que encontró desayunando en la cocina, completamente ajeno.

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«Él tiene 91 años y, por su edad, no escucha nada y tiene el olfato perdido», expone Isabel. Tras ver que él estaba a salvo, fue a abrir la puerta, que ya la estaban echando abajo Carolina y Antonio con uno de los extintores que la vecina había traído de su casa. «Menos mal que mi Caro tuvo la lucidez de echar la manta empapada, eso fue lo que consiguió dominar el fuego y lo que evitó que se metiera en la casa», asegura del todo agradecida.

Carolina también se preocupó de alertar a Carmen, de 85 años, cuya vivienda se sitúa encima de la casa en la que se inició el incendio. De hecho, la terraza de la octogenaria se vio afectada, aunque las llamas no llegaron a extenderse ni a adentrarse en su inmueble. «Solo se han quemado las persianas, pero eso son cosas materiales y aquí lo importante es que todos estamos bien», comenta.

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Según explica Carmen, ella también estaba tumbada en su cama cuando sintió la voz de su vecina, quien le gritaba desde el rellano para que saliera del inmueble. Eso fue lo que hizo que se moviera, dice, y que se diera cuenta de que olía a quemado.

«Yo no sabía lo que pasaba, pero gracias a su aviso salí, aunque estaba muy descolocada», rememora la mujer, que se deshace en elogios hacia Carolina. «Es una criatura muy buena, ya en la pandemia nos estuvo ayudando mucho para que no nos pusiéramos en riesgo», agrega.

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Por otro lado, Antonio, quien se encontró de sopetón con el incendio cuando volvía a su casa de la calle, está convencido de que la mujer actuó «como un ángel de la guarda» para poner a salvo a los vecinos. «Terminó exhausta, cubierta de cenizas y escupiendo negro por todo lo tóxico que había inhalado», asegura el hombre, quien hace hincapié en que Carolina no se detuvo ni un segundo. Solo cuando llegaron los bomberos para terminar de hacerse cargo de la situación.

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