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El I+D+i del narco sigue siendo uno de los sectores más punteros de la economía ilegal. Cada verano las organizaciones se superan a la hora ... de sorprender al mundo con sus innovaciones logísticas. Submarinos, drones, empresas pantalla, bitcoins... todo sea por llevar la mercancía a su destino, cueste lo que cueste. Al otro lado de la moneda entran en juego las autoridades: Servicio de Vigilancia Aduanera, Guardia Civil y Policía Nacional custodian las fronteras y zonas calientes para ponérselo difícil. Este aumento de la presión policial sobre las redes criminales ha propiciado la consolidación del enésimo invento:narcovaraderos, pequeños caladeros flotantes en el mar de Alborán.
Uno de los responsables regionales de la lucha contra el contrabando de estupefacientes del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), explica a SUR que esta tendencia lleva reforzándose durante los últimos años, especialmente a consecuencia del real decreto de 2015 que prohibe la circulación de embarcaciones semirrígidas, conocidas popularmente como narcolanchas. «Juntan un montón de embarcaciones, fondeadas una al lado de la otra, y allí permanecen a la espera de recibir la orden para recoger y entregar el alijo».
Estas pequeñas ciudades se ubican en alta mar, aunque a veces se conforman cerca de tierra, especialmente en la península del cabo de Tres Forcas –en la que se ubica la Ciudad Autónoma de Melilla–. De hecho, los satélites de Google Earth captaron imágenes de una de estas pequeñas ciudades flotantes, escena que permanece congelada a la vista de cualquiera que se asome a este buscador.
Su función es evitar que las embarcaciones toquen tierra, ya que serían incautadas en virtud del real decreto, incluso sin que estuvieran realizando ninguna actividad ilegal en el momento del avistamiento. «Se quedan ahí, fondeados, hacen labores de mantenimiento y de seguridad, ya sea en alta mar o al abrigo de la costa, siempre en lugares de difícil acceso», apunta el mando del SVA. Las embarcaciones van «muy equipadas» con complejos sistemas de geoposicionamiento y teléfonos satelitales que garantizan la comunicación con los altos cargos de las mafias. «En cualquier momento les pueden dar el aviso con las órdenes».
La mano de obra de estas organizaciones no tiene las mejores condiciones laborales. Estos porteadores pueden llegar a pasar días –a veces más de una semana– en alta mar, durmiendo en tiendas de campaña, bajo el sol, a la espera de lo que se conoce como 'ventana', ese momento en el que consideran que pueden dar esquinazo a las autoridades y lanzarse al alijo. «Para aguantar estas condiciones tienes que conocer bien el medio y estar habituado, eso no lo hace cualquiera». Con el fin de reducir el impacto físico y anímico del personal, las mafias suelen enviar relevos, y a veces hay «tres o cuatro personas custodiando ocho o nueve barcos».
La concepción de estas pequeñas plataformas flotantes a base de narcolanchas amarradas ha hecho que surja un nuevo tipo de organización paralela, centrada únicamente en la logística. «El SVA ha realizado alguna operación contra este tipo de redes:ellos les facilitan alimentación, agua, combustible y reparaciones, todo lo que necesiten», a cambio de una parte del pastel. Este golpe del SVA se produjo en Melilla, uno de esos puntos calientes por la proximidad con los lugares en los que suelen fondear las embarcaciones.
Como el gato y el ratón, las autoridades que luchan por evitar que la droga entre en España –puerta de Europa para este mercado–, se adaptan a los inventos del narco. A finales del año pasado el SVA asestó un gran golpe a estas mafias, con la incautación de 4.500 kilogramos de hachís en una operación aeronaval. Encontraron una decena de estas embarcaciones amarradas en una ciudad flotante cerca de la isla de Alborán, donde se inició una persecución en la que varias narcolanchas colisionaron entre sí.
Varios hombres cayeron al agua, pero fueron rescatados sin víctimas. Todas las actuaciones, junto las embarcaciones y mercancías aprehendidas, fueron puestas a disposición del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería.
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