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Se busca al atracador corpulento de Ciudad Jardín. En menos de una semana, el ladrón ha protagonizado tres atracos a farmacias de este distrito de la capital, todos con el mismo modus operandi y armado con un cuchillo de cocina para intimidar a sus víctimas.
El primero de sus golpes lo firmó la tarde del jueves 1 de febrero. La técnico de la farmacia San Telmo, situada en la calle Jerez Perchet, se disponía a abrir el negocio cuando fue asaltada por el delincuente, que esperó incluso a que abriera la persiana del negocio.
Aunque la empleada receló de su apariencia y se planteó incluso llamar a su jefa, al final decidió confiar y franquear la puerta. Nada más entrar, el hombre le dijo: «Abre la caja y da gracias a que no te saco el cuchillo». La trabajadora obedeció. En apenas 30 segundos, el ladrón arrasó con los billetes: unos 140 euros.
El segundo asalto ocurrió el sábado día 3. El atracador repitió en la misma farmacia, aunque esta vez la víctima fue la titular del establecimiento, Asunción Pérez de la Maza. «Estaba despidiéndome de un cliente cuando lo vi a través del cristal y lo reconocí porque había visto en las cámaras de seguridad el vídeo del atraco a mi compañera».
La reacción instintiva de la farmacéutica fue pedirle al cliente que se quedara con ella para no verse a solas con el delincuente. «El atracador pasó junto a él sin mirarlo, vino directamente hacia mí y me dijo: 'Ábreme la caja'». Se apoderó de otros 215 euros, ahora sí blandiendo el cuchillo, y se marchó a paso ligero, «pero sin correr», con parsimonia.
Tras un par de días en blanco, el atracador volvió a actuar en la barriada, en esta ocasión en la farmacia situada en el 14 de la calle Fray Luis de León, junto a los aparcamientos que están enfrente del pabellón de Ciudad Jardín.
El atraco tuvo lugar este martes 6 de febrero, sobre las dos de la tarde. En la botica había cuatro empleadas; tres estaban dentro, colocando la mercancía que acababan de recibir, mientras que la cuarta estaba detrás del mostrador para atender a los clientes.
En esas, entró el ladrón, al que gracias a las cámaras de seguridad pudieron identificar como el mismo individuo que asaltó la botica de San Telmo. «Ábreme las tres cajas», ordenó a la trabajadora. «Las tres cajas», repitió, lo que denota que él o alguien de su entorno conoce el establecimiento.
La titular de esta farmacia, Eloísa Molina, explica que el delincuente, cuchillo en la mano, rodeó el mostrador para hacerse con los billetes de las cajas registradoras (unos 1.250 euros). La trabajadora se movió en sentido opuesto para mantenerse a una distancia prudencial de él.
Como en San Telmo, el ladrón se dio a la fuga a pie, sin correr, y se adentró entre las callejuelas del barrio hasta perderse. No se sabe si se refugió en alguno de los edificios o, como especulan los vecinos, cuentan con un compinche que lo espera en una moto.
Los testigos lo describen como un hombre de unos 45 años, de tez morena y ojos pequeños. Es bajito, tiene barba y su aspecto es desaliñado. Habla español y, por su acento, es autóctono.
Pero lo que más les llamó la atención de su indumentaria es que va «abrigadísimo» para la temperatura que está haciendo estos días en Málaga: va con un gorro de lana calado hasta las cejas, un anorak «acolchado», pantalón de chándal y guantes.
Las víctimas expresan «impotencia», como confiesa Asunción Pérez de la Maza, de la farmacia San Telmo. «Te deja muy mal cuerpo. Mi compañera lo ha pasado peor porque se vio sorprendida por el atracador. Yo lo vi llegar, y pensé: 'Otra vez este tío...'».
«Tanto mi equipo como yo nos sentimos frustrados, impotentes y asustados», se lamenta Eloísa Molina. «Espero que lo coja la policía -añade- y que vaya a la cárcel, porque además del grave perjuicio económico que nos ha causado, la inseguridad es un problema para los que estamos todo el día detrás del mostrador atendido al público, expuestos a que nos ocurran estas cosas u otras mas graves».
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