Las bandas internacionales especializadas en robar en casas hacen su agosto pese a la pandemia y el descenso de la criminalidad

Uno de ellos espera fuera, vigilando. El otro se introduce en las zonas comunes del bloque. Es el que asume más riesgo, por eso suele tener más experiencia que el resto. En pocos minutos se cuela en la vivienda, que sabe a ciencia cierta que está vacía. Coge objetos de valor, pequeños y sin posibilidad de ser rastreados –especialmente joyas y efectivo– y sale de la residencia sin tiempo de reacción. En cuestión de segundos están mezclados entre la multitud, buscando su siguiente objetivo.

Así actúan las bandas internacionales de ladrones de casas, profesionales del robo que se mueven como auténticos especialistas del allanamiento y la cerradura forzada. Según indican a este diario desde la unidad de Robos de la Policía Nacional de Málaga, compuesta por agentes habituados al constante juego del gato y el ratón, este tipo de organizaciones se mueven de forma constante por Europa, procedentes de diferentes países, en muchos casos del este. La itinerancia les facilita evadir a la justicia y dificultar la labor de los agentes que les siguen la pista.

Con el confinamiento y el descenso del movimiento en las fronteras, los datos de la delincuencia en la provincia de Málaga cayeron un 22% en el segundo trimestre, pero según indican a SUR desde la unidad de Robos, con la llegada del verano –y el levantamiento de algunas de las restricciones de movilidad– se detectó la entrada en la Costa del Sol de estas organizaciones, que han hecho su particular agosto.

El verano se ha saldado con varias detenciones por robos y allanamientos de morada detectados in fraganti, tanto en municipios de la costa como en la capital. En cuanto a los datos que ofrece el Ministerio del Interior, el número de robos con fuerza sobre las cosas en viviendas han caído un 23%, pero el volumen de casos se ha mantenido en una cifra considerable: 1.802 la segunda mitad del año.

Desde la unidad de Robos explican que uno de los métodos para robar en casas más «institucionalizados» por parte de los grupos internacionales es el conocido como el del 'resbalón'. El diez de agosto la Policía Nacional anunció la detención de dos mujeres que fueron sorprendidas utilizando este método: «Si la casa no tiene echada la cerradura le aplican un poco de champú y con un sistema de plásticos fuerzan el acceso». El método se acompaña del la aplicación de fuerza con un destornillador para que el plástico con el que abren la puerta pueda pasar por el marco. «Es una de las fórmulas más sencillas que hay».

Estas organizaciones hacen la conocida «ruta europea»: pasan por Italia, Francia, España y Portugal. «Suelen estar dos semanas en cada país, llegan seis u ocho mujeres y un hombre, se reparten en parejas». Se hacen pasar por turistas y en vez de llevar guantes utilizan calcetines para no dejar huellas. Además, llevan ropa reversible o intercambiable para cambiar de aspecto dentro de la vivienda y evitar así que les sigan la pista.

Desde la unidad de Robos explican que las bandas de ladrones asentadas de forma perenne en Málaga suelen emplear fuerza, escalas y picos de loros –sistema que emplea una llave de grifería para forzar las cerraduras–. Durante el confinamiento, estos ladrones han sido los que más han actuado en la provincia, especialmente en naves industriales y segundas viviendas –mucho menos que en circunstancias normales–.

Pero con el regreso del movimiento internacional regresaron estos viejos conocidos de la policía. «Se empezaron a ver estos 'resbalones', detuvimos a varios grupos», comentan los investigadores. Se llevan exclusivamente joyas, oro y dinero, no sacan de la casa nada rastreable y que no quepa en el bolsillo. «Van a lo suyo, siempre con seguridad, y cuentan con canales de salida para las joyas». En junio y julio se reactivaron los robos que apuntaban a este tipo de organizaciones, al igual que la presencia de marcas, conocidas como 'chivatos' que permiten saber si la casa está vacía.

Este tipo de marcas, también llamados 'chivatos', son pequeños trozos de plástico transparente u opaco que se adhieren al marco de la puerta. Si al cabo de unos días permanece en el mismo sitio, es que nadie ha entrado en la casa.

Otro de los efectos del confinamiento fue el aumento de posibilidades para hacer butrones en naves industriales. «Los que se dedicaban a robar en casas sabían que la gente no podía salir, así que decidieron dirigirse a estos negocios cerrados». A la hora de investigar estos casos, los agentes se encontraron con el impedimento de que muchos de los asaltos no se detectaron hasta que se volvió a la actividad, por lo que el margen temporal en el que se pudo haber perpetrado el allanamiento es «demasiado grande» como para estrechar el cerco de los ladrones.