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Quienes conocían a Antonia la definen como una mujer muy alegre, muy trabajadora y, sobre todo, como una «madraza» capaz de hacer todo lo que fuera necesario para sacar a sus dos hijos adelante. Primero en La Corta, donde se criaron junto al que durante muchos años fue su pareja, y después en El Molinillo, sola, donde le fue concedida una vivienda social al igual que a otras familias de la barriada. Nunca lo tuvo fácil, trabajando de lo que saliese: cocinera, limpiadora, camarera,... Pero cuando la vida se tuerce, sucede que precisamente su hija fue la que, al ir a visitarla por la mañana, encontrara a su madre muerta en el sofá por la paliza que presuntamente le habría propinado su hermano tras una fuerte discusión. O más bien, la última de muchas en una casa en la que junto a madre e hijo, también solía pasar largas temporadas la pareja de éste.
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Los hechos tuvieron lugar de madrugada, sobre las cuatro, pero no fue hasta las diez de la mañana cuando la hija llegó al domicilio y, tras ver a su madre, pidió ayuda a los vecinos de este bloque de viviendas sociales situado en la calle Juan de Encina. Antes de ser detenido, el supuesto matricida había salido a tomar algo a un bar de la zona y, según aseguran algunos vecinos, ya anticipó a su hermana que le había dado una paliza a su madre.
«Hasta que no la ha matado no ha parado», se lamentaba uno de ellos claramente indignado. Como el resto de personas que se iban acercando tras conocer la trágica noticia. «No me lo puede creer. Una amiga ya me había dicho que más de una vez se había metido en medio para evitar que pegara a su madre», comenta una vecina. «Qué pena más grande, anteayer los vi a los dos desayunando en la cafetería», añade otra en medio del corrillo.
Frente a ellas, otro grupo más joven de hombres coincide en destacar «lo buena mujer» que era Antonia, pero también el carácter «conflictivo y problemático» de su hijo. En esos momentos, un grito roto silencia a todos los presentes. Es el llanto desgarrado de la hija saliendo del portal. Unos segundos después, los que aparecen son los servicios funerarios sacando el cuerpo de Antonia una vez que el médico forense concluía el levantamiento del cadáver y la inspección ocular.
Es entonces cuando en la esquina del bloque se produce un enfrentamiento entre familiares de Antonia y la pareja del detenido, a la que también responsabilizan de lo ocurrido. Aunque el altercado no fue a más por la presencia policial y el gesto de otros allegados que se llevaron a los familiares de la víctima para alejarles de un barrio marcado por la indignación, la rabia, el estupor, la pena y, sobre todo, el dolor. Mucho dolor.
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