La historia del Instituto Armado es la de todas las personas que, movidas por su vocación, decidieron dedicar su vida a ayudar a la ciudadanía. Una historia que se empezó a escribir hace casi dos siglos y que continúa viva gracias al sacrificio de quienes ... siguen luciendo con orgullo su uniforme verde. Precisamente, este martes la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga ha acogido un acto solemne para festejar el 180 aniversario de la fundación del Cuerpo y hacer entrega de una treintena de condecoraciones por los servicios prestados.
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Una de las agentes galardonadas ha sido Rocío López, quien se recuerda correteando y jugando cuando solo era una chiquilla en el mismo patio en el que hoy ha sido reconocida por su labor en el Grupo de Intervención Rápida. Hace casi 16 años que forma parte de la Benemérita, aunque de pequeña ya admiraba los valores de la Guardia Civil, transmitidos por su padre, quien también forma parte de la historia de este Cuerpo. «Mi primera foto de uniforme la tengo aquí con él y ahora, 15 años después, vuelvo a hacerme una nueva pero ahora con una medalla, que para mí es un orgullo», cuenta.
Muy cerca de esta misma Comandancia también creció el guardia civil Francisco Morón, quien suma más de tres décadas de trayectoria en el Instituto Armado. «Todo lo que tengo es gracias a la Guardia Civil», aseguraba emocionado tras ser distinguido por su papel en una operación que se saldó con una importante incautación de droga y varios detenidos en una embarcación. El agente forma parte del Centro Operativo de Servicio (COS), que es la unidad desde la que se gestionan todas las emergencias.
Los miembros de este grupo son quienes atienden en primer lugar a las personas que avisan de que están en apuros. Para Morón, el caso que nunca olvidará es el del pequeño Julen. «Nosotros en la Sala recibimos la primera noticia a través del 112 y fuimos quienes empezamos a coordinar todo el servicio, que luego resultó ser muy complicado por las circunstancias en la que ocurrieron», recuerda, todavía con un nudo en la garganta. Como reconoce, fueron trece días en vilo, en los que ningún efectivo dejó de estar pendiente a lo que sucedía en Totalán y en los que se intentaron aferrar a la esperanza, a pesar del desenlace: «Nos marcó bastante a todos».
No solo se ha reconocido a efectivos en activo, como López y Morón, también a ocho agentes retirados recientemente tras una vida dedicada a velar por la ciudadanía. Es el caso de José Carlos Gómez y Antonio Martín, quienes aseguraban que nunca dejarán de ser guardias civiles, por mucho que ya les haya tocado colgar sus uniformes. Los valores del Instituto Armado continúan vivos en ambos, que coinciden en que los servicios humanitarios han sido los que más huella les han dejado a lo largo de su carrera.
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