Quince horas duró su cautiverio. En ese tiempo, la víctima fue sometida a una auténtica tortura que incluía, en palabras de la fiscal, toda clase de «humillaciones y sevicias» que fueron grabadas por los acusados con un teléfono móvil.
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Fue precisamente uno de ... sus vídeos, que saltó a las redes sociales, lo que permitió a la Guardia Civil localizar el lugar del secuestro y detener a los captores, que se sientan esta semana en el banquillo para enfrentarse a una posible condena a nueve años y nueve meses de cárcel, respectivamente.
Todo comenzó a las 23 horas del 12 de marzo de 2018. El joven fue retenido contra su voluntad en el domicilio de uno de los acusados, «amenazándole continuamente bien con una catana o con un cuchillo de grandes dimensiones», según las conclusiones provisionales del Ministerio Público.
Sobre las 1.56 horas del día 13, presuntamente le obligaron, bajo amenazas con una catana, a bajarse los pantalones y lo humillaron. Durante las horas siguientes, le habrían propinado todo tipo de golpes y puñetazos por el cuerpo, «sometiéndole a una brutal paliza», dice la fiscal, todo ello mientras lo grababan con un móvil.
La publicación de uno de esos vídeos en redes sociales fue clave para su liberación. La Guardia Civil lo rescató a las 14.35 horas. Tenía el rostro «desfigurado» y estaba atemorizado y totalmente desorientado.
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La víctima, para quien la fiscal pide una indemnización de 8.000 euros, sufrió un traumatismo craneal, pérdida de conciencia y amnesia, así como policontusiones por todo el cuerpo. El joven presenta estrés postraumatico «con limitaciones psíquicas de ligera intensidad e importancia que menoscaban algunas de sus actividades de la vida diaria».
Para la fiscal, que solicita además una orden de alejamiento de 500 metros durante 12 años y 9 meses, estos hechos constituyen delitos de detención ilegal, contra la integridad moral y lesiones.
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