El acusado de violar a su hija menor durante tres años en Málaga niega los hechos y alude a un complot contra él

El encausado rechazó que hubiera comenzado a abusar de su hija en 2011, cuando la víctima tenía 15 años, y que estos episodios se hubieran prolongado hasta que la chica se marchó de la vivienda, una vez que cumplió los 18 años, cuando lo denunció. Tampoco reconoció que, tal y como sostienen tanto el Ministerio Público como la acusación particular, hubiera sometido durante años a la joven a maltrato psicológico y a un férreo control, el cual supuestamente abarcaba desde impedir que saliera de su domicilio y se relacionara con amigas de su edad o ir a casa de las vecinas, hasta obligarla a vestir la ropa que él decidía.

En lo que respecta a la acusación por elaboración de material de pornografía en el que aparecía su hija, el encausado trató de explicar que no era el único que tenía acceso al ordenador y a los discos duros que había en la vivienda, y que él tomaba fotografías a la víctima cuando ella se lo pedía, sin que él las realizara con ningún pensamiento sexual. Del mismo modo, negó que le hubiera dicho a su hija que estaba enamorado de ella o la hubiera manipulado infundiéndole sentimientos de culpabilidad para que no lo delatara.

También declaró la propia perjudicada, quien testificó tras un biombo para no coincidir en la sala con su progenitor. De acuerdo con su relato, la situación familiar que vivió en el inmueble desde cría era muy complicada por el maltrato que ejercía hacia ella y su madre, a quienes «anulaba como personas» desde antes de que comenzasen las agresiones sexuales hacia ella, cuando tenía 15 años. Según explicó, una vez que dieron inicio, el hombre aprovechaba cada situación en la que se quedaban a solas para violarla, lo que también ocurría por las noches, cuando el resto de la familia dormía.

La víctima contó que él ni siquiera tenía que amenazarla para cometer las violaciones, dado que ella no veía otra alternativa por el miedo que le infundía. En este sentido, explicó que él solía culparla de la situación que vivía y que eran continuas las vejaciones. Además, de acuerdo con su declaración, su vida consistía en ir de la casa al colegio y quedarse en su casa por las directrices de su progenitor, quien las castigaba a ella y a su madre si no obedecían. Únicamente hablaba con una vecina de su edad a través de una ventana cuando él no estaba.

A los tres años de sufrir los abusos decidió romper su silencio, siempre según su versión, y se lo contó a su madre, tras lo que el hombre abandonó la casa. No obstante, al tiempo volvió y él actuó con un perfil bajo, hasta que un día volvió a intentar agredirla sexualmente, a lo que ella se opuso. Fue entonces cuando se marchó de la casa y acudió a los servicios sociales para pedir ayuda, donde los trabajadores la convencieron para que denunciara, como finalmente hizo, a pesar del miedo y la culpabilidad que sentía. Según ha expuesto, el trauma causado por estos hechos la ha llevado a estar en tratamiento durante años.

En lo que respecta a los documentos de contenido sexual que presuntamente tomó su progenitor, la perjudicada indicó que era frecuente que el procesado cogiera el móvil y le tomase fotografías o vídeos, sin que ella tuviera capacidad para negarse, siempre por el temor a represalias por parte del hombre dado el ambiente de control y maltrato psicológico que se vivía en el domicilio.

El juicio está previsto que continúe este martes, tras lo que quedará visto por los magistrados para el dictado de una sentencia.