La violencia sexual entre adolescentes no deja de aumentar

Tres datos muy concretos dan idea de la gravedad de la situación. Casi el 10% de los adolescentes entrevistados por expertos en violencia infantil de la Universidad de Barcelona admiten que han sufrido algún tipo de ataque o agresión sexual por otros chicos o chicas en el último año, uno de cada cinco menores que llamó entre 2019 y 2023 al teléfono de ayuda de la Fundación Anar narró ser víctima de alguna clase de violencia sexual por parte de otra persona de edad similar y uno de cada tres implicados en ataques sexuales grupales o en manada en nuestro país es un menor, según las investigaciones y denuncias del Ministerio del Interior.

Las agresiones en el mundo físico no son pocas, pero el mayor escenario de la violencia sexual entre adolescentes es el digital. Hasta el 60% de ellos ha sufrido en alguna ocasión vejaciones, acosos o ataques, al menos el 12% en el último año, y buena de las agresiones proceden de compañeros, conocidos, amigos e incluso de la propia pareja.

«Aunque los casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes siguen siendo en su mayoría perpetrados por personas adultas, llama la atención el elevando volumen de casos cometidos por otros menores», alertó hoy Carles López, presidente de la Plataforma de Infancia. »Este es un mensaje para políticos. La violencia sexual entre adolescentes no para de crecer. Es importante que nos preguntemos por qué y que nos planteemos qué está fallando, sin criminalizar a la adolescencia, pero sí haciéndoles partícipes. Necesitamos poner en marcha políticas públicas que miren de frente a este problema», reclamó López.

Es la preocupación que está detrás de la campaña 'Una adolescencia sin violencia sexual', compuesta de diversas piezas audiovisuales protagonizadas por adolescentes, que hace un llamamiento a políticos, administraciones, profesorado y progenitores sobre este peligro. La clave para la plataforma está en adoptar políticas públicas que aborden la falta de una educación afectivo sexual de calidad, lo que incide en el consumo de pornografía como manera de buscar las respuestas que no encuentran en otro sitio, normalizando por esta vía la violencia sexual.

«Es necesario poner en marcha medidas que ofrezcan a los adolescentes educación afectivo sexual y también educación en el entorno digital, tanto para los propios chicos como para familias y profesionales, para conocer los riesgos existentes y las herramientas que hay para protegerlos, al tiempo que se establecen mecanismos de denuncia adecuados y que quienes trabajan en centros educativos, sanitarios o en servicios sociales están formados y coordinados», demandó Ricardo Ibarra, director de la Plataforma de Infancia.

Una víctima de violencia sexual en la infancia o adolescencia tarda de media 17 años en contar o comunicar lo que le ha sucedió, entre otras cosas por la falta de canales de denuncia o de comunicación claros, accesibles y universales, que den seguridad a las víctimas para dar el paso de denunciar, y porque desconocen los ya existen. «Una comunicación rápida de un caso de violencia sexual es esencial para la protección de la víctima y para su recuperación», concluyó Ibarra.