Un jurado popular formado por nueve personas y dos suplentes, que será seleccionado este lunes, tendrá en su mano el veredicto del juicio contra el acusado Jesús Pradales, en prisión preventiva desde hace casi dos años, como presunto autor del homicidio de Juana Canal. Una ... vecina del distrito de Ciudad Lineal (Madrid) -de 38 años y con dos hijos- que desapareció en 2003 y cuya muerte se resolvió 19 años después tras un hallazgo casual de sus restos en un paraje de Ávila.
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La vista oral se celebrará desde este lunes hasta el 4 de octubre y la Fiscalía de Madrid y la acusación particular solicitan una condena de 15 años de cárcel por un delito de homicidio consumado. El fiscal aprecia una agravante de parentesco mientras que el abogado de la familia entiende que concurre un agravante de género.
La defensa, por su parte, expondrá que la muerte fue accidental y que después su cliente, probablemente por miedo insuperable, se deshizo del cuerpo en la vivienda que compartían, descuartizándolo y trasladándolo en maletas a un monte del Valle del Alberche, a 100 kilómetros del lugar del crimen. No obstante, de forma subsidiaria pide que se aprecie un delito de homicidio con las atenuantes de confesión y dilaciones indebidas.
Antes de llegar a juicio, el letrado del acusado intentó sin éxito solicitar la nulidad de las diligencias acordadas con posterioridad al 23 de noviembre de 2020, lo que engloba su detención y su declaración ante la jueza. También que le procesaran por un delito principal, homicidio imprudente, para evitar que el caso acabara en un jurado popular. El tribunal de apelaciones de la Audiencia de Madrid no le dio la razón. Pero en las cuestiones previas del juicio volverá a reclamar estos argumentos en busca de nulidades.
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El feriante Jesús Pradales, de 55 años, casado y padre de tres hijos con su nueva pareja, con la que rehízo su vida cuatro meses después de la desaparición de Juana, fue detenido el 26 de octubre de 2022. Una larga investigación policial de tres años y medio, cuyo punto de partida fue el hallazgo por parte de unos senderistas de un trozo de tibia y del cráneo en las proximidades de Navarredondilla (Ávila).
Pradales, entonces taxista, manifestó ante la jueza que la víctima le amenazó con clavarse un cuchillo y culparle en el transcurso de una discusión en la que habría fallecido de forma accidental tras golpearla para evitar una agresión. Fue la segunda versión que mantuvo ante la Policía, tras cambiar de abogado, porque en la primera declaración se derrumbó y sí confesó el homicidio.
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Los hechos se remontan a la madrugada del 23 de febrero de 2003 en la vivienda de la calle Bolmano de Madrid, cuando Jesús inició con Juana una última discusión tras tratar la fallecida, según el primero, de echar por el inodoro los 700 euros de la carrera del taxi de aquella noche. La Policía ya se había personado horas antes en la casa, llamada por Juana, «quienes tras entrevistarse con ambos abandonaron el mismo al entender que no era necesaria ni su presencia ni actuación alguna».
Posteriormente a esta discusión, siempre según la defensa, y «ante la intención de Jesús de abandonar dicha vivienda, Juana comenzó a agredirle y golpearle con sus manos y puños con la intención de evitar que abandonase el domicilio, llegando incluso a quemarlo con un cigarrillo». El acusado trató de protegerse poniendo sus antebrazos en la cara y cabeza. En el transcurso de esta situación, Jesús extendió su brazo derecho para repeler y apartar a Juana «sin intención de causar ni daño ni mucho menos la muerte a la misma con dicha acción, perdiendo ésta la estabilidad como consecuencia del impacto y de su probable afectación por el consumo de alcohol y pastillas, golpeándose la cabeza de manera violenta con el suelo y falleciendo instantáneamente».
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Ante el hecho de que Canal hubiera fallecido «a causa de tal fortuita y desgraciada acción», y ante el evidente temor de que lo acusasen de causar voluntaria e intencionadamente su muerte al haber estado previamente la Policía, «procedió a esconder el cuerpo sin manifestar a nadie lo ocurrido realmente». Posteriormente, regresó a su casa de Madrid, limpió las manchas de sangre del baño y dejó una nota dirigida a Sergio, hijo de Juana, en la que mencionó una desaparición voluntaria de la mujer por sus problemas con las adicciones.
«Sergio, hemos vuelto a discutir. Ha llamado a la Policía y todo. Tu madre se ha tomado un montón de pastillas y se ha ido. Ha habido un momento que ha quedado muy 'grogui'. Me ha amenazado con beber, me voy a buscarla». Pradales «presentó una denuncia por lesiones poco después de que la familia de Juana informara de su desaparición».
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Los dos hijos de la fallecida -Sergio fallecería muy joven una década después- y sus hermanas no volvieron a saber nada más de Jesús. Se lo tragó la tierra. La Policía le tomó declaración en 2003 e incluso inspeccionó su taxi, pero no encontró nada relevante ni contradicciones en su relato y se decantó con el paso de los meses por la huida voluntaria.
La causa se guardó en un cajón casi 16 años nada menos. Hasta que el hallazgo casual de los huesos de Juana en un monte de Ávila, a pocos kilómetros de una finca del padre del acusado, lo cambió todo. Un consuelo para la angustiada familia de la fallecida, víctimas de un error inmenso, de un agujero del sistema que no les dio protección. Este lunes comienza el juicio por la verdad de Juana Canal.
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