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Miembros del movimiento Heraldos del Evangelio firman en un libro de honor ante una imagen de Juan Pablo II, su valedor. R. C.
Así son los últimos cruzados

Así son los últimos cruzados

El Vaticano interviene los Heraldos del Evangelio, un movimiento católico ultraconservador nacido en Brasil e inspirado en las órdenes medievales

darío menor

Domingo, 6 de octubre 2019, 00:29

Con sus túnicas de aspecto medieval en las que destaca una gigantesca cruz de Santiago en el pecho, sus botas de caña alta perfectamente lustradas y sus llamativos modos marciales, los Heraldos del Evangelio no pasan desapercibidos en ninguna celebración. Verles es como tener delante a los miembros de una orden caballeresca medieval. Este movimiento ultraconservador católico, que cuenta con más de 3.000 sacerdotes y consagradas y se ha extendido por 70 países tras ser reconocido por san Juan Pablo II en 2001, se encuentra desde el pasado sábado intervenido por la Santa Sede debido a los problemas ligados al «estilo de gobierno, la vida de los miembros del consejo, la pastoral vocacional, la formación de nuevas vocaciones, la administración, la gestión de las obras y la obtención de los recursos». La información ofrecida por el Vaticano para explicar el nombramiento del cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis, arzobispo emérito di Aparecida, como nuevo comisario pontificio de los Heraldos del Evangelio, deja bien claro que casi no había aspecto que funcionara bien en esta realidad eclesial.

La intervención de la Santa Sede llega dos años después de que comenzara una visita apostólica (inspección) abierta tras varios años de rumores sobre las irregularidades, hermetismo y extremismo conservador de este movimiento nacido en Brasil como asociación internacional de fieles. De ella derivan una sociedad sacerdotal y otra de mujeres consagradas. Las tres ramas estaban hasta pocos días antes del inicio de la visita apostólica en 2017 controladas por el fundador de los Heraldos del Evangelio, João Scognamiglio Clá Dias, 'hijo espiritual' de una figura imprescindible del catolicismo conservador latinoamericano como fue Plinio Corrêa de Oliveira. Fallecido en 1995, Corrêa de Oliveira creó la asociación brasileña anticomunista Tradición, Familia y Propiedad (TFP). Los Heraldos nacieron como una escisión interna de TFP, que se destacó en su momento por su oposición al Concilio Vaticano II y su choque con los obispos brasileños más liberales. Aunque están peleados por el reparto de propiedades inmobiliarias, ambos grupos coinciden en el culto a Corrêa de Oliveira e incluso a su madre, Lucilia Ribeiro dos Santos.

La gota que habría colmado la paciencia de la Santa Sede con esta realidad eclesiástica es la aparición de varios polémicos vídeos. En uno de ellos se ve a João Scognamiglio Clá maltratando a una joven consagrada rodeada por otras compañeras. En otra filmación, el fundador está rodeado de un numeroso grupo de sacerdotes mientras uno de ellos lee la supuesta transcripción de un diálogo entre un exorcista y el demonio. La conversación en algunos momentos resulta demencial y en otros delirante. La parte más difícil de aceptar para el Vaticano debió de ser cuando Scognamiglio Clá sonríe mientras los curas se ríen después de que el diablo contara que el Papa Francisco iba a morir por un golpe durante un viaje. «Mantenían un doble discurso. De manera oficial se elogiaba al Pontífice, pero en privado hablaban muy mal de él, criticándolo de modo durísimo y presentándolo incluso como el Anticristo», explica el sociólogo Massimo Introvigne, director del Centro de Estudios de las Nuevas Religiones y que lleva años estudiando a los Heraldos del Evangelio.

Exorcismos

«También contaban con una ritualidad extraña, que incluía supuestos exorcismos y prácticas penitenciales severas. El Vaticano tendrá que verificar ahora si son verdad las acusaciones que se les hacen», sostiene Introvigne, que considera que «sólo era cuestión de tiempo» que se produjera la intervención de la autoridad eclesial debido a los múltiples «elementos extraños». El Papa parece en cualquier caso dispuesto a darles una segunda oportunidad al elegir como comisario a un cardenal como Damasceno, que no es enemigo de los Heraldos. «Se quiere dialogar. La minoría más radical es probable que no lo acepte y se acabe yendo, pero la mayoría aceptará el recorrido de reforma», sostiene el experto. También la Justicia brasileña ha abierto una investigación para aclarar si se han producido abusos.

Aunque este movimiento tiene una modesta presencia en España, donde cuenta con menos de un centenar de miembros, está bien relacionado con algunos pastores. El pasado mes de mayo Ginés García Beltrán, obispo de Getafe, bendijo la primera piedra de la nueva iglesia que han proyectado en Sevilla la Nueva los Heraldos del Evangelio. Les dedicó entonces amables palabras e incluso lució en sus vestiduras litúrgicas la cruz de Santiago, símbolo de esta realidad, cuyos miembros se encargaron hace unos años de la Escolanía de Covadonga cuando era arzobispo de Oviedo Carlos Osoro, actual cardenal arzobispo de Madrid.

Los Heraldos

  • Reforma. Dos años ha durado la visita apostólica (inspección) a esta realidad eclesial que, desde el pasado sábado, se encuentra comisariada por la Santa Sede.

  • 3.000 sacerdotes y consagradas aproximadamente pertenecen a los Heraldos del Evangelio, movimiento ultraconservador católico nacido en Brasil y reconocido desde 2001 por el Vaticano. Se distinguen por sus formas marciales y su túnica de aspecto medieval.

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