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Izaskun Errazti
Sábado, 15 de abril 2023
La apuesta de Turquía por el turismo sanitario ha sido hasta ahora una historia de éxito. Medio millón de visitantes en 2018, después de que el gobierno apostara por esta vía de ingresos. Un crecimiento exponencial en los siguientes ejercicios que lleva a una previsión ... para este 2023 de alcanzar los dos millones de clientes guiados por unos precios imbatibles en tratamientos médico-estéticos supuestamente a la vanguardia mundial. Y unos ingresos previstos para el país de más de 17.600 millones de euros. La gallina de los huevos de oro. Un negocio viento en popa que en las últimas semanas ha comenzado a tambalearse por las noticias surgidas en Europa sobre numerosas negligencias médicas que ponen en riesgo su solvencia a largo plazo e invitan a otros países a recomendar a sus ciudadanos que no se arriesguen a entrar en un quirófano en tierras turcas.
El pasado mes de marzo, el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) confirmó 53 nuevos casos de botulismo -enfermedad grave que paraliza los músculos del cuerpo- en pacientes que se habían sometido a inyecciones intragástricas de toxina botulínica (bótox) para perder peso en el paraíso de la medicina 'low cost'. Las autoridades sanitarias de la UE desconocían entonces la nacionalidad de estos afectados, que se sumaban a los 14 que ya habían sido notificados con anterioridad -12 en Alemania, uno en Austria y otro en Suiza-, pero tenían constancia de algunos detalles sobre 63 de los 67 enfermos contabilizados en total: 60 se habían operado en un hospital privado de Estambul, mientras que los otros tres pasaron por el quirófano en un centro de Esmirna, al oeste del país. También sabían que las intervenciones fueron realizadas entre el 22 de febrero y el 1 de marzo, según los datos comunicados por el Ejecutivo turco, que ya ha clausurado los dos centros relacionados con el brote tras concluir su investigación que el producto empleado no era el adecuado ni fue administrado de manera apropiada. Mientras, la última actualización de datos realizada por el ECDC, de 30 de marzo, eleva a 87 los casos.
Las reacciones no se han hecho esperar. Reino Unido, con 22 muertos sobre la mesa desde 2019, y Alemania, principal país afectado con una treintena de enfermos de botulismo al cierre del mes pasado, alertaron de inmediato sobre estas prácticas y aconsejaron no recurrir al turismo sanitario en Turquía. Ahora, el Ministerio español de Asuntos Exteriores también recomienda la «máxima precaución» a quienes quieran desplazarse al país otomano para someterse a algún tipo de intervención quirúrgica de carácter estético tras confirmarse cuatro muertes de españoles en los últimos meses derivadas de una mala praxis y un número parecido de operados con graves secuelas.
Las consultas de las sociedades científicas de especialistas que tratan la obesidad en España se han llenado en el último año de pacientes que han sufrido en sus propias carnes los efectos de intervenciones de cirugía bariátrica realizadas en el extranjero, especialmente en Turquía. Los expertos sostienen que no es sólo el precio, casi tres veces inferior en aquel país, lo que anima al paciente a hacer la maleta. El principal motivo, advierte el presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO), Andrés Sánchez Pernaute, es la «inasumible lista de espera, de hasta tres o cuatro años» que existe en la mayoría de los hospitales públicos en la Península ibérica, donde el 53% de la población tiene un exceso de peso y más del 17% es obesa, según una encuesta realizada por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).
«Estamos operando a menos del 2% de los pacientes que lo necesitan», que son víctimas de «una patología grave que condiciona la calidad de vida y la supervivencia», advierte Sánchez Pernaute, quien insta a las autoridades a «regular el acceso» a este tipo de cirugía y a «poner los medios» para que sea considerada «prioritaria». También por parte de las aseguradoras que, critica, mantienen «unos criterios de selección injustos» y aún ven este tipo de operación «como un tratamiento cosmético».
Pese a las trabas que se encuentran aquí, los expertos animan a la ciudadanía a descartar el turismo sanitario, especialmente el relacionado con la obesidad, porque procedimientos como las inyecciones de bótox gástrico que tanto han dado que hablar «ni han demostrado ser seguros ni están avalados científicamente». «Antes de realizar una intervención de este tipo hace falta una evaluación a fondo por parte de un endocrino, un psicólogo, un psiquiatra... y eso no se logra ni por teléfono ni por correo electrónico», los medios más utilizados para contratar las operaciones a través de agencias que también gestionan el viaje y el alojamiento en Turquía.
Lola Sopeña, presidenta de la Sociedad Española de Clínicas de Medicina y Cirugía Estéticas (SEMYCE), apuesta por educar al paciente. «Por hacerle ver que operarse es algo serio, que hablamos de meternos a un quirófano y no podemos ponernos en manos de cualquiera». Los profesionales del gremio llevaban tiempo observando «las barbaridades» de Turquía. Pero no hablaban sobre ello «para que nadie pensase que lo hacíamos por una cuestión de competencia desleal o porque nos quitaban clientes». Ahora que el Ministerio ha dado «el primer paso» ya pueden despacharse a gusto. «España es el país de Europa donde más cirugía estética se realiza, en el 99% de los casos sin ningún problema. Tenemos profesionales de altísimo nivel y hay operaciones que se niegan a realizar por no poner en riesgo al paciente. En Turquía te hacen lo que pidas, hasta dos o tres cirugías a la vez, y frecuentemente en hospitales que no tienen ni UCI», lamenta la doctora.
Después, dice Sopeña, son muchos los pacientes que buscan en las clínicas españolas una solución a los «destrozos tremendos» con los que regresan. A menudo por haber recibido el alta mucho antes de lo conveniente por una cuestión meramente económica. «¿Cómo puedes hacerte cuatro o cinco mil kilómetros en avión con una abdominoplastia abierta?», se pregunta la presidenta de SEMYCE. Además, advierte, «si un médico toca una cirugía sin saber ni dónde ni cómo se ha hecho, ni qué pruebas se le han practicado al paciente y se complica, la culpa es del último cirujano que ha intervenido. Por tanto, aquí no le va a tocar nadie».
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Son «muchísimos» los lamentos que Carmen Romero, al frente de la Asociación Defensor del Paciente, ha escuchado de personas «sanas, que van a mejorar su aspecto y acaban corriendo serios riesgos». Son víctimas, afirma, «de consentimientos engañosos que una vez firmados les dejan sin la posibilidad de denunciar». Bien lo sabe Carlos Sardinero, de Sardinero Abogados, que tramita los casos de numerosos afectados por intervenciones fallidas de Odontología y cirugía bariátrica. «El problema fundamental es que hay que enfrentarse al derecho turco, muy poco desarrollado en comparación con España, por lo que allí muchos derechos se desconocen, como el de ser informado de los riesgos, el pronóstico, alternativas de tratamiento...», indica el letrado. Sardinero recuerda que la mayoría de las intervenciones se contratan a través de una agencia de viajes y que, una vez allí, el paciente conoce al médico «que supuestamente le va a operar» en una empresa «cuyo entramado jurídico desconoce. En caso de necesidad, ¿a quién reclama?».
No sólo el final es malo en estos casos. También el comienzo, afirma el abogado. Desde el momento que el paciente, animado por el bajo precio de la intervención, emprende viaje a Turquía sin una exploración física, «porque eso aumentaría el gasto», expuesto a complicaciones que podrían incrementarlo todavía más «si fuera necesario el traslado a otra clínica o incluso coger un avión medicalizado para regresar a España». Es entonces cuando el chollo turco acaba convirtiéndose además «en un drama económico».
Se inyecta toxina botulínica en el fondo del estomago con una aguja endoscópica. El precio medio en España es de 8.000 euros y de 1.200 en Turquía
Consiste en recuperar el pelo perdido a través de un autotrasplante capilar. El precio medio en España ronda los 5.000 euros (según la zona a tratar). En Turquía se practica por 1.950 euros.
Consiste en eliminar el exceso de grasa que no se pierda tras una dieta o a través del ejercicio regular. 4.500 euros en España si se hace en vientre y 3.000 en glúteos. El precio en Turquía es de 1.900 y 2.200 euros, respectivamente.
Se pega una fina lámina de material en la cara visible de los dientes. Entre 500 y 900 euros por carilla en España. De 180 a 240 euros en Turquía.
Retirar el exceso de piel de los párpados superiores e inferiores. 4.800 euros en España, 1.400 en Turquía.
Consiste en tensar la cara y corregir el óvalo facial. El precio medio en España es de 12.000 euros, y de 2.000 en Turquía.
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