Un crucero atraca en Barcelona, ciudad que pidió la reducción del número de buques que recibía el puerto para mejorar sus datos de calidad del aire. David Zorrakino

El transporte lastra el esfuerzo del sector eléctrico para rebajar las emisiones contaminantes

Un informe independiente atisba un retroceso en la descarbonización durante 2024 por el aumento del consumo de productos petrolíferos

Martes, 7 de enero 2025, 14:17

El balance de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del año 2024 no anuncia buenas nuevas. Después de celebrar un descenso del 7,6% durante el anterior 2023, un informe independiente adelanta datos que revelan el nulo avance en la descarbonización de España en ... el pasado ejercicio. El Basque Centre for Climate Change (B3C) y el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA) ofrecen datos adelantados de la trayectoria del año pasado y, lejos de seguir su camino descendente, apunta a una subida de casi un 1%.

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Esto deja una factura contaminante que no difiere sustancialmente de la que se tenía en el año 1990, el año de referencia para plantear los objetivos de descarbonización en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Así, las emisiones se sitúan ahora un 3,2% por debajo de aquel año, cuando la meta marcada por el Gobierno español es bajarlas un 32% en 2030. Solo quedan 6 años y un 30% del trabajo. Para lograrlo, habría que registrar un descenso anual del 5,6%. De haberse replicado el logro de 2023, el objetivo no parecería ahora tan lejano.

El Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) no ofrece datos oficiales hasta que publica el adelanto del Inventario de Gases de Efecto Invernadero, habitualmente en el segundo semestre del año siguiente. De hecho, el único dato que ha comentado el Gobierno ha sido el citado del pasado 2023, durante el anuncio de la actualización de la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo del Gobierno por parte de la ministra Sara Aagesen hace unas semanas. Y este será el que envíe a Bruselas sobre el desempeño de sus deberes en este sentido. Pero los citados institutos independientes manejan metodología propia «para ofrecer datos adelantados» -que volverán a ser revisados en febrero para rebajar el margen de incertidumbre estadístico- y analizar qué hay detrás de los mismos.

Así, esta investigación desgrana los motivos del incremento de los gases que contribuyen al calentamiento global, procedentes de distintas actividades productivas, tales como la generación de energía, el transporte o la industria. Y el análisis detallado revela la causa del mal resultado de 2024: el transporte.

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El tráfico en todas sus modalidades -aéreo, marítimo, por carretera- está detrás del aumento del consumo de combustibles fósiles como el petróleo y el gas. Esto lastra los resultados logrados por el sector energético para descarbonizarse, demostrando una vez más que las renovables no son suficientes por sí solas para una economía menos contaminante.

La energía y el transporte, cara y cruz

Al igual que sucedió en 2023, las emisiones procedentes de la generación de energía eléctrica fueron las que más bajaron, pero no compensan las emitidas por el consumo de combustibles fósiles. Así, concluye el citado estudio, «el consumo de productos petrolíferos es el principal factor por el que las emisiones no están bajando al ritmo deseado». Como muestra, entre enero y octubre de 2024 éste aumentó un 5% con respecto al año anterior.

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Esta pauta en el consumo, dice el informe, es generalizada tanto en el sector del transporte como de la industria. No obstante, sí destaca mucho el aumento de la quema de queroseno (12% más), el combustible utilizado en aviación.

Este sector también fue señalado en el balance global de las emisiones que realiza anualmente el consorcio científico Carbon Budget Proyect como uno de los que ha jugado un papel relevante en el balance de 2024. La factura contaminante del transporte aéreo sigue en línea ascendente y no se debe a que sigue recuperándose del parón vivido durante la pandemia de covid de 2020, ya que la cifra supera a la de 2019.

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Más allá de la aviación, el sector transporte al completo es de nuevo el que tiene más peso en el global de las emisiones de GEI en 2024. El ligero descenso en emisiones que mostró esta actividad en 2023 hizo pensar que había tocado techo el año anterior, pero los autores del citado trabajo concluyen que los últimos datos ponen en evidencia que no es así. La subida de este año podría poner las emisiones del sector transporte por encima de las registradas en 2019. «Ni la pandemia de covid ni la crisis energética han podido cambiar esta tendencia», advierten.

«El consumo de productos petrolíferos es el principal factor por el que las emisiones no están bajando al ritmo deseado»

B3C y OTEA

Emisiones en este sector es el antónimo de electrificación, algo que en España sigue siendo asignatura pendiente. Según los últimos datos publicados por los fabricantes, la cuota de mercado de vehículos enchufables (eléctricos puros e híbridos enchufables) alcanzó el 10,4%, superando por primera vez a la de los vehículos diésel, que se situó en 10,3%.

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A pesar de ello, los vehículos de gasolina dominan el mercado con una cuota del 40%. «España está a la cola de Europa en materia de electrificación del transporte, algo que es necesario revertir lo antes posible», reivindican desde el B3C. Junto al transporte, los otros sectores señalados por su débil electrificación son los edificios y la industria.

Este panorama contrasta con el esfuerzo realizado por el sector energético, donde las renovables copan ya el 55% de la generación de electricidad. Gracias al aporte de la hidráulica y especialmente de la fotovoltaica, las emisiones procedentes de esta actividad habrían descendido un 19%. Eso sí, ponen un pero: la eólica sigue estancada después de tres años y «requiere de un nuevo impulso».

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Cartel de restricción de tráfico. EP

Tráfico y contaminación

Las emisiones del transporte tienen su efecto más cercano en al aire que se respira en las ciudades. Ecologistas en Acción ha recopilado datos provisionales de las estaciones oficiales de control de la calidad del aire de una quincena de urbes medianas y grandes, que suman 11 millones de habitantes y una cuarta parte de la población española. «Se comprueba que todas ellas han superado durante 2024 el nuevo valor límite anual establecido por la Unión Europea para el dióxido de nitrógeno (NO2), emitido al aire urbano principalmente por el tráfico motorizado que accede y circula por nuestras calles», informan en un comunidado. Reconocen, no obstante, que en los últimos años se ha reducido progresivamente la presencia de este contaminante, principalmente por la renovación del parque de automóviles y el mayor peso de la gasolina sobre el diésel, el nuevo estándar legal europeo «exige más esfuerzo». Los niveles más elevados de este contaminante se han registrado durante el año pasado en las estaciones Eixample de Barcelona, Plaza Elíptica de Madrid, Granada Norte, Olivereta de València, Avenida Juan XXIII de Málaga y San Basilio de Murcia, con una concentración media anual igual o superior a 30 microgramos por metro cúbico de aire (μg/m3), frente a los 20 μg/m3 que deberían alcanzarse antes del 1 de enero de 2030 y los 10 μg/m3 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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