Samario, europio, tulio, lutecio... Parece la lista de los reyes godos pero son algunas de las tierras raras erigidas en las nuevas reinas del tablero ... geopolítico mundial por su importancia en la fabricación de productos tecnológicos y de defensa, desde las baterías de vehículos eléctricos a los drones de combate. Trump las ha puesto en el foco de la actualidad con su propuesta de ayudar a Zelenski en la guerra contra Rusia a cambio de acceder a los yacimientos de estos minerales en suelo ucraniano. Y quiere anexionarse Groenlandia por la riqueza mineral de la isla, incluyendo sus tierras raras. Paralelamente Europa busca desesperadamente reducir su dependencia de China, que controla el 70% de la producción mundial, con el impulso de explotaciones en su propio territorio, entre ellos en España.
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Y aquí, en esta cruzada de intereses políticos y económicos, las miradas se dirigen hacia una fértil comarca agrícola de La Mancha, el Campo de Montiel, en la provincia de Ciudad Real, rica en cereales, olivares y viñedos, pero que también guarda en sus entrañas grandes reservas de monacita gris, un mineral con alta concentración de neodimio, una de esas tierras raras que han pasado de ser un recurso poco conocido a convertirse en todo un activo estratégico de máximo interés.
«El neodimio es un elemento que se utiliza para la fabricación de imanes muy potentes. Todos los aerogeneradores llevan neodimio, igual que la mayoría de los equipos electrónicos», explica Manuel Regueiro, expresidente del Colegio Oficial de Geólogos y asesor técnico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Los geólogos consultados calculan que del Campo de Montiel se podrían extraer unas dos mil toneladas anuales de neodimio (con un valor de entre 100 y 150 millones de euros), lo que convertiría a España en el principal productor de esta tierra rara de la UE. Con esa cantidad se podrían fabricar 350.000 coches eléctricos o 10.000 generadores eólicos.
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390.000 Toneladas de tierras raras
En 2024 la producción mundial de tierras raras fue de 390.000 toneladas, pero las reservas estimadas superan los 90 millones de toneladas
Las claves
Es el principal país productor con 270.000 toneladas en 2024. Le siguen de lejos EE UU (45.000) y Birmania (31.000).
Las tierras raras son 17 elementos químicos, fundamentales para fabricar dispositivos electrónicos, energías renovables y tecnología militar.
Hay tierras raras en Galicia (Pontevedra), Canarias (Fuerteventura), Castilla y León (Zamora y Salamanca), Andalucia (Almería), Extremadura (tanto en Cáceres como en Badajoz) y Castilla-La Mancha (Campo de Montiel), las únicas actualmente explotables.
Esta misma semana el Ministerio de Transición Ecológica ha abierto a audiencia pública un plan para buscar minerales críticos y tierras raras y no depender de terceros países.
Ese es el interés de Quantum, una compañía española presidida por el empresario Javier Merino –conocido del papel cuché por haber sido marido de Mar Flores– que ha levantado en armas a vecinos y agricultores de la comarca, que parecen estar viviendo –o «sufriendo», como sostienen– una especie de 'déjà vu'.
Y es que casi una década atrás Merino ya planeó una mina de extracción de tierras raras a cielo abierto en la misma comarca, pero el proyecto, que también desató una enorme contestación social, no superó los trámites ambientales, y en 2017 fue rechazado por la Junta de Castilla-La Mancha presidida, como ahora, por Emiliano García-Page.
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La minera recurrió y el Tribunal Superior de Justicia de esa comunidad ratificó en 2021 la decisión del gobierno regional, basada en el «ataque a la biodiversidad» de la explotación minera, teniendo en cuenta que se pretendía desarrollar en un corredor ecológico donde habitan especies protegidas, como el águila imperial, diversas aves esteparias y el lince. También se ponían sobre la mesa las elevadas necesidades de agua en una zona donde no sobra ni una gota.
Fue entonces cuando surgió la plataforma ciudadana Sí a la Tierra Viva, que llevó la voz cantante en la movilización vecinal hasta lograr tumbar el proyecto. Pero la empresa de Merino no se dio por vencida y a principios de 2023 presentó al Gobierno regional un nuevo plan (este de investigación, no directamente de explotación), que ha vuelto a poner en pie de guerra a los 23 pueblos del Campo de Montiel (unos 50.000 habitantes).
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El proyecto, que Quantum ha bautizado como Neodimio (el nombre de la tierra rara que se quiere extraer del subsuelo manchego) afecta a unas nueve mil hectáreas de tres términos municipales, Valdepeñas (31.000 habitantes), Santa Cruz de Mudela (4.000) y Torrenueva (2.700), todos dentro de la demarcación de Campo de Montiel, en una zona distinta pero colindante a la anterior. Quantum propone hacer una serie de catas en el suelo (unas 400 a una profundidad de entre 2 y 5 metros) para confirmar que existe el material que están buscando y entonces activar la fase de explotación, que necesitaría de nuevos permisos.
En cierto modo la historia se repite, aunque en esta ocasión Quantum mantiene un perfil bajo sin querer hacer mucho ruido y remite al Grupo Español de Materias Primas Estratégicas/Críticas (Gempe), un 'think tank', que promueve la investigación minera. Su director técnico, José Antonio Sáez de Santamaría, afirma que se trata «de una gran oportunidad de desarrollo y un buen acicate económico».
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Todo lo contrario opina Sí a la Tierra Viva, que ha reactivado sus protestas, consciente de que esta vez el aire ha cambiado y hay más presión en el ambiente por el contexto de la guerra de Ucrania. «Estamos otra vez en el disparadero», se lamenta Raquel López, agricultora y portavoz de la plataforma.
Al igual que en el pasado, la pelota está ahora en el Gobierno de García-Page, que aún no ha tomado una decisión a la espera de estudiar las alegaciones presentadas al proyecto de investigación por parte de 17 entidades, entre ellas varias organizaciones ecologistas, la Agencia del Agua de Castilla-La Mancha o los tres ayuntamientos afectados. Dos de ellos (Santa Cruz de Mudela y Torrenueva, gobernados por el PP y el PSOE, respectivamente) han rechazado sin ambages la mina, mientras que el alcalde de Valdepeñas desde hace 22 años, el socialista Jesús Martín Rodríguez, quien se manifestó en contra en el pasado, evita ahora pronunciarse hasta que la Junta no resuelva las consultas previas.
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El Gobierno regional sabe de lo delicado del asunto y lleva un año largo sin pronunciarse sobre las primeras alegaciones. En una declaración por escrito a este periódico, la consejera de Desarrollo Sostenible, Mercedes Gómez, dice que siguen recabando informes técnicos «para evaluar ambientalmente si es posible o no realizar el proyecto de investigación», y desliza que la posibilidad de contar con materias primas «es siempre una buena noticia si pueden crear empleo local», para a renglón seguido puntualizar que antes necesitan «la previa convalidación de los ayuntamientos implicados y ser compatibles con el entorno natural y la legislación ambiental de Castilla-La Mancha».
Raquel López lo tiene claro: «La Junta ha de ser valiente y posicionarse en contra. Debe proteger a la gente y no a la empresa. Pedimos que defienda nuestro medio ambiente, nuestros productos agroalimentarios y sobre todo nuestra salud», sentencia.
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López, una filóloga de 57 años que tras acabar la universidad decidió convertirse en agricultora en su pueblo de Castellar de Santiago, en Campo de Montiel, nos ha citado en un paraje del término municipal de Santa Cruz de Mudela señalado en el mapa como una de las cuadrículas mineras. Estamos pisando tierra fértil, pero unos metros más abajo se esconde la monacita gris, el mineral con neodimio y cuya explotación la portavoz ve como «una amenaza» a la identidad de la comarca, ligada a la naturaleza, el turismo rural y los productos con Denominación de Origen como el aceite de oliva, el queso manchego, el vino o el cordero. «Todo esto que ha costado tanto saltaría por los aires», advierte Raquel mientras otea un horizonte verde sembrado de olivos, almendros, encinas, viñedos y cereales como la cebada, el trigo y la avena que se empiezan a desperezar con las generosas lluvias caídas esta semana.
«Pero lo más gordo», alerta la activista, «es la amenaza a la salud por las emisiones radiactivas al extraer el mineral. Y eso no hay dinero que lo pague». De acuerdo a los estudios que maneja, se refiere a la presencia de torio y uranio en el mineral en una proporción «peligrosa, pues las tierras raras, al dispersarse en el aire, el suelo y el agua, ingresan al organismo a través de la inhalación, la ingestión o el contacto dérmico».
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Sin embargo, los geólogos Regueiro y Sáenz de Santamaría, y el profesor Ricardo Prego, químico del Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC) y experto en tierras raras', ven «irrelevante» «inofensiva» o «muy pequeña» la cantidad de elementos radiactivos para ser nocivos.
A Raquel le acompañan Miguel Fuentes, de 62 años, y Ángel Delgado, de 32, dos generaciones de agricultores. Ángel dejó su trabajo en un taller mecánico en Valdepeñas para hacerse cargo de la explotación familiar (cereales y olivos) tras la jubilación de su padre. Podría haber seguido con su sueldo fijo en el taller, pero apostó por el campo. «Quiero vivir de la agricultura y la mina es incompatible con este modelo de vida. Cuando dicen que tenemos un tesoro bajo nuestros pies es cierto, pero no por la monacita, sino porque esta tierra es la que nos da de comer», afirma con un tono calmado que contrasta con el cabreo supino de Miguel. «Me ofende que venga alguien de fuera y se quiera cargar nuestro modo de vida. No queremos que especulen con nuestros campos, por no hablar del agua que va a demandar este proyecto cuando aquí cada gota la administramos como si fuera oro», esgrime el veterano agricultor, que añade otro argumento: «Aquí tenemos la denominación de origen del cordero manchego, del queso manchego, del aceite de oliva, del vino… sabiendo que todo esto se produce en un entorno contaminado de minería de tierras raras, ¿tú lo comprarías en el supermercado? Yo no».
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