El teléfono contra el suicidio recibe 260.000 llamadas en sus dos años de existencia

El servicio, atendido por profesionales especializados, tiene como objetivos fundamentales ser un referente donde los ciudadanos con serios problemas emocionales o en riesgo de autolisis o sus familias, compañeros o amigos puedan llamar para pedir orientación, ayuda o incluso auxilio, siempre con el objetivo de reducir el número de suicidios, en constante crecimiento desde hace una década, especialmente en los últimos años.

Sus expertos no solo ponen en marcha medidas de emergencia para responder a las situaciones de mayor riesgo sino también proporcionan herramientas y estrategias a quienes llaman para tratar de encauzar su situación psicológica hacia un lugar menos peligroso, intentando enseñarles a gestionar de una forma más adecuada su sufrimiento.

El perfil más abundante del usuario del 024 es el de una mujer (sobre el 55% de las comunicantes de las que se pudo conocer el sexo), el de un afectado directo por la crisis psicológica (el 60% de las especificadas) y el de un adulto joven o de mediana edad, con el segmento mayoritario entre los 40 y los 59 años. No obstante, en estos dos años utilizaron este recurso de crisis al menos 10.000 niños y jóvenes menores de edad o muy próximos a esa quinta, pues tenían entre 10 y 19 años.

Los datos oficiales delatan también dos situaciones más atípicas. Unos 23.419 comunicantes no dijeron ni una palabra, solo escucharon, y algo más de 8.500 fueron clasificados como contactos «no pertinentes», entre los que podrían haberse incluidos muchas llamadas inapropiadas o de irresponsables.

El 024 no solo recibió muchísimas llamadas sino decenas de miles fueron muy preocupantes. Más de la mitad de las comunicaciones que han podido ser clasificadas se valoraron como de riesgo medio o medio-alto y más de una de cada diez eran ciudadanos en una situación crítica, bien etiquetada como de riesgo alto (el 8%) o bien inmersos ya en una tentativa de suicidio (casi el 4%).

Vista la gravedad de muchísimos de los contactos no extraña nada que los profesiones de este servicio tuviesen que demandar en casi 13.000 ocasiones la intervención de los equipos de emergencias del 112, por encontrarse los interlocutores o la víctima sobre la que alertaban allegados en una crisis emocional que requería de una ayuda de urgencia.

El teléfono de ayuda a la conducta suicida se activó tras constatarse que en España se habían desbocado tanto los intentos de suicidio como las autolisis con resultado de muerte, que con diferencia son ya desde hace quince años la principal causa de decesos ajena a las enfermedades. En 2022, el último año con datos oficiales, se quitaron la vida 4.227 personas, un 5,6% más que un año antes y casi cuatro veces más fallecidos que los que provocaron todos los accidentes de tráfico.

La cifra es muy alta, pero lo más preocupante es su tendencia al ascenso constante. En 2022 hubo 688 suicidios consumados más que solo cinco años antes, en 2018, lo que supone un aumento del 19,5%. Pero si ya es alarmante el dato general, el problema aún es más dramático si se tiene en cuenta que 212 de quienes se quitaron la vida hace dos años fueron menores de 25 años y que hasta 72 eran adolescentes y jóvenes, chicos de entre 15 y 19 años. El aumento de las autolisis entre los miembros de este último grupo en un solo año puede calificarse de epidémico, pues el ascenso en doce meses fue del 36%.