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La PCR sigue siendo a día de hoy la prueba más fiable para determinar si una persona está contagiada con el SARS-CoV-2 y si tiene la infección activa en ese momento. Pero además de la PCR, hay otras pruebas, conocidas como serológicas, que parten de una muestra de sangre, cuyo objetivo es conocer si la persona ha estado en contacto con el virus y ha generado anticuerpos y, por tanto, ha pasado la enfermedad. El nombre de este tipo de test, ELISA, es un acrónimo en inglés que hace referencia al proceso de análisis que lleva a cabo esta técnica: 'enzyme-linked immunosorbent assay', o lo que es lo mismo, ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA).
Tal y como destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS), los anticuerpos frente a la Covid-19 «se generan durante días o semanas tras la infección con el virus». Por lo tanto, lo que se logra con este test serológico es saber si el paciente ha estado infectado por el virus, sin determinar, por ejemplo, la gravedad de la enfermedad o si la infección pudo haber sido «asintomática».
Hay un gran porcentaje de personas que pasan por esta situación y lo desconocen, pero una conjunción de secuelas puede advertir al afectado de que fue portador de la infección. Un test serológico confirmará después las sospechas. Según estiman los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), hasta un 40% de las personas no presentan ningún síntoma. Existen efectos a medio y largo plazo que el Covid-19 puede causar tanto en aquellos que tuvieron síntomas en la fase aguda como en los que no manifestaron ninguno de ellos.
En declaraciones a Infobae, el epidemiólogo Hugo Pizzi explicó: «Entre los asintomáticos hay un 30% que quedan secuelas crónicas del Covid-19. De ese 30%, hay un porcentaje que le afecta el corazón fundamentalmente con arritmia, a nivel cerebral con irritabilidad e insomnio y a nivel pulmonar quedan pequeñas zonas de fibrosis».
Fiebre, tos seca o cansancio son los síntomas más habituales, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay otros menos comunes como dolores corporales, dolor de garganta, diarrea, dolor de cabeza, conjuntivitis, pérdida del gusto y el olfato o erupciones cutáneas. O más graves como dolores en el pecho o falta de aire. Concretamente, hay siete síntomas o secuelas que pueden advertir al afectado de que ha sido portador de la infección en algún momento.
Resfriado
Es el síntoma que más confunde, ya que dificulta la tarea de diferenciar el resfriado del coronavirus leve sin realizar un test específico. La diferencia sería que los resfriados no causan dificultad extrema para respirar, dolor de cabeza o síntomas gastrointestinales.
Dolor en el corazón
Muchos pacientes que han contraído el virus después tienen problemas cardíacos. En un estudio realizado por JAMA Cardiology a 100 personas y a las que se les realizó resonancias magnéticas, se descubrió que el 78% tenía algún tipo de anomalía cardíaca independientemente de otra condición preexistente.
Tos persistente
En este caso, también comentado desde el inicio de la pandemia, se trata de tos seca, sin flama. Hay que diferenciarla también de la que pudiera aparecer en resfriados. Según los CDC, el 43% de las personas con coronavirus tenía tos a los 14 o 21 días después de dar positivo.
Fatiga o cansancio
Sería una de las secuelas más persistentes y de las más comunes. No es fácil apreciarla o asociarla a un cuadro de coronavirus, porque puede deberse a otros factores, por lo que solo debe preocupar en este sentido si va de la mano de algún otro síntoma relacionado con el Covid-19. Se manifestaría aproximadamente a los 60 días de los primeros síntomas, según JAMA.
Pérdida de cabello
Es otra de las secuelas que suele permanecer tras superar la enfermedad. No es habitual que suceda por sí sola sin estar asociada a otros síntomas. Si es así, puede ser indicador de haber tenido el virus.
Conjuntivitis
También suele presentarse en algunos pacientes, sobre todo en una fase intermedia, aunque es poco frecuente. «El paciente que está internado y sometido a un respirador recibe medicación que puede provocar sequedad en el ojo y le dificulte cerrarlo. Eso provoca que el ojo se ponga rojo y que sea, también, una conjuntivitis pero no infecciosa», declara Pablo Wainberg, jefe médico de Oftalmología del Centro Médico Ambulatorio de Swiss Medial Gorup, haciendo hincapié en aquellos que sí son diagnosticados.
Pérdida del gusto y el olfato
Este es uno de los síntomas que más ha trascendido desde que comenzó la pandemia y que también declara un alto porcentaje de personas que pasan el coronavirus. No sucede siempre, pero tiene una alta incidencia, y de hecho hay muchos casos en los que se tarda en volver a recuperar el sentido total del gusto y el olfato. La clave, por tanto, es que se manifiesta de manera persistente, no temporalmente como en alergias o resfriados.
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