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Son solo tres letras, 'von', solo 'von'. Pero la Ley sobre la Abolición de la Nobleza que Austria aprobó hace un siglo se las arrebató de sus apellidos a las familias de noble casta. Algunos ciudadanos creen ahora que se cometió una «injusticia» con ellos y están dispuestos a mover cielo y tierra para recuperarlas. Para unos es solo una cuestión sentimental. Para otros, un derecho. Así lo concibe Niklas von Beringe, ciudadano austriaco-alemán que, el pasado año, llevó su reclamación ante los tribunales. Lo hizo solo en Austria, ya que en Alemania, pese a que también quedaron suprimidos los títulos nobiliarios, las autoridades permitieron que el 'von' (significa 'de') se siguiera considerando parte del apellido.
Niklas argumentó que esa preposición es parte de la historia de su familia desde 1782, pero de poco le sirvió para convencer al juez, que denegó finalmente su solicitud para poder incorporarlo de nuevo a su nombre. Tras conocer la sentencia, que calificó como «una gran violación» a su «integridad personal», Von Beringe renunció para siempre a su ciudadanía austriaca. «¿De qué tienen miedo exactamente? ¿Temen el regreso de la monarquía?», apuntó.
Acabada la I Guerra Mundial y proclamada la República en Austria, el 12 de noviembre de 1918 el Parlamento culpó directamente a la dinastía de los Habsburgo y a la nobleza de la gran derrota sufrida por el país. Volcaron sobre ellos la frustración popular causada por las represalias que las potencias vencedoras les habían impuesto y, el mismo día en que la Asamblea Nacional se constituyó, el 3 de abril de 1919, las dos primeras leyes aprobadas fueron la expulsión de los Habsburgo y la expropiación de sus bienes, así como la aprobación de la Ley sobre la Abolición de la Nobleza, la Orden Secular de Caballeros y Damas y ciertos títulos y dignidades.
La Constitución austriaca de 1920, en su artículo 149, prohibió cualquier tipo de manifestación nobiliaria. Ni blasones, ni privilegios, ni honores. Los tratamientos 'von' y 'zu' tuvieron que suprimirse de los apellidos bajo amenaza de seis meses de prisión o multa de 20.000 coronas de la época. Se impusieron innumerables sanciones, pero un siglo después, y dado que todos los condenados preferían acogerse a pagar la multa, cuyo importe al cambio actual es de 0,15 euros, se dejó de castigar.
Sin embargo, todos los intentos de derogar o enmendar la ley han fracasado. Sigue vigente y son muchos los que siguen peleando por recobrar legalmente el 'von' en su apellido. El último ha sido el veterinario suizo Niklaus von Steiger, quien se está dejando la piel para que su novia austriaca, Christel Troll, pueda adoptar el nombre de Christel Troll-von Steiger una vez casada con él.
Ha abierto un perfil en Facebook para que todos los austriacos que renunciaron al 'von' en sus apellidos secunden su causa. Niklaus calcula que se trata de unas 2.000 personas, aunque hasta el momento solo medio centenar se han sumado a esta iniciativa, «principalmente nobles, abogados y simpatizantes», asegura. Pero el profesional suizo no pierde las esperanzas. Dice que espera una «avalancha» de quejas de otros austriacos que corren el riesgo de perder el 'von' o quieren reclamarlo. «Si eso ocurre, entonces consideraría una demanda colectiva», apunta.
«La permisividad que hasta ahora habían demostrado las autoridades con aquellos ciudadanos que mantenían el 'von' en sus documentos oficiales se ha acabado. Han vuelto a aplicar con rigurosidad la ley y en cada trámite administrativo, por ejemplo la renovación del pasaporte, los están retirando de nuevo –denuncia Von Steiger–. Austria es el único país de la Unión Europea que prohíbe reconocer el 'von' como parte de un apellido ordinario sin título nobiliario».
Asegura que, en los últimos años, las autoridades austriacas han hecho la vista gorda en muchas ocasiones y han permitido que se conserve el 'von' como parte del apellido, particularmente con fines artísticos. Ocurrió con la familia Von Trapp en 'Sonrisas y lágrimas' ('The Sound of Music') y también con el director de orquesta Herbert von Karajan (Salzburgo, 1908), a quien dejaron utilizar su apellido completo al considerarlo un «alias artístico». Ese fue el pretexto formal utilizado después de que quien fuera director de la Filarmónica de Berlín durante 35 años amenazara con no volver jamás al país que le vio nacer si no le dejaban usar su nombre original.
Niklaus von Steiger está dispuesto a llegar con su campaña «hasta el final». Tiene inspiradores de peso: hasta el mismo presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, ha sido acusado de incumplir la ley por conservar el 'van' en su apellido. El jefe del Ejecutivo ha logrado mantenerlo argumentando que, más que un título nobiliario, lo que indica es «una denominación de origen, un lugar de procedencia».
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