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Profesor de Biología y experto en Tecnología Alimentaria
Lunes, 12 de agosto 2024, 00:03
Podemos estar durante semanas sin comer, pero 24 ó 48 horas sin agua pueden ser mortales. Nuestra composición habla por sí sola, con un 70% aproximadamente de este líquido. Y es que todo depende del agua. Nuestras células son islas rodeadas de agua, citoplasma y ... líquido intersticial. Todo nuestro metabolismo se desarrolla en medio acuoso y lo que necesitamos también se mueve en líquidos cuyo principal componente es el agua (sangre y linfa).
Este mínimo esbozo de la importancia del agua en nuestro medio interno puede permitirnos entender la importancia de una correcta hidratación. Situar la verdadera importancia del agua en nuestras vidas es especialmente necesario en un contexto de cambio climático, donde los veranos son interminables y los records de temperatura sólo un límite continuamente superado.
Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona publicado en la revista 'Nature Medicine' estima que entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre de 2022 se produjeron 61.672 muertes atribuibles al calor en Europa. En términos absolutos, el país con mayor número de muertes atribuibles al calor a lo largo de todo el verano de 2022 fue Italia, con un total de 18.010 fallecidos, seguido de España (11.324) y Alemania (8.173). Estos datos hablan por sí solos de la magnitud del problema.
El mito de los dos litros diarios puede tener cierta validez, pero debe personalizarse al peso, actividad del individuo, temperatura y humedad. Dentro de esos dos litros nunca entrarían el líquido de reposición después de hacer ejercicio. Este sería extra y estaría bien anticiparnos y no esperar a sentir sed. Esto último es especialmente importante en bebés y ancianos que pueden no percibir esta sensación de forma clara y deshidratarse con mayor facilidad. Un buen indicativo podría ser el color de la orina. El riñón es uno de los órganos que más utiliza el agua para su labor de desintoxicación y es donde primero se puede notar que el cuerpo está en modo ahorro. De forma que nada de orinas oscuras y escasas provocadas por la limitación hídrica.
Desde hace muchos años, se ha intentado trasladar a la población la idea de que el agua del grifo no es una opción saludable. Esto tiene especial incidencia en las ciudades costeras. Es cierto que abundan los acuíferos salinizados y que, históricamente, en algunas zonas el agua sabía realmente mal. Pero estas circunstancias, en la inmensa mayoría del territorio español, han mejorado notablemente y hoy en día tenemos una de las mejores redes de agua potable a nivel mundial con cientos de técnicos que analizan diariamente su composición.
Que los especialistas no paren de indicar que no existen motivos para beber agua embotellada en la población normal no ha servido para que el negocio de introducir el agua en plástico deje de crecer. Da igual que como mínimo valga 100 veces más que el agua del grifo, que exista un evidente coste medioambiental en la producción de plásticos y que su traslado sea un verdadero incordio del supermercado a casa. O que se haya descubierto un contenido mucho mayor de microplásticos en las aguas embotelladas y que no exista ningún estudio que afirme la superior calidad de las aguas embotelladas ni que el mito de que las aguas duras producen piedras en el riñón haya sido desmentido por la propia Asociación Española de Urología.
Parece que el marketing desarrollado barre a la evidencia científica y aquí es donde está el problema, porque mucha población se niega a beber agua que no esté embotellada y esto puede limitar la ingesta. Sí, el verdadero problema es no llegar a beber la cantidad de agua que nuestro cuerpo realmente necesita. Ya sea porque no nos queda en casa, por el coste económico que supone o porque no tenemos a mano una tienda, mucha gente reduce el consumo, algo que puede ser un verdadero problema para nuestro funcionamiento interno o estar directamente relacionado con golpes de calor o deshidrataciones en épocas estivales.
Ya hemos hablado de la importancia de tomar la correcta cantidad de agua, que la OMS sitúa en un litro por cada 35 kilos de peso... aunque sabemos que esta regla general puede variar.
Para alcanzar esta cantidad tenemos un aliado importante que no es otro que el agua que contienen los alimentos. De forma que no está de más conocer alguno de los alimentos más hidratantes que existen:
- Frutas: Melón, sandía, manzana o melocotón. Tienen por encima del 90% de contenido en agua plenos de sales minerales, vitaminas y antioxidantes. Lo de que no deben tomarse por la noche es un mito.
- Tomate: Uno de los reyes del verano hasta arriba de licopeno, vitaminas C, K y A, zinc, hierro y potasio, además de con una enorme capacidad de hidratación.
- Infusiones: Casi un 100% de agua con multitud de polifenoles como el té verde o propiedades digestivas como el jengibre.
- Leche: Su contenido en lactosa, proteínas y grasa retrasa su vaciado gástrico, algo que la convierte en una bebida más hidratante que la propia agua, según señala la Universidad St Andrews de Escocia.
- Lechuga, acelgas, espinacas o pepino: Por encima del 95% de agua y con una gran versatilidad para llenar de verde y frescor nuestros platos.
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