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Cuando aún resulta una incógnita cómo se comportará la variante Delta, el SARS-CoV-2 sigue empeñado en mutar. No es extraño: aunque suena aterrador, los virus son mutantes. La mayoría de estos cambios apenas tienen consecuencias, y en algunos casos el propio virus ... llega a alterarse de tal manera que acaba debilitado e incluso desapareciendo. Pero la condición de pandemia que ha adquirido el coronavirus por su extraordinaria capacidad para transmitirse (no por su violencia, como muchos creen: otros virus como el ébola han sido más letales) provoca que cada nueva cepa traiga de cabeza a la comunidad científica.
Ahora es el turno de la variante Lambda o andina, nombres que ha recibido una mutación detectada en América Latina y que ya ha llegado a España. Es la causante de la mayor parte de los contagios en Perú y tiene una alta incidencia en otros países como Argentina y Chile. En nuestro país se sospecha que ha causado un brote con al menos ochenta contagios originado en un local de ocio nocturno en Cantabria. No es una variante nueva: se identificó hace casi un año, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya la ha incluido entre las mutaciones cuya pista debe seguir por su posible resistencia a los anticuerpos (es decir, a las vacunas) y por un «posible aumento de la transmisibilidad», aunque advierte de que aún se necesitan más estudios para conocer su impacto real.
Los expertos se centran en varias mutaciones que la variante Lambda presenta en la proteína S, que permite al virus introducirse en las células humanas. Los primeros estudios sugieren que tendría mayor capacidad de esquivar anticuerpos que las cepas Gamma (sudafricana) y Alfa (británica) y ciertas similitudes con el comportamiento de la variante Delta, que se prevé que sea dominante en Europa en cuestión de semanas. Pero aún no hay evidencias respecto a que sean capaces de sortear la inmunidad que generan las vacunas. Es más, los inyectables aprobados hasta ahora contra el coronavirus han demostrado una enorme eficacia frente a cada nueva mutación del virus.
Entonces, ¿por qué hay que mantener la vista puesta en Lambda? Por el alto poder de transmisión que se le supone: en apenas un año, en Perú ha pasado de causar menos de un uno por ciento de casos a ser responsable de casi el noventa por ciento de los contagios. La detección de los primeros brotes en Europa, como el localizado en Cantabria, avisa de que la variante ya está aquí y recuerda que cuantos más contagios se produzcan, más oportunidades tiene el virus de reproducirse y mutar.
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