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El negocio de los juguetes sexuales vive su momento álgido. Durante el confinamiento, sus ventas iniciaron una escalada que aún no ha encontrado techo. El comercio electrónico y una mayor aceptación social han disparado los resultados de un sector en alza. Su popularidad aumenta entre todas las edades y sexos, aunque las mujeres dominan el mercado a la luz de los resultados de los principales fabricantes mundiales.
Pero, ahora, el llamado síndrome de la vagina muerta viene a aguar la fiesta y a sembrar dudas sobre los efectos que estos juguetes pueden tener, haciendo alusión a la idea de que usar en exceso el vibrador puede llevar a que la mujer pierda sensibilidad, hasta el punto de no alcanzar el clímax o el orgasmo.
Esta hipótesis toma como referencia una investigación realizada por la NCBI (National Institutes of Health), perteneciente al gobierno de EEUU, que reveló que el hecho de aplicar vibración en las manos durante un tiempo, insensibiliza la zona, aunque generalmente en un plazo máximo de una hora esta sensación desaparece. Esta teoría ha llevado a pensar a algunos investigadores que, probablemente, pase lo mismo en el área de los genitales.
«Las mujeres pueden notar que si intentan cambiar a una estimulación de menor intensidad dentro de la misma sesión de sexo, esa estimulación sí va a ser menos efectiva, pero nada más», indica Nicole Prause, neurocientífica y psicofisióloga sexual que también ha estudiado los efectos de los vibradores, y ha querido salir al paso de las conclusiones de esta investigación norteamericana. Prause asegura que no hay datos en firme que respalden las afirmaciones sobre el síndrome de la vagina muerta.
En esa misma línea se ha pronunciado la sexóloga Esther del Moral, quien explica a este periódico que a nivel de terminaciones nerviosas, es normal que se pierda temporalmente la sensibilidad cuando hay un estímulo muy frecuente. «El cerebro se acostumbra a él y pierde la capacidad de sentirlo, pero por puro proceso de adaptación, pero esto es transitorio. Salvo que haya un daño en esas terminaciones nerviosas, no se tiene que perder la sensibilidad de la zona por un exceso de estimulación», zanja.
Pero, entonces, ¿hasta qué punto un vibrador puede reemplazar en intensidad el placer con una pareja y de ahí este síndrome? Del Moral advierte de que la estimulación intensa y constante que tiene un vibrador no la puede ofrecer una persona, y quien se acostumbra a ella, le puede resultar difícil llegar al orgasmo de otra manera. «Es lo mismo que si solo lo consigue masturbándose ella de una forma concreta. Si eso ocurre, cuando llegue otra persona y la estimule de otro modo lo tendrá más complicado para alcanzarlo».
Por eso recomienda variar la estimulación, probar otros caminos para llegar al mismo sitio. «En cualquier caso, hay que restarle importancia al orgasmo. Una relación sexual tiene muchos episodios intensos de placer y si en ese preciso momento para llegar al orgasmo es necesario utilizar un vibrador para alcanzarlo, pues no pasa nada. Si en el resto de la relación sexual disfrutan con sus parejas, puede ser un buen complemento».
En este sentido, Del Moral recuerda los muchos estudios que relacionan la falta de deseo, la carencia de sensibilidad vaginal o vulvar, o la necesidad de recuperar musculación que tienen muchas mujeres (porque han perdido fuerza en el suelo pélvico o porque después de un parto vaginal hay terminaciones que se mueren) con el uso terapéutico de los vibradores.
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