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Más de la mitad de los españoles duerme poco y mal, pero son muy pocos los concienciados de la gravedad de su situación y los ... que tratan de ponerle remedio cambiando algunos hábitos de vida perniciosos y buscando ayuda profesional. Así lo concluye un estudio de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que hace una llamada de atención a todos los ciudadanos con motivo del Día Mundial del Sueño, que se celebra mañana.
Los datos que manejan estos especialistas dejan pocas dudas sobre la validez de sus afirmaciones. El 54% de los adultos españoles duermen menos de las horas recomendadas, el 48% no tiene un sueño de calidad y uno de cada tres se despierta con la sensación de no haber tenido un descanso reparador. Las cifras no son mejores para los niños y adolescentes. El 25% de la población infantil no tiene un sueño de calidad y el 70% de los chicos mayores de once años no duerme el número de horas adecuado.
Y esta falta generalizada de sueño no se explica por lo que se denomina «dormidor corto», personas a las que les basta dormir entre cinco y seis horas para encontrarse bien y descansados. Este tipo de personas no llega al 5% de la población. Para el resto, los adultos deben destinar al sueño entre siete y nueve horas diarias, los niños de más de dos años, más de diez, y los adolescentes y adultos jóvenes, al menos ocho.
«Además de la duración, para que un sueño sea de buena calidad, también debe de ser regular, acorde con nuestro ritmo circadiano o reloj biológico y continuo. Sin fragmentación y cumpliendo con todas sus fases (sueño ligero, sueño profundo y sueño REM). Cuando nuestro sueño no tiene una duración adecuada, cuando los horarios de sueño varían en exceso o nos despertamos frecuentemente, ya no estamos descansando adecuadamente», aclara Celia García, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN.
Aunque hay personas de todas las edades y sexos tienen problemas de sueño, en España son más frecuentes en adolescentes y veinteañeros, en mujeres y en jubilados. El 60% de los jóvenes se quita horas de sueño de forma voluntaria para realizar actividades de ocio y más del 80% utiliza dispositivos con pantalla electrónica en la cama antes de dormir. Solo un tercio de las españolas duermen entre semana al menos siete horas y más de la mitad de los mayores de 65 años padecen algún trastorno del sueño, bien por los cambios fisiológicos que produce la edad o por las alteraciones relacionadas con ciertas enfermedades o sus tratamientos.
De forma general, estos especialistas recuerdan que priorizar el descanso e incorporar buenos hábitos de sueño tiene un impacto positivo para nuestra salud, y al revés. Llevar una vida saludable, realizando ejercicio de forma regular y evitando las comidas copiosas, el alcohol, el tabaco o las drogas que puedan alterar nuestro sueño es crucial. Es importante también tratar de mejorar nuestros niveles de estrés y huir de aquellos elementos que pueden sobreexcitarnos antes de ir a dormir, como el uso de móviles u ordenadores, y adecuar el entorno en el que dormimos para que sea confortable, silencioso y oscuro.
La doctora García subraya que «si nuestro sueño no tiene una duración adecuada se verá afectada nuestra salud». A corto plazo, explica, «experimentaremos problemas de atención, de productividad y la sensación de sentirnos cansados y somnolientos durante el día, lo que hará que estemos más irritables y con peor estado de ánimo». El sueño insuficiente también supone mayor riesgo de accidentes laborales y de circulación (se estima que está detrás del 30% de los accidentes de tráfico).
Pero, a largo plazo, dormir poco aumenta de forma muy significativa el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes, la hipertensión o los problemas de colesterol y triglicéridos, lo que a su vez incrementa el peligro de padecer algún tipo de enfermedad vascular (como ictus o infartos de miocardio) o neurodegenerativa (como alzhéimer). El sueño escaso también aumenta el riesgo de sufrir trastornos mentales graves (como la depresión) y se vincula a una mayor incidencia de algunos tipos de cáncer, como el del colon, mama o próstata.
La SEN calcula que más de cuatro millones de españoles padecen algún tipo de trastorno del sueño crónico y grave. Los más habituales son el insomnio, la apnea obstructiva, los trastornos del ritmo circadiano, el síndrome de piernas inquietas, las parasomnias (alteraciones del sueño), el trastorno de conducta durante el sueño REM, la narcolepsia o la hipersomnia idiopática (somnolencia excesiva).
«Estimamos que en España existen trastornos del sueño que solo se han diagnosticado al 10% de las personas que realmente los padecen y que menos de un tercio de las personas con trastornos del sueño buscan ayuda profesional. Por lo tanto, es importante señalar que no se debe normalizar dormir mal o dormir poco. Si una persona presenta cualquier alteración del sueño, incluidos problemas de insomnio, debe consultar con su médico», resumió Celia García.
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