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Además de ser una medida de protección contra la propagación del coronavirus, el uso de la mascarilla ha tenido otros efectos positivos puesto que se ha reducido los casos de resfriados, bronquiolitis y otras afecciones respiratorias, por ejemplo. Ahora que se acerca la primavera ... y con ella las temidas alergias, surge la duda: ¿serán también útiles para sus molestos síntomas?
Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) recogidos en la revista Consumer, el uso de la mascarilla puede tener ciertos beneficios en quienes padecen alergia al polen. Según apuntan, los tapabocas ayudan a reducir la inhalación de las partículas hasta un 80%, lo que puede contribuir a reducir de manera considerable los molestos síntomas de esta afección. Sin embargo, no todas las mascarillas tienen el mismo efecto en esta época del año.
El doctor David Baquero, médico alergólogo y portavoz de la SEAIC, destaca que las mascarillas evitan el contacto directo del polen con la mucosa nasal, lo que disminuye la sintomatología que causa la alergia como la secreción nasal acuosa, los estornudos y el picor de nariz y garganta. No obstante, no todas las mascarillas logran reducir los síntomas de la alergia al polen, según alertan.
De hecho, según destaca este facultativo, «las mascarillas quirúrgicas no protegen a los usuarios, debido a que no proporcionan un sellado adecuado». Por su parte, «las mascarillas autofiltrantes tipo FFP2 y FFP3 protegen, tanto de la exposición al polen como a los virus, porque atrapan las partículas de tamaño mayor«, asegura. Este tipo de mascarillas puede reducir hasta un 80% las partículas de polen y polvo, por lo que se produce una reducción «importante» de los síntomas. Así, este alergólogo reconoce que, con la utilización masiva de la mascarilla, se ha producido un descenso en el uso de la medicación de rescate contra la alergia y que ha habido una menor asistencia a servicios de urgencias.
Aunque debido a la pandemia es ahora cuando se ha extendido el uso de la mascarilla entre la población, las mascarillas autofiltrantes para combatir la alergia a los pólenes se vienen empleando desde hace más de 30 años, según afirma Baquero. «Los médicos alergólogos siempre hemos recomendado el uso de las mascarillas autofiltrantes en la temporada de mayor polinización (primavera), junto con otros tratamientos», añade. «Sin embargo, antes de la pandemia había un rechazo al uso de la mascarilla para combatir la alergia por temor a que el resto de la gente pensara que podría tratarse de una persona infectada», dice.
En España se calcula que hay 12 millones de personas que sufren algún tipo de alergia, y la más común es la del polen.
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