Con la llegada del otoño aumenta considerablemente el número de cabellos que se quedan en el cepillo, que se caen al lavarse el pelo, que se quedan sobre la almohada o que se acumulan en el recogedor al barrer la casa. ¿Significa que se está ante una calvicie inminente?
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Para tranquilidad de muchos, la caída del caballo en otoño es habitual. Como explican desde la Asociación española de Dermatología y Venereología (AEDV), «al igual que ocurre con las hojas de los árboles, o el pelo de los animales, el cabello humano también se cae con la llegada del otoño». «Es un proceso normal de renovación del pelo, que vuelve a nacer transcurridos unos meses sin necesidad de recurrir a vitaminas ni lociones anticaída», aseguran.
«La raíz folicular es una estructura viva que produce folículos pilosos constantemente», añaden desde la AEDV. De hecho, se estima que cada raíz folicular (en el cuero cabelludo hay unas 100.000) produce unos 15-20 folículos a lo largo de la vida. Es lo mismo que ocurre con las uñas, que crecen y hay que cortarlas, pero no por ello dejan de salir. Con el pelo pasa algo similar. «De cada 100 pelos que tenemos, siempre hay un 12-15% en fase de recambio de manera que tardamos alrededor de cuatro años en renovar completamente la cabellera», apuntan.
La alopecia, por su parte, implica pérdida de densidad y las severas no cursan con un desprendimiento súbito del cabello; «es totalmente diferente a la caída capilar», comentan.
¿Y si empieza a caerse en agosto o septiembre, antes de la entrada del otoño? Los expertos también tienen una explicación a esto: el cambio climático está influyendo y adelantando en muchos casos la caída natural del cabello.
Aunque se trate de un proceso natural de renovación «inevitable y reversible» y en tres o cuatro meses la mayoría de los cabellos que se han caído vuelven a salir, «una dieta desequilibrada con una carencia de micronutrientes, como puede ser el hierro, hará que esta caída sea todavía más intensa», afirma Alicia Santamaria Orleans, profesora colaboradora del máster universitario de Nutrición y Salud de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) y farmacéutica.
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Por ello, esta experta recomienda una dieta rica en frutas y verduras, así como una ingesta correcta de vitaminas y minerales, como el zinc, selenio, hierro, azufre y magnesio, y las vitaminas del grupo B, la A y la C. Aunque, estos consejos deberían aplicarse en cualquier etapa de la vida, se hacen más relevantes en ciertas épocas en las que existen mayores deficiencias, como las mujeres en edad fértil o las personas que estén haciendo una dieta hipocalórica restrictiva.
Son ricas en betacaroteno, o provitamina A, las zanahorias y, en general, los vegetales y frutas de color amarillo anaranjado como la calabaza, los nísperos, el albaricoque o el melocotón, y algunas verduras de color verde, como las acelgas.
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En cuanto a la vitamina C, en general todas las verduras, hortalizas y frutas que se consumen en crudo son fuente de vitamina C, aunque destacan, el kiwi, los cítricos, las fresas, tomates, pimientos... Las legumbres aportan vitaminas B3 (niacina) y B6 (piridoxina). En cuanto a los alimentos que contienen biotina -también conocida como vitamina B8, B7 o vitamina H- destacan el huevo, carnes, lácteos, setas, pescado, legumbres, cereales integrales y algunas verduras de la familia de las coles.
Los frutos secos cuentan con numerosos minerales como hierro, zinc o magnesio. En el caso del selenio, lo contienen especialmente las nueces de Brasil, aunque también los cereales integrales, setas, marisco y pescado. Las coles, la cebolla, el brócoli, la coliflor o las berzas son ricos en azufre. El marisco, por su parte, es una fuente excelente de zinc, junto con los frutos secos, lácteos, legumbres y el germen de trigo.
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Las carnes magras -lomo, pavo, pollo, solomillo o conejo-, por su parte, proporcionan proteínas completas para producir queratina y también proporcionan hierro de buena asimilación.
Además de la alimentación, una buena hidratación resulta imprescindible. «Se tiene que mantener una buena hidratación tanto de la piel como del pelo y tanto desde el interior, con una buena ingesta hídrica de líquidos como el agua o de alimentos que la contengan en una proporción elevada, como desde el exterior, mediante productos cosméticos que nos ayuden en este aspecto», especifica Santamaria, experta de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
Desde la Asociación Española de Dermatología y Venereología señalan que los cosméticos capilares (champús, gomina, laca, tinte…) se aplican externamente y no llegan a la raíz folicular, que es la estructura importante, «ya que es la fábrica del pelo». Por tanto, no tienen ningún efecto, ni mejor ni peor sobre la caída. «Los champús anti-caída médicamente no existen», aseguran.
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En este sentido, la AEDV comenta que «si el paciente no tiene ningún déficit vitamínico, el aporte extra de vitaminas no produce una mejora». Pueden perciben cierta mejora en el aspecto capilar -textura, brillo- «pero en buena parte de los casos esta percepción es subjetiva y puede deberse al efecto placebo», afirman.
¿Si me cepilllo con cuidado se me caerá menos el pelo? ¿Y si evito los peinados tirantes? Según los expertos, en ambos casos la respuesta es no. Esto se debe a que hay que tener en cuenta que la raíz del pelo está a medio centímetro de profundidad por debajo de la piel. Así, «los cabellos que logramos arrancarnos fácilmente es porque están en fase de renovación, ya medio sueltos».
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