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Magdalena de Troya es una trapera del tiempo, una persona sin rutina y un culo inquieto por naturaleza. Procede de familia de docentes, aunque ella siempre tuvo claro su futuro y su vocación: la medicina. Ejerce de Jefa de Servicio de la Unidad de Dermatología ... del Hospital Costa del Sol, en Marbella, y dirige Soludable, un proyecto que promociona la salud y se emplea en la prevención del cáncer de piel.
–¿De dónde viene esa vocación por la medicina?
–Siempre lo tuve claro. Vengo de una familia de docentes, pero a mí me gustaba la ciencia. Era buena en mates, pero no me gustaban especialmente. Prefería la química y la biología.
–Y dentro de la medicina, ¿por qué la dermatología?
–Pues fíjate, 'derma' es de las últimas especialidades que se estudian en la carrera. Me enamoro de la especialidad estudiando el MIR. Tuve suerte porque saqué buen número, porque 'derma' se coge con un número muy alto.
–Y más allá, usted está especialmente enfocada en el daño solar y sus consecuencias.
–Me empecé a enfocar en el tema del melanoma. Fue la patología que más me impresionó por dos cosas: porque es cáncer, y tienes tú la mayor responsabilidad de abordarlo, y porque ofrece la oportunidad de la prevención. El melanoma se manifiesta en la piel, y tener acceso a eso para hacer un diagnóstico precoz y que esto salve vidas hizo que me enfocara ahí. Modular las conductas de las personas, como la exposición al sol, te hace tener un conocimiento importante del comportamiento humano. Sales de la especialidad clínica para meterte en el tejido social.
–¿Cómo es su rutina? Trabaja en el Hospital Costa del Sol, dirige el proyecto Soludable y también disfruta de su tiempo libre.
–No tengo rutina. Huyo de ellas porque mi manera de ser implica cambios, innovación y adaptación a nuevas experiencias. Si no tuviera esto, estaría mustia. Como Jefa de Servicio algunos días estoy en reuniones directivas, en otras ocasiones soy clínica, en consulta, viendo a pacientes, o en quirófano. Y también estoy en tareas de promoción de la salud, donde entra el proyecto Soludable. Nos inspiramos en el método 'Sun Smart', que nace en Australia, donde uno de cada dos ciudadanos padece cáncer de piel. Fíjate lo frecuente que es. Allí el nivel de concienciación por parte del Gobierno es muy alto y han desarrollado políticas de fotoprotección. Me parece muy interesante ese modelo porque yo decía: 'La Costa del Sol es como la pequeña Australia'.
–Si Australia es el país del mundo donde más riesgo existe de sufrir cáncer de piel, ¿dónde está Málaga en ese 'ranking'?
–Muy buena pregunta. España no es el país de Europa con más riesgo. Tiene una incidencia media. Depende la latitud, del tipo de radiación ultravioleta y el tipo de la piel de sus ciudadanos. Los nórdicos, por ejemplo, tienen una piel muy clarita. Y también hay factores genéticos, que hacen que las personas tienen mayor o menor riesgo de sufrir cáncer de piel. Por dar una cifra, en Australia tienen una incidencia de melanoma de 55 o 60 casos por cada 100.000 habitantes. Si nos vamos a Europa, Dinamarca o Noruega son los que mayor tasa de incidencia tienen, con 18 casos por cada 100.000 nuevos habitantes. En España rondamos los 12 o 15. Pero no paramos de aumentar. En los últimos cuatro años se ha aumentado en un 40% la incidencia. Y en España, Málaga lo peta. No tenemos un registro oficial, pero por los datos que tenemos los hospitales, que estamos comunicados, es que el número de pacientes intervenidos por cáncer de piel es altísimo. Málaga es la provincia que mayor mortalidad tiene por melanoma de toda España. Lo sabemos porque la mortalidad se registra. Y si hay mayor mortalidad, por correlación también hay mayor incidencia.
–¿Qué le diría a alguien que se pone al sol para broncearse?
–Para nosotros es que es una agresión. Es un mal necesario si no hay más remedio. La piel se broncea porque se quiere defender, pero buscarlo por un motivo cosmético no tiene ningún sentido. El moreno tiene como consecuencia el fotoenvejecimiento. Y si encima te quemas, lo que haces es dañar el ADN de la célula. Luego te quedan las manchas y las arrugas y la dermis alterada. Todo esto apareció con la moda del bronceado de Coco Chanel, en los años 60, en una época en la que lo que se llevaba era la piel blanca.
–¿A qué se hubiese dedicado si no fuese dermatóloga?
–Me fascina la arquitectura. Me parecen dioses los arquitectos, que son capaces de crear por medio de conceptos abstractos. Y también medioambientalista. Me encantaban, de pequeña, los documentales de Jean Cousteau, y también tuve de referente en la infancia a Félix Rodríguez de la Fuente. Por mis debilidades me reencarnaría en un atleta. Me encantan las disciplinas aéreas. Otra cosa que me fascina es el mundo del circo. Los equilibristas, los trapecistas... Tengo en mi cabeza imágenes de cuentos. Me fijaba mucho en eso. Lo siento muy atractivo. Y como me gusta todo lo aéreo, me ha dado por la 'pole'. Es una pasión irracional. Lo hago por 'fitness' y por baile. Luchas contra la gravedad porque tienes que subirte a la barra para ir adoptando posturas de equilibrio. Requiere control y confianza postural.
–Su sitio favorito de Málaga es...
–En la capital me quedaría con esta playa, la de la Misericordia. Yo empiezo a salir con mi marido, con el que llevo la tira de tiempo, en segundo de Medicina. Yo estudiaba en la UMA y estaba en el Colegio Mayor de La Paz. Nuestros desfogues estaban en una de estas playas. Hemos pasado muchas noches apasionadas aquí. Parece que no es casual que hayamos elegido este sitio para la entrevista. Y amo Fuengirola y Ronda.
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