Dra. Roser Garreta
Martes, 24 de noviembre 2015, 16:36
El tratamiento rehabilitador del ictus debe ajustarse a las necesidades individuales de cada paciente, dependiendo de las limitaciones que presente después de sufrirlo.
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En su caso, empezando por las dificultades en el habla, deberá seguir un tratamiento en logopedia, especialmente si existen problemas para la comunicación con las demás personas. En cuanto al miembro superior, su padre debe iniciar un tratamiento rehabilitador, con el objetivo de recuperar la máxima función motora, reeducar las actividades diarias, como vestirse o de aseo personal, e incluso reintegrar el miembro superior a las actividades manuales dependiendo del grado de afectación neurológica. Para lograrlo se suele realizar tratamiento en fisioterapia y terapia ocupacional.
En general, es en los primeros meses después del ictus cuando se produce el mayor porcentaje de recuperación, por lo que interesa realizar estos tratamientos rehabilitadores principalmente durante este periodo.
Incluso en los casos con mayor parálisis y recuperación más limitada interesa completar un tratamiento rehabilitador y realizar un seguimiento para detectar la aparición de complicaciones frecuentes como la espasticidad, que da lugar a acortamientos musculares y rigideces articulares deformantes y dolor, entre otras, si no se trata de forma precoz y adecuadamente.
Afortunadamente, disponemos de tratamientos efectivos como son la toxina botulínica tipo A, que se infiltra en la musculatura afectada, y otros relajantes musculares que pueden administrarse por vía oral o mediante dispositivos más complejos. La toxina botulínica tipo A ha supuesto un gran avance en el abordaje del tratamiento de pacientes que, como su padre, han sufrido un ictus, complementándose siempre con un buen programa de rehabilitación, adaptado a las necesidades de cada paciente. Este tratamiento es eficaz para cuidar la extremidad a largo plazo y permitir continuar realizando ciertas actividades diarias como vestirse o cuidar la higiene.
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El médico rehabilitador también valora la necesidad de utilizar prótesis y férulas posicionales para prevenir las deformidades articulares de la mano o la muñeca especialmente y, en la extremidad inferior, para mejorar la marcha.
Para reducir el riesgo de sufrir otro ictus es muy importante seguir el tratamiento médico específico y realizar un buen control de los factores de riesgo cardiovascular como puede ser la diabetes, la hipertensión arterial o la dislipemia, entre otros, además de seguir las recomendaciones en la dieta y una actividad física adecuada. Estas medidas pueden llevarse a cabo desde los centros de atención primaria y los servicios de rehabilitación.
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