S. TORRES/MUJERHOY.COM
Viernes, 12 de junio 2015, 11:59
1. Siempre estás hambrienta. Si el cerebro no tiene la energía que le dan ocho horas de sueño es frecuente que trate de conseguirla a través de la comida. Dormir poco incrementa la producción de la hormona grelina, conocida también como la hormona del hambre. Cuanta más grelina produzca tu cuerpo más te apetecerá comer, sobre todo grasas y alimentos dulces. Por otra parte, la falta de sueño también altera la leptina, la hormona de la saciedad, por eso cuando duermes poco siempre estás hambrienta porque el cerebro no recibe correctamente las señales de saciedad.
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2. Has ganado peso. Con el apetito disparado lo más normal es que hayas ganado peso. Además, si estás cansada es muy probable que no vigiles mucho lo que comes. La falta de sueño tiene un impacto directo en el metabolismo que tiende a ralentizarse debido a la carencia del efecto reparador del sueño. (Más información en MujerHoy.com)
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