Dr. Donís Muñoz
Domingo, 10 de mayo 2015, 10:00
La realización de un tatuaje conlleva un riesgo derivado de las complicaciones que se puedan presentar durante y después de su realización. Estas complicaciones son: infección, posible transmisión de una enfermedad bacteriana o vírica, reacción alérgica a la tinta o cicatriz hipertrófica. Estos problemas, aunque no suelen ser habituales, se ven en la consulta y requieren la realización de un tratamiento que en la mayoría de los casos no conlleva riesgos, pero en una persona embarazada podría poner en peligro la salud del feto, especialmente en los tres primeros meses de gestación.
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Otro punto muy importante es que las tintas y los disolventes que se utilizan podrían tener compuestos cancerígenos y mutágenos, por lo que no hay ninguna garantía de que no sean perjudiciales para la salud del feto y de la madre.
Por estos motivos, y por ética, no recomiendo que ninguna mujer embarazada se haga un tatuaje. Es correr un riesgo innecesario.
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