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¿Cómo detectar que tu hijo sufre una alergia alimentaria?: estos son los síntomas y los tipos más comunes

¿Cómo detectar que tu hijo sufre una alergia alimentaria?: estos son los síntomas y los tipos más comunes

Uno de cada diez niños padece algún tipo de reacción a alimentos en los países desarrollados. Expertos recuerdan la importancia de diagnosticarla a tiempo, las pautas de su tratamiento y consejos básicos para los padres

Miércoles, 3 de febrero 2021, 00:47

La Asociación Española de Pediatría (AEPED) define la alergia a los alimentos como: «una reacción dañina desencadenada por un alimento, que se produce porque el sistema inmunológico de los pacientes alérgicos reacciona exageradamente ante un alimento que suele ser habitualmente bien tolerado por otras personas». Este tipo de alergias es más común en los niños y suele presentarse la primera vez que se consumen ciertos alimentos, y se manifiesta con síntomas en la piel que van desde urticaria e hinchazón a síntomas digestivos como dolor abdominal, vómito o diarrea, así como síntomas respiratorios como rinitis aguda o dificultad para respirar.

A la leche, a los frutos secos, al huevo, al pescado… Uno de cada diez niños padece esta enfermedad en los países desarrollados, según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica. Saber reconocer estas alergias es crucial ante el riesgo de que se desencadene una reacción anafiláctica.

Por ello lo primero que inquieta a los padres es, ¿cómo se desencadena? ¿cómo activar las alarmas? Una alergia alimentaria es una emergencia que suele manifestarse durante los primeros minutos posteriores al contacto o ingesta del alimento responsable. Los síntomas suelen ser la aparición repentina de picor, urticaria, hinchazón de la cara, labios, lengua o garganta, que podrían acompañarse por una dificultad para respirar, sensación de mareo y bajada de tensión. También es común que se produzcan vómitos o diarrea.

Estas reacciones se producen por la falta de tolerancia inmunológica a ciertas sustancias presentes en algunos alimentos, lo que desencadena una respuesta aguda mediada por anticuerpos específicos. La sensibilización a los alérgenos, esto es, la creación de anticuerpos de inmunoglobulina-E específica frente a los alimentos a los que se tiene alergia, se suele producir a través de la piel o del tracto digestivo, recuerdan desde la Asociación Española de Pediatría.

El diagnóstico y tratamiento

Con las sospechas sobre la mesa, el diagnóstico de una alergia alimentaria se realiza a través del examen de la historia médica, pruebas cutáneas, análisis de sangre y, en algunos casos, pruebas de exposición oral al alimento. El tratamiento habitual es una estricta restricción de la ingesta del alimento en cuestión en la dieta del niño.

«En caso de exposición al alérgeno, el tratamiento a seguir dependerá de si es necesario frenar una reacción severa con epinefrina o si será suficiente la administración de antihistamínicos para contener unos síntomas leves y potencialmente no letales. Diferenciar ambas situaciones es crucial», recuerdan los médicos.

Los niños que tengan riesgo de padecer una reacción anafiláctica (por padecer asma, alergia al cacahuete o las nueces, la leche o el huevo, u otras alergias alimentarias con historial previo de anafilaxa) deberán tener siempre a mano autoinyectores de adrenalina.

Alergia versus intolerancia

Otra duda común es cómo llamamos a la reacción. ¿Intolerancia? ¿Alergia? Luis Echeverría, coordinador del Grupo de Alergias Alimentarias de la Seicap, da la clave en un reportaje publicado ese mes en la Revista Consumer, de grupo Eroski. «No se trata de una clasificación baladí: las reacciones son distintas y también lo son la gravedad y las medidas que se deben adoptar. Una intolerancia no es una alergia. En una alergia, la reacción suele ser rápida: en cuestión de minutos desde que el niño se lleva el alimento a la boca, aparecen los síntomas. En cambio, en la intolerancia las reacciones se mantienen latentes durante más tiempo. Son más lentas y, generalmente, menos graves. Podríamos decir que, en una intolerancia, una transgresión –es decir, comer algo indebido– no compromete la vida (salvo en casos excepcionales); en una alergia grave, sí puede ponerla en riesgo», detalla.

Alimentos más comunes

Los alimentos que causan más alergias son la leche, el huevo, los frutos secos, pescado o marisco, además de otros como trigo, soja y algunas semillas como el sésamo. Los síntomas suelen aparecer desde edades tempranas tras la exposición al alérgeno y, en algunos casos como la leche y el huevo, es común que lleguen a desaparecer con la edad. El pediatra alergólogo deberá vigilar la progresión del desarrollo de la tolerancia al alimento en el niño. Otros casos, como la alergia a frutos secos, suelen ser permanentes. Estos son, según Consumer, los tipos más comunes:

Leche. La alergia a la leche es la alergia alimentaria más frecuente en los bebés y de acuerdo con información de la AEPED, se manifiesta regularmente durante el primer año de vida, cuando se sustituye la leche materna por una fórmula adaptada de leche de vaca. Los alérgicos a la leche de vaca habitualmente también lo son a las de otros mamíferos, como la de cabra y la de oveja, porque dichas leches comparten muchas proteínas; no obstante, pueden tolerar otras, como la de burra o la de camella. Pero no es necesario retirar o no introducir la carne de ternera en estos niños, ya que la mayoría de ellos la toleran a la perfección.

Huevo. Los alérgicos suelen serlo también a los de las otras aves, pero no en todos los casos. La alergia al huevo es la alergia más común en niños pequeños, y suele aparecer la primera vez que se come la clara del huevo, que produce más alergia que la yema, debido a que la cantidad de proteínas que contiene es superior.

Mariscos. Moluscos, cefalópodos y crustáceos no comparten muchas de sus proteínas. Por lo tanto, deben estudiarse por separado. Que alguien presente alergia a los mariscos no significa necesariamente que también se tenga alergia al pescado o viceversa, aunque existen casos en los que se presentan ambas

Pescados. Es la tercera alergia más frecuente en niños pequeños, y suele aparecer durante el primer o segundo año de vida. Se puede tener alergia a un solo tipo de pescado, a una familia de pescados o a todos los pescados en general. A diferencia de la alergia a la leche o el huevo, la alergia al pescado puede perdurar durante décadas o toda la vida. Los niños alérgicos a un pescado suelen reaccionar a muchos de ellos. Esto es debido a que la parvalbúmina es la proteína más comúnmente implicada en esta alergia, y se trata de una proteína presente en la mayoría de los pescados.

Vegetales y frutos secos. Podemos encontrar reactividades cruzadas entre distintas familias. Gran parte de la reactividad cruzada existente entre alimentos del reino vegetal es debida a proteínas comunes. Así, por ejemplo, es frecuente que quienes son alérgicos al cacahuete también lo sean a las legumbres (lentejas, guisantes, garbanzos y judías blancas). En el caso de los frutos secos la alergia suele aparecer después de los 3 o 4 años de edad. Destacan -por frecuentes- la alergia los cacahuetes, las nueces, las almendras y las avellanas, principalmente porque son los que más se consumen.

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