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Patricia García, Jerónimo Borrego y Cristina Carrasquilla. SUR
Dos años con Covid persistente: «Lo peor es no saber si te vas a curar»

Dos años con Covid persistente: «Lo peor es no saber si te vas a curar»

Tres malagueños relatan el cambio que han sufrido en sus vidas desde que el coronavirus les dejó secuelas de larga duración en los inicios de la pandemia. Cansancio extremo, dificultad respiratoria, síncopes, pérdida de olfato y gusto, niebla mental, disnea, dolor crónico... Personas sanas a las que la enfermedad ha echado años encima. Reivindican una mayor atención y que los protocolos se cumplan

Raquel Merino

Málaga

Domingo, 9 de octubre 2022

Cuando la PCR o el test de antígenos da positivo, se sabe que, en el mejor de los casos, durante unos días, incluso semanas, puede que haya que estar en cama, la fiebre quizás suba, igual la comida no sabe ni huele a nada, la tos restará horas de sueño... Todo eso, algunos síntomas o nada. Simplemente hay que esperar que pase. Es como un mal sueño del que solo se espera despertar. Pero, ¿qué pasa cuando esa pesadilla perdura en el tiempo?

En Málaga, son ya más de 300.000 los contagios confirmados desde que se inició la pandemia, según los datos oficiales de la Junta. Si se estima que entre el 10 y el 15 por ciento de los pacientes que se infectan con el virus se enfrentan al covid persistente, más de 30.000 personas la sufrirían en la provincia. La OMS la define como «la enfermedad que contraen personas con antecedentes de infección probable o confirmada por el SARS-CoV-2; normalmente en los tres meses siguientes al inicio de la Covid-19, con síntomas y efectos que duran al menos dos meses y cuyos síntomas no cabe explicar por un diagnóstico alternativo».

Tres malagueños ofrecen sus testimonios cuando ya se cumplen dos años desde su primer contagio y tras haber sido diagnosticados del también llamado «covid de larga duración». Porque para ellos no ha sido cuestión de unos meses sino que ya son muchos los que padecen las secuelas de la enfermedad sin saber a ciencia cierta qué les depara el futuro. Para ellos la vida ha dejado de ser la misma, de hecho, en algunos momentos, sienten que se la han arrebatado. No quieren perder las esperanzas, pero resulta complicado cuando incluso realizar acciones tan sencillas como dar un paseo, charlar con los amigos o llevar a sus hijos al parque se convierte en una carrera de obstáculos.

Aunque los síntomas habituales del Covid persistente son fatiga, disnea (dificultad respiratoria), problemas de memoria, concentración o sueño; tos persistente, dolor torácico, dificultad para hablar, dolores musculares, pérdida del olfato o del gusto, depresión o ansiedad y fiebre, lo cierto es que son otras muchas las secuelas que puede dejar como niebla mental, pitidos en los oídos, parestesia, mareos..., y la lista sigue creciendo.

Jerónimo 'Lleri' Borrego Díaz. 50 años

«Cuando digo que el Covid ha destrozado la vida es porque lo ha hecho; no se lo deseo a nadie»

Jerónimo Borrego.

«A veces voy a pagar en la tienda y no sé qué dinero tengo dar». Relata con tristeza Jerónimo Borrego mientras intenta buscar, sin que se le escapen de su cabeza, las palabras que puedan explicar en lo que se ha convertido su vida desde que en enero de 2021 una PCR confirmaba que se había contagiado. Hasta ese momento ejercía como camionero y podía cargar sin problema hasta 150 kilos, «ahora no puedo cojer ni una garrafa de agua de cinco litros», asegura este malagueño de 50 años, de baja desde entonces, residente en Alhaurín de la Torre, al que, entre las muchas secuelas que le ha dejado la enfermedad, padece síndrome de fatiga crónica poscovid. Un cansancio extremo que le ha llevado incluso a precisar de un andador para poder desplazarse: «Andaba muy despacio, si no me fallaba una pierna era la otra o las dos, me mareaba y me caía».

Diagnosticado de Covid persistente, Jerónimo sufre además déficit cognitivo y su memoria a corto plazo se encuentra restringida: «me cuesta mantener una conversación fluida»; padece disnea, o lo que es lo mismo dificultad respiratoria, lo que le obliga a dormir conectado a un aparato para la apnea; el Covid le provocó heridas en las corneas que, aunque curadas, explica que le han dejado el síndrome de los ojos secos y fotofobia; padece calambres en las extremidades, tensión alta, pitidos en los oídos, temblores «que me impiden hasta escribir correctamente»; por no hablar del dolor constante que persiste a pesar de la revisión continua de los tratamientos. «Lo último que me mandaron fueron los parches de morfina, pero no los he podido soportar porque me dejan tumbado». Y Jerónimo debe cuidar de su mujer, ciega a causa de la diabetes y que precisa de diálisis. El covid le ha arrebatado hasta la posibilidad de ayudar a su esposa ya que, como relata, antes de infectarse le confirmaron que era un donante compatible, pero «ahora no me dejan».

Por ello, exclama con absoluta rotundidad: «Cuando digo que el Covid me ha destrozado la vida es porque lo ha hecho, no se lo deseo a nadie». Y lo peor es que «no sabes si te vas a curar o no. Los médicos dicen que se trata de algo nuevo y muchas veces no saben ni por dónde tirar». «Tengo la esperanza perdida. Hago todo lo que me mandan, pero es que no hay manera», añade con pesadez en la voz, porque las secuelas psicológicas también están ahí, son inevitables para las personas diagnosticadas con covid persistente.

Sus pilares en este duro camino, aparte de su familia, son su médica de cabecera, para la que solo tiene buenas palabras, y la Asociación Long Covid Andalucía, donde le han ayudado a nivel emocional, le han ofrecido orientación y se siente comprendido. Solo pide que se cumplan los protocolos establecidos por la Junta para los enfermos covid de larga duración y encuentren finalmente solución a un problema que afecta a miles de personas. «Hay medios, pero no todos los doctores están puestos al día», asevera.

Cristina Carrasquilla Campos. 29 años

«Era una persona sana, hacía deporte, de lo contrario mis pulmones no lo hubieran soportado»

Cristina Carrasquilla.

Es un claro ejemplo de que el Covid-19 no entiende ni de edad ni de fortaleza física ni de prácticamente nada. Cristina Carrasquilla estaba sana, hacía deporte, no fuma, llevaba una vida muy activa, pero desde que se infectó en agosto de 2020, «con la primera cepa del coronavirus», su vida ha dado un giro de 180 grados. Lo supo por una serología que decidió hacerse al presentir que algo no iba bien. Había estado en el médico pero le dijeron que eran placas en la garganta y le recetaron antibióticos. En septiembre, seguía con dificultad para respirar y la serología vino a certificar que había pasado el Covid-19 recientemente, incluso que aún podía contagiar. Un TAC posterior en Urgencias, en octubre, corroboró que había pasado una neumonía.

Ya habían transcurrido dos meses, pero lo que Cristina no sabía era que serían muchos más, hasta el punto de que está disgnosticada de covid persistente desde entonces. La enfermedad le ha dejado entre otras secuelas asma, hiperreactividad bronquial -por lo que sus pulmones generan continuia mucosidad- trombos en los pulmones y disnea.

Esta última afección es la que más le trastoca en su día a día. La falta de aire ante las bajadas súbitas de la saturación del oxígeno en sangre le provoca desmayos. Hace unos ocho meses, la sometieron a una intervención para implantarle un Holter que registra continuamente su ritmo cardíaco y sirve para identificar si los síncopes le están afectando al corazón.

Los desmayos tampoco casan con su vida personal ya que Cristina tiene dos hijas de nueve y cinco años «a las que no me atrevía a llevar ni al parque. Mi vida era ir del médico a casa y de la casa al médico». Por ello, decidió adquirir una máquina de oxígeno portátil que lleva a modo de mochila y que le permite una mayor autonomía: «Al menos estoy más tranquila».

Cristina Carrasquilla se somete a revisiones cada cuatro o cinco meses y recibe tratamiento de inmunoglobina que se usa para tratar trastornos del sistema inmune. Va tres veces al mes. Además de tener que inyectarse heparina por los trombos en los pulmones y tomar otro tipo de medicación para los dolores musculares y la fatiga crónica. «No hay día que esté bien pero mis hijas me dan fuerza», asegura. Los profesionales le han dicho que aún tendrán que pasar unos cinco años para tener un mayor conocimiento de las secuelas del Covid-19 y estudiar tratamientos específicos para el coronavirus persistente.

Mientras, Cristina, que antes del contagio trabajaba como dependienta, ve como el tiempo de su baja está a punto de expirar, sin saber qué pasará después: «Sería prácticamente inviable que pudiera volver a trabajar de cara al público. Nada más que el respirador portátil necesita de recarga cada dos horas».

Patricia García Hurtado (39 años)

«He pasado de ser una persona sana a perder mi salud»

Patricia García Hurtado.

Hasta cruzar un paso de peatones le costaba. Patricia García Hurtado, enfermera malagueña de 39 años, ha visto como ha pasado de ser una «una chica joven, activa, sin patologías, sana, a perder mi salud». Asegura sentirse como una mujer de 90 años. «Tomo más medicación que mi madre», afirma. Hasta 12 pastillas al día. Se contagió del Covid en enero de 2021; pasó la enfermedad en casa; unos veinte día con mucho cansancio, fiebre, dolor muscular, lo normal. Lo peor vino después cuando, al incorporarse al trabajo, se sentía extremadamente cansada, «no podía aguantar un turno seguido»; empezó a sufrir taquicardias, mareos e incluso desmayos. «Al cruzar un simple paso de peatones me asfixiaba».

Le empezaron a realizar pruebas, pero los médicos no apreciaban nada inusual. «Me diagnosticaron ansiedad, pero como enfermera sabía que no era eso». Finalmente, en una analítica se detectó un trastorno en la coagulación y un seguimiento con un monitor Holter corroboró las taquicardías y los desmayos. Actualmente se encuentra en fisioterapia funcional y en rehabilitacion fisiorespiratoria.

Patricia García también ha perdido el gusto y el olfato desde su primer contagio (una segunda infección agravó posteriormente su situación) y padece una leve niebla mental que le hace olvidar palabras de manera puntual. Sufre fuertes dolores de estómago que le han hecho perder 17 kilos en seis meses y cuadros febriles. Lleva un año y medio de baja y siente que ha perdido su vida completamente.

Pero lo que peor lleva es que a las personas con covid persistente no se les tome en serio, incluso ahora que empiezan a ser escuchados ante la evidencia de que son ya muchas miles de personas las que padecen secuelas de la enfermedad de larga duración, siente cierta sensación de abandono.

«Existe un protocolo de actuación en Andalucía en relación a este tipo de casos, pero no se informa a los médicos, muchos no lo conocen y, por ello, no lo llevan a cabo ni derivan a la unidad poscovid», asevera. La Asociación Log Covid Andalucía ha sido para ella, igual que para otras muchas personas, un bálsamo entre tanta desesperación. «La asociación me ha dado alivio, me han hecho sentir que no estoy loca».

Miembros de la asociación, en una de sus reuniones con responsables de la Consejería de Salud.

Long Covid Andalucía: una asociación por y para los enfermos de larga duración

«La mayor parte de los síntomas relacionados con el covid persistente tienen que ver con astenia o cansancio extremo y sensación de disnea, pero con pruebas radiológicas y funcionales pulmonares normales». Como apunta la propia Junta de Andalucía, las pruebas que se le practican a los afectados por el coronavirus de larga duración suelen dar un resultado normal. A priori, todo funciona bien a nivel orgánico. La espirometría en una persona con covid persistente con disnea o dificultad respiratoria no indica una función pulmonar anormal, pero lo cierto es que sufre síncopes y caen al suelo desplomadas por la falta de aire.

Por ello, desde la Asociación Long Covid Andalucía persiguen que se trate a esta patología como lo que es: una enfermedad nueva, en la que se tiene que invertir más en investigación y que debe desembocar en un tratamiento específico.

Long Covid Andalucía nació como agrupación en 2020 y se convirtió en asociación en 2021. La integran afectados por covid persistente que buscan hacer más visible esta enfermedad y dar apoyo a las miles de personas también los sufren en la comunidad andaluza. Les ofrecen asesoramiento, les informan de los protocolos de actuación existentes y, sobre todo, les hacen sentir que no están solos «porque llegas a pensar que te estás volviendo loco», asegura Sandra González Muñoz, una de las vocales de la Asociación Long Covid Andalucía.

En cuanto a sus reivindicaciones, solicitan investigación para conocer las razones por las que la infección por SARS-CoV-2 deriva en muchos casos en un covid persistente. Piden que se lleve a cabo un protocolo estándar a nivel nacional con unidades multidisciplinares integradas por distintas especialidades en todas las ciudades para un tratamiento centralizado y específico. También exigen que, en aquellos lugares en los que ya existe un protocolo de actuación, como es el caso de Andalucía, se ponga en práctica de manera eficaz. «Que no dependa del sitio donde vivas o del médico que te toque para que te realicen unas pruebas u otras o te deriven o no a los especialistas», subraya Sandra González.

También consideran necesario un registro oficial de los diagnosticados con covid de larga duración, «tal vez de este modo se le daría la importancia que tiene y se sabría la gravedad de la situación», puntualiza.

A nivel laboral, Long Covid Andalucía solicita que se adecuen las bajas laborales a esta nueva enfermedad. «Si hay que alargar los tiempos de las bajas que se haga», señala Sandra. Y, cuando sea posible, que también se adapten los puestos de trabajo a la nueva realidad de las personas que sufren esta patología. Además, desde la Asociación se pone el acento en una situación: «Se están dando las bajas por la sintomatología y no por un diagnóstico de covid persistente», lo que consideran una manera errónea de actuar.

Para contactar con esta plataforma se puede visitar sus cuentas de Facebook , Twitter e Instagram o mandar un correo a covidpersistenteandalucia@gmail.com

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