Mascarillas como gargantilla, en la muñeca o en el codo; guardadas de cualquier forma en el bolsillo del pantalón o en el bolso, por no hablar de las que se usan durante varios días o semanas. Son imágenes y usos que están a la orden ... del día y que acarrean unas consecuencias poco saludables que quizás muchas personas desconozcan. Una farmacéutica y analista clínica de Madrid, Marisa García Alonso, tras la infección de garganta sufrida por una amiga, ha decidido realizar un cultivo en placas de Agar Sangre de cinco mascarillas, cuatro de ellas usadas y una nueva, y los resultados no tienen desperdicio..., bueno, algunos en forma de bacterias.
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Para este estudio utilizó una mascarilla de tela que ella misma usó para cantar en un coro el día anterior; otra que lleva en el bolso y que usa de manera casual; una tercera completamente nueva; una cuarta prácticamente recién estrenada -concretamente la que la farmacéutica llevaba en ese momento-, y una quinta que un compañero utilizó durante tres semanas, al menos ocho horas diarias.
En general, todas presentaban algún tipo de bacteria, sobre todo, estafilococos, incluso la mascarilla nueva que, según explica Marisa García Alonso en un vídeo subido a su cuenta de Instagram, «quizás al cogerla ya se ha contaminado porque no se la ha puesto nadie y tiene alguna colonia. Esteril no está». De ahí, que se incida en que, tanto en el momento de colocar la mascarilla como al quitársela, hay que lavarse las manos ya sea con jabón o con gel hidroalcohólico.
La primera de ellas, la que García Alonso llevaba puesta para cantar, presentaba «estafilococos y algunas bacterias de diferentes especies». La segunda muestra, la mascarilla que la farmacéutica guarda en el bolso y solo la usa «de vez en cuando» tenía «unos cuantos estafilococos», aunque sin demasiada contaminación.
La muestra de la mascarilla que estaba utilizando cuando hizo el experimento ya contaba con «estafilococos, estreptococos y alguna bacteria que no sabemos qué son», señala.
Pero, sin duda, la que en peor estado se encontraba era la última, usada por un compañero de García durante tres semanas. Antes de abrir la placa, la analista ya adelanta: «Miedo me da abrirla». Y no era para menos. «Fijáos lo que ha crecido aquí. Es tan bárbaro que no sé qué deciros. Aquí hay una mezcla de todo», comenta. En esa mascarilla, encontró estafilococos, estreptococos, contaminantes, incluso «no sabemos si hay alguna cándida, algún hongo. Esta placa está tan llena de bichos que no sabemos qué hay aquí. Tendremos que hacer alguna identificación», explica.
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Conclusión: en el caso de mascarillas reutilizables, hay que lavarlas y desinfectarlas tras un uso continuado, y en las de un solo uso, se deben cambiar con frecuencia. «Esto es una evidencia de que algo que ocurre, para que cuidemos mejor nuestras mascarillas, o las cambiemos más a menudo», comenta, aunque quiere dejar claro que no es su intención «que alguien concluya no usarlas». «Las bacterias que aparecen no son patoógenas por sí́ mismas, pero podrían convertirse en patógenas oportunistas si se ven muy aumentadas debido a que están creciendo en abundancia en las mascarillas húmedas con nuestro aliento», apunta la experta.
Y es que hay que ser conscientes de que al ponerse la mascarilla, ésta entra en contacto con las bacterias que están en la piel, por ello, hay que extremar las precauciones al colocarla y retirarla y usarla y conservarla correctamente.
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En cuanto al momento de ponerse la mascarilla, el Ministerio de Sanidad aconseja lo siguiente:
- Lavarse las manos durante 40-60 segundos antes de manipularla.
- Tocar solo las gomas de la mascarilla.
- Colocarla sobre la nariz y boca, asegurándose de que no quedan grandes espacios entre la cara y la mascarilla, y las bandas elásticas por detrás de las orejas.
- Pellizcar la pinza nasal para ajustarla bien a la nariz.
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- Evitar tocar la parte exterior de la mascarilla. Si se hace, lavarse las manos antes y después.
- Antes de quitarse la mascarilla, hay que lavarse las manos.
- Para desecharla, introdúcirla en una bolsa de plástico y depositarla cerrada en la basura y lavarse nuevamente las manos.
En cuanto al tiempo de uso, tanto en el caso de las quirúrgicas como de las FFP1 o FFP2, Sanidad aconseja que no se superen las cuatro horas, y hay que cambiarlas incluso antes si se humedecen o deterioran. En cuanto al lavado de las reutilizables, apunta a que hay que seguir las instrucciones de cada fabricante. Usar un método distinto al recomendado puede deteriorar el producto y, por lo tanto, perder su efectividad.
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