'Au revoir' a la mercería más antigua de París
Ecos del mundo ·
Ultramod, un histórico de la capital del Sena, desaparece tras casi 200 años ofreciendo botones, lazos e hilos ante la imposibilidad de renovar su contrato de alquilerSecciones
Servicios
Destacamos
Ecos del mundo ·
Ultramod, un histórico de la capital del Sena, desaparece tras casi 200 años ofreciendo botones, lazos e hilos ante la imposibilidad de renovar su contrato de alquilerAbraham de Amézaga
Sábado, 30 de noviembre 2024, 13:11
La noticia no ha pasado desapercibida en París. Tampoco en Londres, donde 'The Times' le dedicaba recientemente un espacio. No se trata de uno de los cientos de establecimientos que cierran sus puertas a diario en la Vieja Europa, donde las grandes cadenas, sobre todo ... de fast fashion o moda rápida, llegan a ocupar hasta históricos bancos, cines o salas de baile. Se trata de uno muy especial, la mercería Ultramod, la más antigua de la capital de la moda y el lujo, sita no muy lejos de la Ópera Garnier, en la rue de Choiseul.
Abierto hace casi dos siglos, en los años 30 del siglo XIX (el primer documento que conservan data de 1832), el establecimiento se adelantó incluso a Charles Frederick Worth, el inventor de la Alta Costura, ese saber hacer ancestral que requiere de ella, de lo que propone una mercería, para hacer realidad suntuosos trajes, vestidos y complementos.
«Instituciones así no deberían desaparecer nunca, porque son patrimonio de todos», lamentaba un alma sensible. Aun habiendo aceptado el abono de una renta más alta, el propietario del edificio que acoge la mercería quería recuperarlo en su totalidad. Y Anne-Christine Morin, la dueña de Ultramod, no le quedaba otra solución que cerrar.
El Ayuntamiento de la capital gala no ha podido hacer nada para evitarlo, porque, si bien la mercería proporcionaba objetos a los artistas de la moda, el negocio no formaba parte del sector artesanal. Una circunstancia que deja otra vez en evidencia la fragilidad de esas tiendas de toda la vida. No solo en París, sino en cualquier ciudad europea.
En el libro 'Les petits commerces d'autrefois' (Los pequeños comercios de antaño), Fabienne Reboul-Scherrer recuerda cómo en otros tiempos creadoras de sombreros personalizaban sus modelos «para cada clienta, disponiendo de modo diferente un lazo, una flor, una pluma...». No hace referencia a Ultramod, como sí hará Zola en su obra 'Pot-Bouille', de 1882, aunque es evidente que en este tipo de establecimientos se han surtido durante siglos tanto profesionales como amateurs.
Lugar al que acudían sobre todo mujeres para aprovisionarse de retazos de telas, botones, pasamanerías, hilos, cremalleras y demás propuestas que despliega una mercería, Ultramod no era un simple negocio, sino una institución. La más antigua de París, abierta en época de Luis Felipe de Orleáns, último rey de los franceses, y que se ha clausurado durante el último mandato de Macron.
Templo de modistas, estilistas, sombrereras, creadores de vestuario de teatro, de disfraces, y un sin número de amantes de las manualidades, de crear o transformar un viejo abrigo o una camisa, por mencionar dos ejemplos. «En una época solía ir a menudo, porque era un lugar en el que había de todo y estaba cerca de mi oficina. Recuerdo que una de las veces encontré un velo de novia plumeti, que lo compré para una amiga que se iba a casar. De eso hace más de cuarenta años», nos cuenta Viviane de Boutiny, quien fuera conocida responsable de prensa de firmas de moda y alta perfumería en París.
No sólo sus fieles clientes, sino también los esporádicos, echarán de menos esta tienda. Por su amplitud, que contrastaba con los pequeños cajones que albergaban botones de mil formas, tamaños y colores; su madera que recubría el suelo; ese espíritu de otros tiempos donde el contacto humano era una prioridad en la venta. Quien descubría por vez primera esta tienda de fachada verde y amplias cristaleras, se hacía un incondicional, porque, cual caverna de Alí Babá, «encontrabas cosas que solo vendían allí», según De Boutiny. No extrañaba, por tanto, que prácticamente siempre estuviera repleta de gente. Locales y turistas, antes del cierre, y a lo largo de dos meses, han podido comprar a precio de saldo para dar salida a la mayor parte de la mercancía.
No se apuren, porque afortunadamente no todo está perdido. Justo enfrente, en el número 4 de la rue de Choiseul, se halla un local, bastante más pequeño que el original, con el mismo nombre, y de la misma época que el primero. El continente no es el mismo y el contenido es mucho más reducido por falta de espacio, aunque el espíritu continúa palpitando y los amantes de telas, hilos o botones podrán abastecerse de material para incluir en prendas y complementos.
La historia nos lleva al momento en el que Cristóbal de Balenciaga cerró su mítica casa de la avenue George V en mayo de 1968. «¿Y ahora dónde nos vestiremos?», le repetían angustiadas sus grandes clientas. «Muy sencillo, no tendrán más que atravesar la avenida», les respondía él, dirigiéndolas enfrente, a la 'maison' de costura de su amigo Hubert de Givenchy.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.