Lo que intento decirte,
sin creer en milagros, es que todo,
todo lo que ves, tiene un precio salvo
el prodigio de estar juntos, de ser
hierba que, fresca, escapa del incendio
y de los codiciosos;
para ellos el poder y sus alturas,
la vieja golosina de la gloria
ahora que la casa se ha llenado
de una luz imprevista, breve y cálida
como aquello que importa.
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