Las cuatro peores marcas de bombones, según la OCU

Un bombón debería estar compuesto, siguiendo los cánones ideales, de manteca de cacao 100%, una grasa más cara y de mayor valor. Sin embargo, son mayoría las marcas que recurren a otro tipo de grasas, más baratas y que se emplean sobre todo en el relleno: se consigue abaratar costes pero a cambio se pierde calidad.

Y entre los que hacen esto figuran empresas muy conocidas del sector, según resalta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Un panel de expertos pasteleros profesionales ha valorado el color, el brillo de la superficie, el grosor de la capa de chocolate, el relleno, el sabor y la textura y sentencia que algunos productos presentan defectos: superficie mate, puntos blancos de grasa, capas de chocolate gruesas, exceso de dulzor y rellenos grasos. Además, incide en que una práctica común es sustituir el azúcar, el principal endulzante, por jarabes de glucosa y fructosa, que son más baratos, pero afectan negativamente el sabor.

Para muchos, pensar en bombones es acordarse de la popular Caja Roja de Nestlé. Sin embargo, la OCU resalta que su fama está reñida con la calidad. Según apuntan desde la organización, en vez de recurrir a manteca de cacao, una grasa con unas peculiares características, que se derrite a temperatura corporal, estos famosos bombones mezclan la manteca de cacao con grasa de palma, shea, grasa lactea anhidra y mantequilla. Suele escatimarse en manteca de cacao para abaratar el producto... pero sin embargo, según el análisis de esta organización, resultan ser los más caros del informe (47,96 euros/kg).

Lindt Lindor

El surtido de Lindt, con su cremoso relleno, se ha convertido en uno de los bombones más populares, pero obtiene una mala valoración. El azúcar empleado no ha sido un problema puesto que es de la mejor calidad. Pero no sucede así con las grasas: en vez de ser solo manteca de cacao, en los Lindor se usa aceite de coco, aceite de palmiste y grasa láctea anhidra. Demasiadas grasas de mala calidad para unos bombones que cuestan 37,45 euros/kg, según señalan.

Gyulian SeaShell

Tampoco pasan el corte de la Organización de Consumidores y Usuarios estas populares conchas de praliné. En este caso, no es la composición lo peor, sino la degustación: no han gustado a los expertos ni el aspecto, ni el sabor, quizá por un exceso de dulzor o una textura poco lograda. Por precio, resulta ser uno de los más elevados: 32,6 euros/kg.

Trapa Sublimes

Aunque no se recurre a jarabes, en este producto sí se usa mantequilla, aceite de coco y girasol en vez de sólo manteca de cacao. El resultado ha decepcionado a los degustadores de la OCU. A su favor destaca que tiene un precio algo más asequible que los anteriores: 17,8 euros/kg.

Además del sabor, para la OCU un aspecto fundalmental del informe es el etiquetado, ya que se presta atención a la información que debe presentar el producto de acuerdo con la normativa vigente, y en aquellos parámetros que pueden ayudar a los consumidores en el momento de la compra, como el número de bombones por caja, la información nutricional por bombón, la presencia del Nutriscore, o una manera fácil de poder contactar con el responsable del producto, mediante teléfono o email.

La composición nutricional también es clave. Calculan el algoritmo en nuestra escala saludable, (que va de 0 a 100) y que identifica aquellos productos más saludables. Así, se comprueba la grasa empleada en su elaboración y se identifican los aditivos que aparecen y se comprueban su valoración en su base de datos, penalizando la presencia de aditivos en grandes cantidades.

También se sanciona aquellos ingredientes que se asocian a productos con un alto grado de transformación, los llamamos ingredientes ultraprocesados, por lo que se fijan en la presencia de términos como aislado de proteínas, gluten, caseína, azúcar invertido, todo tipo de jarabes, fibras solubles, etc. son una pista de que el alimento donde se encuentran ha sido sometido a un alto grado de transformación.

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