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Los niños van solos al colegio, hay senderos pensados para las familias y conceden permisos para ausentarse del trabajo por el cumpleaños de un hijo. Suena a quimera, pero esas condiciones existen en este mundo. Eso sí, desde Málaga hay que darle la vuelta al ... planeta y hacer numerosos trámites burocráticos para ello.
Ese paraíso para las familias con hijos está en Nueva Zelanda, donde las condiciones son muy ventajosas para la crianza y la educación de los más pequeños. Ése fue el principal acicate que Juan Román y su mujer, Pilar Baza, se plantearon hace una década. Ellos, junto a sus tres hijos, Eduardo, Alicia e Inés, hicieron las maletas hacia Oceanía para tener una vida con un mejor presente y un futuro más prometedor.
Tenían claro que querían irse a un país de habla inglesa. Descartaron pronto Estados Unidos y dudaron entre Australia y Nueva Zelanda. En el segundo, encontraron muchos más inconvenientes para empezar una nueva vida. En el tercero, ya habían estado en su luna de miel y les encantó.
Llegaron allí en noviembre de 2011 con un plan familiar, en el que era importante conseguir un trabajo para obtener la residencia y, por tanto, las muchas ventajas que ella les otorgaría.
Juan había dejado en Vélez-Málaga su plaza como profesor de educación física. También contaba con un prometedor currículum como entrenador y preparador físico, en ciudades como la 'capital' de la Axarquía o Melilla.
Lo que no sospechaba es que su primer trabajo iba a ser dar clases particulares de fútbol. «Aquí los padres pagan muy bien que se entrene a sus hijos», comenta este malagueño, que hoy reside junto a su familia en la ciudad de Auckland, la capital 'oficiosa' del país.
Poco después Juan empezó a hacer contactos y terminó preparando a varios equipos e incluso a la selección femenina sub-20 de Nueva Zelanda, ya que está capacitado legalmente para ello gracias a su licencia UEFA Pro. «En España no le daba mucha importancia a esa faceta como entrenador, porque hay muchos con esa titulación, pero aquí se valora mucho», explica.
En la actualidad, entrena al Bucklands Beach AFC, de la Division 1, que es la segunda categoría en Nueva Zelanda. Pero en estos años ha estado como preparador de otros clubes de las islas oceánicas. E incluso ha sido jefe de preparación física de las federaciones de Nueva Zelanda y Birmania. En este último cargo, estuvo dos años, pero con la pandemia y la inestabilidad política del país asiático él y su familia decidieron regresar a Nueva Zelanda, de la que echaron de menos sobre todo esa calidad de vida que les sedujo hace ya una década.
Juan aún recuerda cuando tuvieron que «medio engañar» a su familia en Málaga para que les dejaran irse a las antípodas. «Les dijimos que veníamos para dos años con un trabajo estable y con la idea de hacer un curso de inglés», rememora.
Se marcharon con tres niños de corta edad. Eduardo, el más pequeño, tenía tan sólo un año y medio. Sus hermanas, Alicia e Inés, tres y cinco, respectivamente.
Los inicios en otra ciudad no son fáciles, pero, si está en un continente remoto, que más bien parece de otro mundo, la cosa se complica. Sin embargo, esta familia supo adaptarse a su nueva vida, que pronto le dio las primeras recompensas.
No fue fácil empezar una nueva vida en un país donde la migración está muy controlada. Juan y Pilar tuvieron que hacer muchos trámites burocráticos y armarse de paciencia para conseguir el visado que les permitiera residir allí. De esa experiencia y de la formación legal de Pilar nació la asesoría que esta abogada ofrece a quienes, como ellos, quieren irse al país soñado por las familias.
A través de Visas Nueva Zelanda (www.visasnuevazelanda.com), Pilar, que es de origen melillense, informa y ayuda «a quienes tienen dudas y miedos» a la hora de aventurarse a vivir en este país.
Juan, más que como un negocio, ve la idea de Pilar casi como una empresa sin ánimo de lucro: «Nos da mucha pena cuando una familia mal asesorada intenta venir y fracasa porque le deniegan el visado».
Además de esa plataforma 'on line', Pilar también gestiona otra de educación, pensada especialmente para quienes quieren estudiar inglés en Nueva Zelanda(www.theinfinitynz.com)
Más allá del éxito profesional de Juan, en el mundo del fútbol, y Pilar, que es asesora legal en inmigración, disfrutan de la seguridad y la comodidad que Nueva Zelanda brinda a los más pequeños. «Lo que hacemos aquí es disfrutar de ese modo de vida que nos hace estar tranquilos con la educación de nuestros hijos», afirma Juan Román.
En esas islas de las antípodas, cada centro comercial tiene una sala pensada para las familias. Los escolares pueden ir andando tranquilamente hasta su colegio porque se dispone incluso de barreras de seguridad para que ellos crucen sin riesgos. Más allá de sus sorprendentes paisajes, Nueva Zelanda es el paraíso soñado para muchos padres. Juan recuerda el lema que tienen en el país oceánico: 'Family First: Strong family, strong nation'.
A día de hoy, Juan y Pilar no descartan mudarse a otro país por una buena oferta laboral, pero tienen claro que lo importante no es el reto profesional sino que donde vayan tengan asegurada la misma calidad de vida que tienen para sus hijos en Oceanía.
Eso sí, como buenos malagueños echan de menos la cocina de su tierra. «Me acuerdo de muchos platos, pero sobre todo de los espetos», suspira Juan.
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