

Secciones
Servicios
Destacamos
M. Ángeles González
Málaga
Miércoles, 25 de julio 2018, 19:18
Siempre he sabido que, desgraciadamente, mi experiencia es solo una entre muchísimas. Que igual que mi familia, hay otras miles rotas a causa de accidentes de tráfico. Cientos de vidas que se quedaron en el asfalto. Las de los fallecidos, pero también las de padres, hermanos, hijos, amigos... que difícilmente superarán el golpe. La reflexión que publiqué en redes sociales y de la que se han hecho eco más de 18.000 personas ha provocado una increíble ola de mensajes, muchos enviados a mí personalmente de forma privada, que transmiten un dolor enorme, y también rabia e impotencia. Por accidentes que seguramente se podrían haber evitado. Muchos reclaman un endurecimiento de las sanciones, y más concienciación sobre el tema. Estos son sólo algunos de los testimonios más desgarradores.
«El 20 de junio de 1996 un desgraciado, que dio positivo en alcohol y drogas y con carnet retirado, se llevó por delante la vida de mi madre. Tenía 52 años. Eso nunca se olvida. ¿Sabes qué pasó? Le condenaron a 2 años de cárcel, pero no la pisó por ser su primera condena. Mi madre acabó en un cementerio. Desgraciado es lo mínimo que le puedo llamar. La vida de mi madre fueron dos puñeteros años de condena. Mientras mi madre se debatía entre la vida y la muerte, él estaba con los amigos tomándose unas cañas».
«Yo tengo 15 años, el 12 de abril 2005 mi padre salio con la moto a dar una vuelta y nunca regresó, yo tenia 2 añitos y toda mi vida he crecido sin él, pero el momento en el cual yo pregunté por mi padre a mi madre y me puso imágenes de él y me explicó todo, me derrumbé viva».
«El 23 de febrero de 2010, salí en coche de un pueblo de al lado para venirme a casa, cenamos y tomamos unas copas y decidimos irnos a casa porque a la mañana siguiente nos íbamos a dar una vuelta con la moto. Pues en una curva que conocía como la palma de la mano por un exceso de velocidad, me salí y tuve un accidente, iba yo solo y en ese momento no había nadie por la carretera, y ahora disfruto de una excelente y flamante silla de ruedas».
«Tengo una cafetería y no entiendo al padre de dos niños (el mayor 3 años) que se bebe dos chupitos de whisky y un carajillo antes de coger el coche los viernes para ir al pueblo. Y no tarda ni 15 minutos en bebérselo. Me debería negar a servírselo, me pone enferma. Alguna vez le he preguntado que cómo podía hacerlo y me dice lo de todos: que eso no es nada y que él controla. Su pareja se pone mala y si está ella no lo hace. Cuando vuelva intentaré explicárselo, pero si me niego lo hará en otro sitio y será igual».
«Mi padre es bombero y ha tenido que ver muchas historias parecidas, incluso ha visto cómo se le han muerto niños en los brazos a los padres y después llega a casa con la mirada muerta y se echa a llorar. Nunca se insensibiliza».
«El 11 de junio de 1976 un guardia civil borracho chocó contra un coche en el que iban una pareja (él 22 años, ella 18, embarazada de 1 mes) y los dos hermanos de ella, de 17 y 15. La pareja tenía otro hijo, de 2 meses (hoy mi marido), que estaba con sus abuelos. Murieron los 4. Dejaron un huérfano, una madre perdió a todos sus hijos y ninguna de las dos familias se recuperó jamás. El conductor borracho se libró por ser guardia civil. Sí, sale muy barato matar en la carretera».
«El 28 de febrero del 96 un señor al borde del coma etílico entró en dirección contraria a la autovía chocando de frente contra un autobús que volvía de un feliz día de excursión en Sierra Nevada a Bailén. Mis amigos siempre estarán en mi corazón. Yo era solo una cría. 28 muertos».
«Entiendo tu dolor... Cuando yo tenía seis años me arrebataron a mi padre. El salía de trabajar tan tranquilo cuando un camionero no paró en el stop y se lo llevó por delante. Iba borracho en horario de trabajo. Ahora con 19 años el dolor sigue intacto».
«Yo tuve un accidente hace seis años, iba bebido. Por suerte no pasó nada a nadie. Desde entonces soy abstemio».
«Yo estoy en el mismo caso, a mi padre se lo llevaron con 75 años un día que salía de echarse la partida en el hogar del jubilado. Iba en bicicleta. El 'individuo' que lo atropelló iba drogado, bebido y sin seguro. Al final dos años y porque tenía antecedentes».
«En 1991 un borracho hijo de puta conduciendo en dirección contraria y con exceso de velocidad mató a mi hermano con 20 años y un amigo con 23. Creo que no se debería permitir ninguna tasa de alcohol y desde luego retirada del carné para siempre».
«Manuel 27 años. Volvía del trabajo. Iba a comprar unos dulces para tomar en casa con su mujer de 24 que estudiaba para un examen de la universidad mientras. Un «hombre» con prisa se metió en dirección prohibida para acortar camino y se llevó por delante a Manuel. A los 5 días de enterrarlo, su viuda confirmó un embarazo del que Manuel no pudo saber jamás... el hijo de ambos tiene ya más edad que Manuel cuando murió. Al causante del accidente no le pasó nada».
«Un novio que tuve, cuando ya no estábamos juntos, se subió al coche de un amigo suyo. Iban borrachos y mi ex se sentó en el asiento de en medio de la parte de atrás, sin cinturón. El conductor voló una rotonda recta y mi ex salió disparado. 24 años».
«Mi mejor amigo cometió la imprudencia de subirse a un coche con alguien que había bebido. El no volvió nunca. El conductor ileso. Su único castigo saber que por su culpa un chico de 19 años perdió la vida».
«En silla de ruedas desde el 2013, cuando un vehículo imprudente y con prisa me arrolló de frente cuando circulaba en bicicleta, el conductor no dudo en mentir y querer culparme, 1 año en el hospital. Ley justa ya».
«Mi padre falleció a causa de un accidente de tráfico, un mes en UCI, parecía que iba a curarse pero le sobrevino una neumonía hospitalaria y luego sepsis. Luchó como un jabato, como él era. Yo tenía 25, él 57. Han pasado 15 años, la cicatriz siempre».
«Hace ya años, verano, era sábado por la noche. El grupo de amigos y amigas nos encontrábamos siempre en el mismo lugar de la costa norte de Barcelona. Nos vamos a tal sitio … y alguien me dice : ¿puedo ir contigo? Contesté que no, que yo quería ir a otro lugar. Sabía por qué me lo decía, insistió, pero yo también insistí. De madrugada, ya en casa, me despertaron mis padres. Hubo un accidente. Mi «amigo» en estado lamentable y con exceso de velocidad brutal, dejó a quien yo no quise llevar en la carretera para siempre. Sólo tenía 17 años. Si hubiera accedido... y lo sabía. Esa mañana, en casa de sus padres, su madre me miró y no he dejado de ver esos ojos jamás. Hoy aún me cuestan algunas cosas».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Santander, capital de tejedoras
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.